De acuerdo con declaraciones del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, la política educativa de su gobierno se regirá por el respeto absoluto a los maestros; considera que la Reforma Educativa del gobierno de Peña Nieto se encaminó a denigrarlos y a poner el sistema educativo de cabeza. Por ello, convocó a la ciudadanía, en especial a docentes y padres de familia, a una consulta para alcanzar un Acuerdo nacional para una educación con equidad y calidad para el bienestar de todos los mexicanos.
Sin embargo, antes de que la consulta tenga resultados, AMLO ya decretó que cancelará la reforma y en su lugar habrá un nuevo plan. En ocasiones parece que su ángulo es agudo, como cuando dice que sí a la Coordinadora, pero les pide asistencia y puntualidad; mientras otras veces expande su visión y habla de una gran transformación. Esa ambigüedad abre la puerta a todo tipo de posturas. Resumo unas cuantas.
En las barracas de Morena, los diputados y senadores compiten para ver quién está más cerca de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y responde a sus requerimientos. “No quedará ni una coma”, dijo Mario Delgado. “Vamos a plantear una iniciativa para derogar las nuevas fracciones o párrafos del artículo 3º”, proclamó Martí Batres; eso incluía la desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. El tono de la oratoria de los coordinadores de los grupos de Morena es drástico, pero una combinación de factores le puso freno. La crítica de la opinión pública contó, pero quizá más la del futuro secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán.
Según difundió Raymundo Riva Palacio, en cuanto el senador Batres anunció la iniciativa, Esteban Moctezuma le aplicó las balatas, acaso por instrucciones del mismo Presidente electo. El futuro secretario de Educación Pública también es incierto en su perspectiva, pero ofrece un ángulo conciliador: “Seguirá la evaluación, pero no será punitiva”, “queremos un país armónico, sin violencia, con cultura de paz… con un tejido social digno y justo”. Asegura que el nuevo gobierno pondrá orden donde hay caos porque comienza por la parte sana: La consulta.
Los foros para dicha consulta tal vez tengan ventajas con todo y la desorganización e improvisación. No obstante, se privilegia la voz de los maestros y sus dirigentes. El Comité Ejecutivo Nacional del SNTE ofrece paz, negociaciones y, pienso, sumisión: Dice en su comunicado del 9 de septiembre que ese Comité “coincide con lo expresado hoy por el próximo secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, en que ‘creemos en el poder de escuchar, creemos en el poder del diálogo, creemos que para construir el futuro, todos tenemos que estar incluidos’”.
Como era previsible, la CNTE tiene una meta fija, abrogar la Reforma Educativa y no concede un ápice; su ángulo es puntiagudo. Cumple con su designio de ponerle marcaje a la consulta y no permitir que pasen posturas moderadas.
Organizaciones de la sociedad civil, Mexicanos Primero, en particular, siguen con atención los foros y destacan la escasa o nula participación de los alumnos; su mirada está excluida, a pesar de que serán los primeros afectados por las decisiones que tome el futuro gobierno.
Los otros partidos políticos apenas si dicen pío, aunque una diputada del Partido del Trabajo ya introdujo una iniciativa para derogar los cambios a la Constitución de 2013, que fundamentaron la reforma de este sexenio.
Los organismos intergubernamentales también toman la palestra. La Unesco, la Unicef y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos abogan por mantener los cambios positivos de la Reforma Educativa y alertan de las posibles consecuencias de una acción que devaste lo que se logró.
El gobierno, en particular el secretario Otto Granados Roldán, defiende lo realizado y aconseja continuidad; hay asuntos trascendentes que, en lugar de echarlos para atrás, vale la pena mejorarlos.
Los recodos que se presentan en la consulta son facetas de la contienda por la educación nacional. El próximo gobierno propone un cambio total, pero la estructura del sistema educativo mexicano tiene cimientos —corporativos— sólidos. El gobierno de Peña Nieto removió parte del edificio, pero la cimentación es más profunda de lo que parece.
Me temo que en el próximo gobierno el corporativismo regrese por sus fueros. Espero equivocarme y que AMLO, ya como presidente, no permita que se le pare la cresta.