No se necesita una careta cuando se vive en la hipocresía
Pedro G. Cuartango
Aún no se enfriaba la silla de la que se levantó Aurelio Nuño en la Secretaría de Educación Pública (SEP), cuando José Antonio Meade, precandidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ya estaba sentado frente a los dirigentes de Nueva Alianza buscando su apoyo corporativo al más rancio estilo priista. Como se recordará, el Partido Nueva Alianza (Panal) fue una creación, en 2005, de la dirigencia magisterial conducida por Elba Esther Gordillo y cuyo allegados y familiares quisieron ocupar puestos de elección popular. Es posible que el Panal haya ayudado, en 2006, a ganar al entonces presidente Felipe Calderón (Acción Nacional) frente a su más cercano contrincante: Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Después de la encarcelación de la maestra Gordillo por parte del gobierno de Enrique Peña Nieto (PRI), todo parece indicar que la líder sindical está fuera del círculo de decisiones del Panal. Hace algunos meses, Gabriel Cuadri, ex candidato a la presidencia por esa organización, constató que “Gordillo no tiene nada que ver con Nueva Alianza, absolutamente nada desde hace mucho tiempo; desde hace varios años ella está totalmente fuera del partido. De hecho, todos sus familiares están fuera del partido”. Pero Cuadri no sólo brindó esta información, sino que fue más allá al decir que la maestra Gordillo apoya abiertamente a López Obrador y a Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) (El Universal, 29/07/17, entrevista de Pedro Solá).
Ante este juego de máscaras, vale la pena hacerse algunas preguntas. Primero, ¿aún en la cárcel la maestra Gordillo posee la fuerza necesaria para dirigir el voto del magisterio? ¿No serán las imputaciones de Cuadri sólo una treta para sumarle puntos negativos a AMLO? Si el precandidato de Morena permanece callado y no se deslinda pronto de Elba Esther sabremos o que su desesperación por ganar “la grande” es tanta que ya lo ha llevado a simpatizar con quienes antes juzgaba como miembro de la “pandilla” enemiga, o que los negativos que obtendría López Obrador en caso de admitir a Gordillo son menores al beneficio electoral.
A una alianza AMLO-Elba Esther la puede unir un propósito nada despreciable: derrotar al régimen que encarceló a una y marginó sistemáticamente al otro. Pero las cosas son más complejas de lo que aparentan. Si esta unión se diera, ¿cómo reaccionaría la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que parece simpatizar con la corriente ideológica que eligió Morena? ¿Será el peje el personaje histórico que una a las diversas corrientes antagónicas del extenso sindicato de maestros?
Tanto en el caso del PRI al solicitarle al Panal ir en coalición, como la aparente unión entre Morena y los infortunados líderes sindicales, hacen levantar otro tipo de cuestionamientos: ¿estamos ante el resurgimiento del corporativismo pese a sus evidentes fallas o sólo presenciamos una reunión de fuerzas partidistas sin mayor implicaciones de gobierno a futuro?
En este escenario, intriga saber qué se piensa sobre la autonomía de los docentes. Es decir, qué dicen las maestras y maestros de México sobre: (1) cuestionar y elegir libremente a sus dirigentes, (2) decidir sobre sus trayectorias docentes por medio de la discusión y el diálogo razonado, (3) discutir y afinar la evaluación docente con base en la evidencia de alta calidad científica y sobre todo, (4) defender el derecho de votar como cualquier ciudadano: sin coerción alguna. Aquel candidato que sea imaginativo e incluya estos puntos en su plataforma mostraría su talante democrático al reconocer al maestro mexicano como algo más que una agente políticamente rentable. Ya algunos comentaristas han hablado de las similitudes entre Meade y López Obrador. Una de ellas es querer aparentar lo que no son, ¿sus inclinaciones hacia el corporativismo los certifica entonces como los gemelos concebidos bajo la misma matriz “revolucionaria”?
Por último, que Meade trate negociar apoyos con el Panal abre el espacio para hacerle preguntas directas a él y a su jefe de campaña. ¿Eso de recuperar la rectoría del Estado sobre la educación fue sólo una frase que justificaba la recentralización del poder a su favor? ¿Si negocian apoyos con el Panal y ganan la presidencia qué cederán a cambio? ¿No fue el propio Nuño quien durante su paso por la SEP decía que los gobiernos panistas habían “entregado” la educación pública (Reforma, 31/03/17)? ¿Qué diferencia existen entre ustedes y los gobiernos panistas?
Ante una ciudadanía cada vez más atenta y dispuesta a cambiar el juego de máscaras por la mirada clara y sincera, la contradicción se paga caro y en estos terrenos se está metiendo el Revolucionario Institucional, su precandidato y los “Meadebeliebers”, que “se afanan en ocultar el tufo del arribismo con la vehemencia del converso” (Salvador Camarena). Será tarea de todos cuestionarlos y exhortar a que la oposición no siga sus pasos; si es que en verdad quiere ganar votos con la legitimidad necesaria para gobernar este país como lo merece: de manera eficiente y democrática.