No pienso que el 14 de enero de 2016 se convierta en una efemérides especial, pero marca un hito en las relaciones entre la Secretaría de Educación Pública y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Ese día, el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, dijo que la SEP lleva a cabo una depuración de la nómina: “Puedo informar que tenemos ya plenamente identificados a casi dos mil 200 comisionados sindicales con goce de sueldo, y el día de hoy quiero anunciar que a partir de esta quincena, la segunda quincena de enero, se dejarán de pagar a los comisionados sindicales” (Excélsior, 15 de enero).
Como dicen los críticos que censuran toda acción de la SEP y del gobierno, el secretario nada más cumplió con la ley, no hizo nada extraordinario. Una vez asentado que no hay nada milagroso, va un voto de reconocimiento. Nadie se había atrevido antes.
Eliminar de la nómina a alrededor de dos mil 200 comisionados sindicales no es un paso menor, aunque no fue un acto de autoridad nada más, como lo dio a entender el secretario. Hubo negociaciones que, me imagino, llegaron a ser tensas con la dirigencia del SNTE. Los líderes no renunciaron a privilegios de buena manera, pero tampoco tenían muchos asideros.
El secretario dio el manotazo al comienzo de un año cargado de elecciones donde el cálculo político indicaría calma y poca movilización. El SNTE y su brazos político, el Partido Nueva Alianza, son aliados que el PRI quiere proteger y hasta apapachar. Sin embargo, Nuño se les fue a la yugular.
El golpe al SNTE tiene valor político y simbólico; denota que Nuño no sólo va contra la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, sino que apuesta, como dijo en alguna ocasión, a una reingeniería de la SEP, donde la nómina sea transparente. Además, pone un benchmarking a sus colegas del gabinete; todo el sector público está plagado de comisionados que se pagan con dinero del erario.
Cierto, ese golpe no acaba con las relaciones corporativas ni finiquita la corrupción, pero abre una ventana para que quienes defendemos un sistema de educación democrático y equitativo vayamos por más.
- Habrá que mirar con lupa las negociaciones de mayo entre la SEP y el SNTE, no vaya a ser que entre las “prestaciones” se cuelen recursos para que el sindicato pague a sus comisionados y no lo haga con recursos propios, es decir, que provengan de las cuotas que la Secretaría de Hacienda retiene a los maestros y le transfiere al Comité Ejecutivo Nacional del SNTE.
- La cifra de dos mil 200 comisionados puede ser engañosa; pienso que nada más se refiere a la nómina que controlan la SEP y Hacienda, no contabiliza a los comisionados de 20 secciones sindicales que cobran en los estados. No veo a los gobernadores que tiene secciones locales numerosas (Jalisco, Puebla y Veracruz, por ejemplo) aventurarse a retirar a los comisionados del SNTE y otros sindicatos locales. Menos percibo que el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, se aviente un tiro contra el poderoso Sindicato de Maestros al Servicio del Estado de México, de más de 100 mil miembros y casi 10 mil comisionados al sindicato y a labores burocráticas. Pero hay que exigir que lo hagan; hay que subirles el costo en credibilidad por seguir manteniendo relaciones corporativas.
- La CNTE, en especial los líderes de la Sección 22 de Oaxaca, acusó recibo del golpe y se preparan para defender sus conquistas. Mas a fe mía que este porrazo es tanto o más fuerte que haberles quitado el control del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca: va directo a los bolsillos de los dirigentes. Hay que prevenir que el asunto de los comisionados no se convierta en bandera política de oportunistas en este año de elecciones.
La castaña contra los comisionados ofrece elementos a quienes arguyen que la Reforma Educativa es nada más laboral. Correcto, hasta hoy la agenda sólo ha provocado mudanzas administrativas y laborales, mas sospecho que el gobierno tiene otras recetas en el horno. No todas serán tan vistosas, pero quizás sean más trascendentes en el plazo largo.
La transición en el orden laboral, dicho sea de paso, es de importancia considerable; es lo que le ha permitido al gobierno comenzar a mover lo que Jesús Reyes Heroles denominó un paquidermo reumático y artrítico.
Insisto en que no debemos dejar que la SEP se haga cargo de todo. Hay que vigilar y presionar para que se den pasos más contundentes hacia una educación democrática.