Para restaurar el daño que los agresores ocasionan a sus víctimas, es necesario que se tenga una conciencia clara de sus actos y que se genere una visión precisa de sus acciones, y así, comprender que estos hechos no son adecuados en ningún ambiente.
Para lograrlo, se busca que en el ambiente educativo se instale el ejercicio de la Justicia Restaurativa, la cual busca que el agresor reconozca el daño que ha hecho, es decir, que escuche de la propia voz de la víctima cuál es el error que ha cometido, sus consecuencias; ponerse en “los zapatos” del otro y entender de qué manera se puede hacer responsable de sus acciones.
Es el planteamiento de John Winslade, profesor e investigador de la Universidad Estatal de California, en Estados Unidos, durante la conferencia magistral “Prevención y atención de violencia en las escuelas. El enfoque de justicia restaurativa”, impartida en el marco del Seminario Internacional: La producción y re-producción de la violencia en las escuelas, realizado en la Escuela Nacional de Trabajo Social, de la UNAM.
Según datos de expertos, en México cuatro de cada diez infantes han padecido algún tipo de violencia en las escuelas, y seis de cada diez la observan, haciendo que los alumnos perciban esto como algo normal.
El investigador advierte que en el método tradicional, el agresor es aislado del resto de sus pares, y no le permite ni conocer a fondo las consecuencias de sus actos, ni tampoco asumir una responsabilidad concreta frente a la víctima.
En general, expone, este enfoque transforma al agresor en un enemigo público de la sociedad, y esta decide, en este sentido, recluirlo; esto lo mantiene en un nivel de abstracción tanto al daño como a la situación de responsabilidad. No hay posibilidad de hacerse responsable.
Comprender a los agresores: parte de la solución al conflicto
Ante esto, Tomás Darío Pérez, Maestro en Estudios de Paz, Seguridad, Desarrollo y Transformación de Conflictos por la Universidad de Innsbruck en Austria, señaló en entrevista para Educación Futura, que no se debe estigmatizar al agresor: existen muchas historias y circunstancias alrededor de él, que tal vez pueden explicar esa violencia, y no necesariamente indican que es una mala persona y una amenaza a la sociedad.
Por otro lado, indica, las víctimas sienten que el agresor ha sido consciente de lo que ha hecho, y, sobre todo, está haciendo algo por reparar el daño.
Reconoció que, si bien es cierto que, la justicia restaurativa no es adecuada para cualquier tipo de daño, por lo general representa una nueva manera de entender la búsqueda de resolución justa de conflictos en situaciones de violencia.
“Creo que es muy fructífera en la medida que la restauración puede mejorar el vínculo entre víctima y agresor. En muchas ocasiones estos dos sujetos nunca se vuelven a encontrar, pero en las escuelas no sucede así, por ello la restauración del vínculo es fundamental para transformar una situación de violencia en una de convivencia pacífica a futuro”, externó.
Finalmente, advirtió que para poder implantar en las escuelas este tipo de justicia es necesario que padres, maestros, alumnos y personal educativo conozcan los detalles de este enfoque, divulgar la potencialidad y beneficios que puede traer, y finalmente, aprender a aplicarla correctamente, lo cual se puede hacer sin cambiar drásticamente las normas escolares.