El martes 7 y miércoles 8 de octubre, el titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Emilio Chuayffet Chemor, compareció ante las cámaras de diputados y senadores. ¿Qué es y para qué sirven las comparecencias de los secretarios de Estado? ¿En qué han cambiado estas presentaciones a raíz de que entramos a la democracia? ¿Será que ahora estos diálogos públicos muestran una separación real de poderes? ¿Se han convertido las comparecencias en verdaderos ejercicios de control parlamentario para “incidir en la dirección, evaluación y sanción de las acciones de gobierno”, como señala el Sistema de Información Legislativa?
Hace casi 20 años, Pablo Latapí Sarre se quejaba de que las comparecencias del secretario de Educación Pública eran farragosas, superficiales, descentradas y aburridas. Para el investigador, las preguntas que los legisladores dirigían al titular de la SEP no reflejaban una cuidadosa lectura del Informe Presidencial ni mucho menos una “visión crítica” que destacara cuestiones fundamentales de la educación. Más bien “daban la impresión de responder a sucesos del momento que ocupan la atención de la prensa (algunas sin duda importantes…)”.
Para Latapí, faltaban las “preguntas esenciales”. ¿Y cuáles eran estas preguntas? Aquellas relacionadas con los efectos de la descentralización y de la “revolución informática”, la participación social, el rezago educativo y la situación de las escuelas normales del país. Uno se sorprende al ver que algunos de estos temas se repitieron en la comparecencia de Chuayffet en el Senado. Veinte años compareciendo y padeciendo.
¿Por qué han permanecido estos problemas a lo largo del tiempo? Creo que esta hubiera sido una buena pregunta de algún legislador. Pero pese a que no hubo tal nivel de profundidad, la comparecencia en el Senado distó de ser aburrida. En algunas intervenciones de los legisladores —los menos— hubo puntos de interpelación genuina y observé a un secretario directo y franco, aunque me regresaba en el tiempo cada vez repetía que el señor Presidente cree en el diálogo, que por instrucciones de él no se ocultará información o que las escuelas normales recibirán apoyo porque Peña cree en ellas.
Pero hay que ser justos. No culparía solo a Chuayffet de que en ocasiones lo invada una visión personalista del poder. Algunos legisladores de la “izquierda” parece que también tienen bien interiorizada la idea de que hay un gran decisor que nos mueve. Fidel Demédecis, del Partido de la Revolución Democrática (PRD) consideró a Chuayffet como “el responsable de la educación pública del país”. ¿Y el Poder Legislativo no es también consciente de sus obligaciones? ¿Puede ser pública la educación cuando se piensa que hay un solo responsable? No. Muy en esta tónica, el senador Demédecis proseguía su exposición hasta atribuirle grandes “funciones sociales” a la escuela como el hecho de poder “corregir la conducta de los estudiantes” por medio de los cursos de civismo. A esto, Chuayffet respondió diciendo que “por sí misma”, la escuela no resuelve el tema de la violencia, por ejemplo, y sostuvo que en países con un alto grado de escolarización, sigue habiendo este problema. Argumentos contra creencias.
Pero el mejor momento de la comparecencia, a mi ver, ocurrió cuando el senador de Acción Nacional Javier Corral tomó la palabra e interpeló fuertemente al secretario de Educación Pública. Así empezó Corral: “No nos perdamos, pues, en las falsas cortesías para evitar incomodidades, hay que decir algunas cuestiones pues se trata de la República”. Para este legislador, la Ley General del Servicio Profesional Docente es burlada en algunos estados, los artículos transitorios de las leyes promulgadas “no han alcanzado sus plazos ni se han cumplido todas las obligaciones”, parece por lo tanto, que la reforma se encamina hacia la “simulación”. Aunado a ello, preocupa, según Corral, que en los hechos el secretario mantenga “una especie de aval centralista”.
El elegante diálogo prosiguió cuando Chuayffet dio respuesta. Manifestó respeto por el legislador y valoró su crítica: “solo en la oposición encuentra uno la crítica que a veces no se permite desde el gobierno” y expresó algo sumamente interesante con respecto a la “recentralización”. Para el titular de la SEP el tema de fondo es el federalismo. Dijo que habrá que revisar el Acuerdo Nacional de la Modernización para la Educación Básica (ANMEB) de 1992 pues en él, no se encuentran “sanciones” para las partes que incumplan sus obligaciones. De ahí que el secretario se manifestó a favor de una “federalismo cooperativo”, el cual “ensamble las responsabilidades de los tres niveles de gobierno para hacerle frente a los graves problemas de educación”.
Y una revelación más, en este tipo de federalismo, la SEP, según su titular, tendrá que tener un “papel normativo para todo aquello que sea espacio común en los planes y modelos educativos”.
Como podemos ver, la comparecencia del secretario de Educación Pública en el Senado no estuvo exenta de rituales y visiones tradicionales; pero ya no fue tan aburrida como hace años. Se revelaron temas que podrían generar interés y debate como el del “federalismo cooperativo”. Además, es evidente que hay nuevos actores políticos que saben ubicarse en la nueva realidad del país y debaten con argumentos por una mejor educación. ¿Qué faltó? Eso lo veremos la próxima semana.
Profesor de la Universidad Autónoma de Querétaro (FCPyS).