Sofía Gutiérrez Larios*
La Educación Inicial ya es obligatoria, según lo marca la propia Constitución. El primer párrafo del artículo tercero estipula lo siguiente:
“El Estado impartirá y garantizará la educación inicial, preescolar, primaria, secundaria, media superior y superior. La educación inicial, preescolar, primaria y secundaria, conforman la educación básica; ésta y la media superior serán obligatorias (…) La educación inicial es un derecho de la niñez y será responsabilidad del Estado concientizar sobre su importancia.”
La Educación Inicial comprende desde los 0 a los 6 años de edad (SEP, 2019). Varias investigaciones recientes han señalado su importancia, incluyendo la del Premio Nobel de Economía, James Heckman, quien en 2015 concluyó que para impulsar el crecimiento económico en nuestro país, es necesario enfocarse en el desarrollo de la primera infancia. Él aseguró que la niñez, en especial hasta los seis años, es la que recibe menos atención.
Asimismo, Isabel Crowley, representante de la UNICEF en México, coincidió en 2014 que en la educación a la primera infancia está la fórmula precisa para que nuestro país enfrente los retos de desarrollo que tiene en cuanto a desigualdad y pobreza.
Efectivamente, la carencia de educación inicial entorpece significativamente el resto de los niveles educativos. Un niño sin preescolar presenta dificultades en su coordinación, motricidad, seguimiento de reglas, e incluso en cuestiones tan básicas, como los colores.
Imaginemos el esfuerzo titánico que deben hacer los profesores de primer grado de primaria para llenar estos huecos, y además, lograr la lectoescritura y asentar el pensamiento matemático. Y esto es mucho más frecuente de lo que imaginamos, sobre todo en las escuelas vespertinas, y en las periferias citadinas.
El acento en la Educación Inicial es muy reciente. El Preescolar tiene apenas 10 años de ser completamente obligatorio, cuando primer grado de dicho nivel se tornó un deber. Según el Informe “La Educación Obligatoria en México” (INEE, 2019), sólo 8 de cada 10 niños acude al preescolar, y ni siquiera se cuenta con cifras exactas sobre Educación antes de los tres años de edad.
Ahora que la Educación Inicial ya es obligación estatal, el desafío es enorme: actualizar estadísticas, crear programas de estudio y libros de texto, capacitar docentes, y concientizar a las familias de lo vital de dicha formación. El ritmo de avance ha sido hasta ahora lento, pero sí se le asigna la prioridad suficiente, los objetivos pueden alcanzarse, y con ello, forjar las bases para el mejoramiento de la Educación Primaria y el resto de los niveles educativos.
El desarrollo infantil temprano, además de ser un derecho, brinda rendimientos a largo plazo para los países. Rendimientos que se traducen en economía; pero también en niños, jóvenes y ciudadanos más exitosos y felices. Porque para mejorar la cúspide, es preciso empezar por las bases.
*Maestra de primaria en escuela pública. Licenciada en Educación Primaria por el Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima (ISENCO). sofiglarios@hotmail.com