Las jacarandas iluminaron la ciudad. Tercas, pese a ventarrones, contingencias y descuidos. Buscan bajo el asfalto tierra buena para nutrirse. Signo de esperanza siempre, su aparición este año trajo consigo, zurcida a la luz, melancolía. Volvieron tristes y llevan razón.
Un año y medio sin ellos. Nuestros 43, realidad y símbolo. Hoy, día 26, se cumplirá el malhadado ciclo. Dieciocho meses, 546 días. La congoja merma el color a cualquier cosa: la torna gris. Al color lo hacen las flores en relación con las miradas. Sin ojos no hay nada alumbrado; si están cuarteados se difumina. Así se encuentran sus cercanos, y los muchos acercados, luego de tantas noches de esperanza y desazón uncidas: crueldad de un trancazo que ya duele y no acaba de acabar. Que no avance el olvido, que no cese la indignación. Dejemos el dedo en el renglón, a pesar del exhorto, inaudito, por voltear la página de quien pretende mandar en la memoria.
Pasan ya tres años de reforma educativa que no es tal, expresamente, pero contiene filos que harán daño, severo, a la educación en el país. Orientada por la desconfianza general al magisterio, creyendo que creemos que son mudos los que el Ogro Educativo silencia amenazante, con el aval de los Sabios y el jolgorio de los poderosos que retumba en los medios de comunicación a su servicio, avanzan: a controlar, sojuzgar, humillar, dividir, clasificar. Gris es su horizonte autoritario. Evaluar es otra cosa, necesaria. Transformarnos es mandato ineludible, pero no así.
Esta semana el secretario preparó las evaluaciones pendientes con varios gobernadores y su asesor técnico pedagógico: el coordinador de la Policía Federal. Sonreían. Uno de esos mandatarios, pequeño de talla y ayuno de decencia, obtuvo su puesto suplantando a miles de personas por “ciudadanos” que votaron desde el extranjero. El de Chiapas. ¿Colabora en la valoración del trabajo de los docentes sin calidad moral?
Días antes, en el contexto de la consigna del arribo del “mérito” como vía exclusiva para obtener un lugar en la docencia, el gobernador de Durango, con fecha 1 de marzo, envió un oficio al secretario de Educación del estado. “En alcance a nuestra conversación telefónica me permito hacerle llegar documentos de la C. Fulana de Tal quien está solicitando apoyo con un espacio laboral en el nivel secundaria. No omito comentarle que la C. Fulana de Tal es sobrina del profesor Zutano de Cual. Sin otro particular, me despido….” El logotipo de la papelería del señor gobernador es: crecemos. Y sí, la desvergüenza. Con menuda trapacería a la luz, sin juicio político por traficar puestos, ni la menor crítica por parte de la severa SEP, ¿puede avanzar una reforma, o desnuda su real querencia: otra forma de hacer lo mismo de antes, nada más que con otro peinado? Pobres jacarandas, con suerte salieron.
Poco saben, si es que algo, de lo que es el cambio educativo: sin fincarse en la raíz de cada jacaranda, con asidero en el diario acontecer de la escuela, lograrán arbustos vacíos. Quieren dividir. La maestra le dice a Nuño: no hay maestros de primera ni de segunda, hay maestros. Y el talador balbucea. Se le ha escapado la profesora de sus siete frases manidas.
Piensan que el dinero sesgado, y la distinción que desune, iluminarán, con calidad, la arboleda educativa. Ilusos creen que temor es consenso, y el tolete un gis: ¿no ven la mediocridad de sus propuestas, cuando requerimos, como agua al apretar la sed, otra forma, reformar, el camino que lleva al saber, a los libros, a la capacidad fundada de preguntar sin miedo? De un proyecto así saldrá el color vivo de las jacarandas sociales. Del control autoritario, árboles de utilería televisiva. Hay que ir por la luz: es cosa de paciencia y perseverar: brotarán iluminadas ya sin esos hombres de traje gris y gel.
Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México
Twitter: @ManuelGilAnton
mgil@colmex.mx