Durante su conferencia matutina del lunes 9 de mayo, el presidente Andrés Manuel López Obrador defendió su propuesta de contratar médicos provenientes de Cuba bajo el argumento de que “en el periodo neoliberal se dejó sin apoyo a la educación pública”. Se cerraron espacios “en las universidades públicas y se rechazaba a miles de estudiantes con la mentira de que no pasaban el examen de admisión”. Hay, en consecuencia, “un déficit de médicos generales y de especialistas” (www.presidencia.org.mx). ¿Es verdad esto?
El argumento de AMLO puede analizarse bajo al menos cuatro ángulos. Primero, restringir los espacios escolares está relacionado tanto con la selección de jóvenes que tendrán una responsabilidad pública —cuidar la salud y la vida de otras personas, como es el caso de los médicos— como con el financiamiento. Con recursos escasos, las universidadades públicas, aunque quieran no pueden, de manera amplia y sustentable, incluir a más jóvenes con aptitudes. El gobierno de AMLO, por cierto, redujo el gasto público en educación superior de 2019 a 2021 en 1.4 por ciento (Mejoredu).
Segundo punto de análisis, ¿es verdad que hay pocos médicos como para aliarse con una dictadura? Con base en datos de la Organización Mundial de la Salud, el número de médicos en México por cada mil habitantes era, en 1991, de uno, pero para 2018 este indicador ascendió a 4.8. ¿Representa esto un avance significativo? Hagamos una comparación. La tasa registrada para México es notoriamente más alta que los promedios mundial (1.8) y latinoamericano (3.0) (2017); incluso, es ligeramente más alta que la de Dinamarca (4.2), país que el presidente eligió como referencia aspiracional en otra “mañanera”. Es claro entonces que AMLO miente para entregarle los escasos recursos de nuestro país a una dictadura que le es afín.
Tercer punto, el tema de los médicos cubanos ha servido además al gobierno como coartada para: (1) criticar injustamente a la UNAM (los “médicos estudiantes” en lugar de enfrentar la pandemia, “se fueron a sus casas”) y (2) evadirse de su responsabilidad y culpar a otros del desastre en materia de salud que ha ocasionado con sus propias decisiones. De acuerdo con datos del Coneval, de 2018 a 2020, el número de gente excluida de los servicios de salud creció en 15 millones. Lo más curioso es que el propio AMLO quiere traer a 500 médicos para “garantizar el derecho a la salud”. O sea, nos quiere ver la cara y como lo sabe, manda “al carajo” a los que lo cuestionamos.
Cuarto y último punto; para justificar la entrada de profesionales de otros países al sector salud, el presidente y sus subordinados han sugerido cierto egoísmo de los médicos mexicanos: no quieren ir a trabajar a las zonas más pobres.
¿No habrá una razón de peso para actuar así que el gobierno “humanista” de AMLO está obviando? Las malas condiciones de trabajo, así como la inseguridad pueden ser impedimentos reales detrás de una elección. No comprender cómo la gente actúa impide construir esa “arquitectura de la decisión” (Sunstein y Thaler) sobre las que se pueden impulsar mejores acciones, políticas y estrategias. Dado el carácter paternalista y autoritario de la 4T —que en el fondo es un menosprecio por las personas—, esto no va a ocurrir. ¿Para qué? Es más fácil reinvindicar sólo de manera discursiva al pobre atacando al especialista y contratar a profesionales de países más pobres para obligarlos a trabajar en lugares donde otros con mayores oportunidades no quieren —razonadamente— ir.