Como sostenemos en “La Escuela que Queremos”, nuestro estudio sobre el estado de la educación en México (puede descargarse sin costo en www.mexicanosprimero.org), para que la transformación educativa sea real y consistente, sustentable y progresiva, necesita ser el proyecto social prioritario; es decir, el proyecto de todos, de los distintos grupos, y puesto en la lista de prioridades.
De otro modo, la educación quedará por debajo de preocupaciones válidas, como el combate a la corrupción, el impulso de la seguridad o la recuperación del empleo y del ingreso.
Para que de la ley se llegue a los cambios en el aula, que es donde cuenta, la propuesta de Mexicanos Primero es fortalecer el compromiso y las capacidades de los agentes de cambio, en cinco aspectos. Ahora abordo los tres primeros:
1) Espacios y mecanismos de participación y comunicación: Justamente una de las debilidades principales de esta etapa ha sido la inadecuada comprensión y, por ende, la limitada apropiación de los cambios señalados en la ley por quienes tienen que concretarlos en la vida cotidiana. No involucrar intensamente a quien tiene que hacer que las cosas pasen, y sólo prescribir desde arriba y desde afuera, sin modelar las actitudes y las prácticas, no alcanza para transformar.
2) Marco regulatorio adecuado: Un cambio en la Constitución y leyes debe continuarse hasta reglamentos, acuerdos y directivas, que en varios aspectos, señalados en el libro, están pendientes todavía, y son fuente de contradicciones y efectos contraproducentes al diseño original.
3) Información disponible: Sin asegurar que el proceso es transparente y se puede monitorear, está servido el ambiente para la novela rosa y la leyenda negra, las dos caras del prejuicio. “Todo bien” o “todo mal” no son nunca verdaderos, y sobre todo no sirven para actuar, para ajustar. Urge un paso decidido para la disponibilidad pública de la información –para familias, maestros, académicos y organizaciones de ciudadanos– de los procesos clave.
En la próxima entrega abordaré los otros dos. Por ahora, espacios de participación, reglas más detalladas e información disponible son tanto obstáculos actuales, cuando faltan, como rutas de continuidad y avance cuando se concretan.