En días pasados, el documento: “Planes y Programas de Estudio de la Educación Normal. Documento Base. Transformación Pedagógica de Acuerdo al Nuevo Modelo Educativo (febrero 2018)”, estuvo circulando en las redes sociales, para ser más específico, en Facebook. Documento que, en pocas y resumidas palabras, refiere el rediseño curricular que la Secretaría de Educación Pública (SEP), a través de la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), viene trabajando desde hace unos meses con la intención, a decir de esta última instancia, de “armonizar” la curricula del subsistema de educación normal con el modelo educativo que se implementará en todo el país en agosto de este año. Sí, así como lo leyó usted, este documento estuvo circulando en las redes sociales sin que la propia SEP o la DGESPE, emitiera un comunicado con relación a su autenticidad, es decir, para avalarlo o desmentirlo. Lo cual permite inferir, interpretar o deducir, que esa información es real, válida y acorde a lo que se ha venido trabajando, repito, desde hace unos meses en diversas entidades de la República Mexicana.
Y bueno, después de haber analizado el documento que en cuestión, varias cuestiones se me vinieron a la mente: algunas, relacionadas con la reforma educativa emprendida en nuestro país desde el 2013 a la fecha; otras, con relación a la implementación del modelo educativo a partir de agosto de este año; y unas más, con relación a la pertinencia del diseño curricular que se está proponiendo. Intentaré no extenderme demasiado en cada uno de los puntos (dignos de una profunda investigación y de un análisis más concienzudo) para precisar una postura que, de hecho, da título a estas líneas.
La reforma educativa que emprendió el gobierno del presidente Peña Nieto ha traído más pena que gloria. Así de simple y así de complejo. Muchos investigadores, académicos, profesores y colegas hemos dado nuestro punto de vista al respecto. Como parece obvio, algunos a favor y otros en contra (asunto razonable dado el cristal con que se miren las cosas); sin embargo, un hecho que fue evidente y que ha sido reconocido por propios y extraños, fue el que esa reforma trajo consigo un sometimiento del magisterio a través de las leyes y el doblegamiento de su sindicato. ¿Acaso la DEGESPE no aprendió que mediante una ley, norma o reglamento, la “calidad” de la educación no puede asegurarse en tanto no se trabaje en una profesionalización docente?, ¿acaso por esta razón se publicó (hace unos meses) en el Diario Oficial de la Federación el nuevo reglamento para las normales?, ¿acaso se pensó que de esta manera se sometería a los docentes que laboran en el subsistema de normales para que, después de ello, entrara en vigor el plan de estudios que se viene trabajando?
Por lo que respecta al modelo educativo que entrará en vigor en agosto de este año (y que ya opera en poco más de 1000 escuelas de nivel básico en el país), puede abundarse en demasía, sobre todo si consideramos los cinco ejes de dicho modelo, los 14 principios pedagógicos y el enfoque que permea esa “propuesta” educativa, de menare específica, en los aprendizajes clave para la educación integral pero, a fuerza de ser sincero, después de haber revisado la propuesta de rediseño curricular para las normales, me pregunto: ¿qué significa “armonizar”?, ¿cómo pueden alinearse los cinco ejes del modelo a las normales si aquellos ejes están pensados para “un mundo” donde la educación básica solo tiene sentido para la SEP, el INEE y la CNSPD?, ¿cómo propiciar el desarrollo de los 14 principios pedagógicos si con la malla que propone el rediseño curricular normalista mínimamente contiene cursos (asignaturas) que integran a la pedagogía y a la didáctica tan fundamentales en las escuelas normales?, ¿cómo lograr desarrollar el enfoque competencial que proponen los aprendizajes clave si en la propuesta de rediseño curricular ni siquiera se observa un mínimo referente sobre ello? Preguntas y más preguntas. ¿Y las respuestas?
Por lo que toca al asunto de la pertinencia o no de ese rediseño curricular, tengo que referirme que, efectivamente, es pertinente dicho rediseño dadas las condiciones políticas, sociales, económicas y culturales que se viven no solo en México sino en el mundo entero. Sin embargo, tal parece que no se tiene un diagnóstico real de esas condiciones y mucho menos, de la forma en que se debe abordar en las escuelas normales, pongo un ejemplo: en el modelo educativo un componente del área de desarrollo personal y social es el de la “educación socioemocional”, propuesta que bien a bien no se ha explicado cómo deberá trabajarse en educación básica y bueno, en la propuesta de rediseño curricular para las normales, se observa este tema en uno o dos semestres (y es mucho) cuando el asunto de las emociones en los seres humanos es harto complejo dadas, repito, las condiciones que estamos viviendo en México. ¿Hay lógica en ello?
Sí, ya sé. Con seguridad alguien me podría decir que es un documento que se encuentra en proceso de construcción y que aún no está terminado. Sí, tal vez alguien más me dirá que en las sesiones de trabajo que ha tenido la DGESPE se ha hablado y discutido sobre ello pero, ¿por qué tenemos que enterarnos de esta información vía redes sociales y no a través de las instancias oficiales si, para acabar pronto, los que van a “operar” los planes de estudios serán los profesores que estarán en cada una de sus respectivas escuelas normales?, ¿acaso se nos olvida que las autoridades educativas son, en muchos casos, sexenales, y quienes operan los programas continuarán con su trabajo con o sin ellos?, ¿por qué entonces en ese documento se refiere que éste ha sido producto de un amplio consenso y debate entre las autoridades y los normalistas?
En todo caso, ¿por qué tanta prisa en implementar una propuesta curricular en las licenciaturas de preescolar y primaria en agosto de año si en los hechos aún falta mucho por trabajar y el final del sexenio está más cerca que nunca?, ¿no se supone que lo que quiere lograrse es que haya una calidad educativa al interior de las normales?, ¿no aprendieron de la experiencia que dejó la implementación del Plan de Estudios 2012 que, por cierto, no ha sido valorado para conocer la pertinencia de éste en las instituciones formadoras de docentes?, ¿acaso no se aprendió de la experiencia que hasta el momento ha dejado la paupérrima implementación del modelo educativo y la pésima capacitación que han recibido los profesores de educación básica?, ¿por qué hasta la fecha que cierro estas líneas no se ha logrado concretar el rediseño curricular en las licenciaturas de educación espacial, física y secundaria?, ¿acaso el modelo educativo no refiere sobre ello?
Sí, creo que de todo ello no se ha aprendido. Sí, considero que es necesario un rediseño curricular en las escuelas normales (ya lo he dicho, llevo años diciéndolo y lo sostengo). Sí, es importante llegar a ello. Sí, a todo eso sí, pero así no DGESPE, así no.
Con negritas:
En la malla curricular del documento que fue motivo de un breve análisis de mi parte, se observa la desaparición del curso sobre las Tecnologías de la Información y la Comunicación, ¿cómo espera la DGESPE que el estudiante normalista conozca lo relacionado al modelo de aula invertida que plantea el modelo educativo? Y, por si esto fuera poco, ¿por qué en la propuesta de rediseño nada se aborda sobre el ámbito de “Oralidad” que consideró el modelo educativo para que sea abordado en la educación preescolar? preguntas y más preguntas… En fin, pocas son las respuestas. Ignorancia mía, supongo.