Este martes, en Santiago de Chile, REDUCA, la Red Latinoamericana de Organizaciones de Sociedad Civil por la Educación, presentó el estudio “Aprender es Más”. El esfuerzo coordinado, apoyado por la Fundación Sura, conjunta la información actualizada y las perspectivas posibles de 15 sistemas educativos nacionales de la región, desde una clave de lectura muy intuitiva y movilizadora: ¿qué pasa con el derecho a aprender de niñas, niños y jóvenes en América Latina?
Los datos y las argumentaciones son rigurosos, pero el trabajo no fue pensado para las discusiones al interior de la comunidad de especialistas; el espíritu del ejercicio es llegar con la máxima amplitud posible a convocar y convencer. Mexicanos Primero y otros catorce equipos trabajaron coordinados para ofrecer este atisbo de lo que deberíamos hacer, que es también la exigencia de lo que podemos lograr.
“Aprender es más” significa que aprender es más que sólo inscribirse a la escuela, y que los gobiernos no hacen plenamente su parte si se conforma con presentar año con año mejoras leves de “cobertura”, un promedio que enmascara el drama de la exclusión de poblaciones históricamente marginadas del acceso, pero además también resulta inadecuado para captar la magnitud del reto que es lograr trayectorias completas.
“Aprender es más” significa que aprender es más que cumplir con los temarios y programas de los grados escolares, e incluso aprender es más que el mero desempeño registrado en las pruebas estandarizadas. El curriculum y los puntajes son referentes, incluso importantes, pero el derecho a aprender se cumple cuando efectivamente se despliega el propio potencial, cuando se asume y se apropia lo que es significativo y relevante. Aprender es más que “dominar” lo que es cognitivo, e incluye el ejercicio y crecimiento de la dimensión socioemocional, ética y cívica, los aprendizajes para la vida y para toda la vida. Aprender es más que haber aprendido; es seguir aprendiendo siempre.
“Aprender es más” significa que aprender es más que acudir, asistir, recibir e incorporar; aprender significa participar del propio aprendizaje, no receptores pasivos sino protagonistas del propio proceso. Aprender es explorar, indagar, aportar y experimentar; es compartir y llegar a acuerdos, es procesar la diferencia sin extinguir la diversidad. Si el paso por los sistemas escolares en el nivel básico no es aprender a participar, aprender participando –el gemelo de participar aprendiendo- ¿qué posibilidades aún quedarían de que eso pudiera pasar después, en otras etapas de la vida, que tienen menos oportunidades de propiciar un espacio de comunidad seguro, con el propósito deliberado de funcionar como respetuoso, enriquecedor y gozoso encuentro de pares?
Latinoamérica se quedará sin muchas posibilidades no sólo de ser más rica, sino sobre todo de ser más democrática, más segura y más justa si no nos comprometemos con el derecho a aprender. Ya no alcanza con que los países se plieguen sobre sí mismos, y que sea la ideología, el continuismo o la improvisación lo que determine la marcha educativa de la nación. Somos verdaderamente una Patria Grande, con miles de buenas prácticas para compartir e intentar juntos. Los gobiernos pueden ir lentos, pero las fundaciones y las organizaciones no tienen que esperar para hacer su aporte de invitación, inspiración y movilización de los demás actores sociales, las familias, los medios de comunicación, los grupos de profesionales. Estos desafíos están plasmados, con propuestas para dar pasos sólidos, en el documento, que puede descargarse desde el sitio http://educacion2020.cl/documentos/aprender-es-mas/
“Aprender es Más” pone una bandera en el continente. Aprender no es algo conveniente, o sólo deseable; es propiamente un derecho humano fundamental, y en el caso de niñas y niños, con el acento adicional del principio de interés superior de la infancia, que debe dar prioridad en los presupuestos, transparencia en las políticas, unidad en el propósito. Aprender es más; no nos conformemos con menos.