Proyecto: La reforma educativa en el marco del derecho a la educación
Universidad Iberoamericana
Es común escuchar entre los maestros egresados de las normales rurales llamarse entre sí “licenciado”, “ingeniero”, “abogado”, etc., haciendo alusión a la profesión que querían ejercer antes de ingresar a la normal. En muchas historias de vida el normalismo aparece como una opción accesible ante condiciones de vida precarias, en palabras de un grupo de ellos:
Tuve la oportunidad de presentar un examen para ser ingeniero, lo pasé, aguanté un año… había un maestro que me reprobó porque no tenía dinero para pagar, y en ese momento se me cortaron todas las ilusiones que tenía… Busco opciones porque no quería quedarme en el pueblo a ser uno más, me encuentro a un tío y me dice existe una normal, yo ni la conocía, una normal en el estado de México.
Mi idea era estudiar derecho, yo quería ser abogado, desafortunadamente mi papá me lo dijo, sabes qué, tú saliendo de la secundaria te vas a trabajar conmigo. … pero cuando salí de la prepa y ya no quise trabajar con mi papá, voy por la calle y me encuentro un volante de la normal.
En un primer momento mi intención era estudiar administración de empresas, pero tenía varios primos que estudiaban en la normal de Ayotzinapa, entonces cuando yo iba saliendo de la preparatoria ellos me dicen y dónde piensas estudiar y cuando egreses dónde vas a conseguir trabajo.
Esto habla de la tarea que el normalismo rural ha estado ejerciendo al fungir como un espacio de rehabilitación de trayectorias y vocaciones en estado crítico. Ante un panorama de bajo crecimiento económico en el país que se ha mantenido por décadas dicha labor no es menospreciable. Este paulatino empobrecimiento de la calidad de vida queda registrado en las historias de vida de quienes encontraron en el normalismo rural una alternativa ante opciones limitadas de movilidad social:
La ventaja que se tenía ahí [municipio de Emiliano Zapata, Hidalgo] era que estaba pegado a una ciudad que había crecido económicamente, industrialmente, que era Ciudad Sahagún. Ahí en los años 70, 80, algunas empresas, como DINA [Diesel Nacional], Bombardier, decidieron invertir en ese lugar. De hecho eran en parte subsidiadas por el gobierno pero a raíz de la época de Salinas de Gortari donde las fábricas las empiezan a privatizar, la calidad de vida en estas comunidades empieza a decrecer, empieza a haber pobreza, gente que se tuvo que ir al DF a buscar trabajo de lo que fuera.
Resulta impactante correlacionar estas historias de vida en el trayecto que ha tenido el desarrollo nacional. Desde 1982 se han vendido más de mil empresas públicas, el crecimiento anual de 6.1% sostenido entre 1934 y 1982 ha descendido desde 1983 a 2.5%[i]. Y a 4 años de promulgadas las reformas estructurales derivadas del Pacto por México la tendencia inaugurada en 1983 parece seguir su cauce, con un crecimiento promedio de 1.3%[ii]. En cambio, el país se ha posicionado como potencia maquiladora,[iii] no obstante, cabe cuestionarse el impacto que ha tenido el crecimiento de este rubro. Retomando los testimonios de normalistas egresados, acerca de la industria maquiladora:
Una de las cosas que más llamó mi atención al llegar a Tenerías era que teníamos acceso a un trabajo, y quizás de forma asegurada, que viniendo de un lugar donde te pueden correr mañana, donde te pueden encerrar para que trabajes hasta las dos de la mañana o hasta que saques la producción… se abre una perspectiva del cambio que puede haber en tu vida de manera rápida.
De lo anterior se deriva una característica principal del normalismo rural durante este período de bajo crecimiento: se trata de una institución longeva que, frente a los ajustes estructurales, sigue vigente, ya que ha mantenido en resistencia un proyecto educativo inclusivo. Así, ha extendido la educación de nivel superior a una población con pocas oportunidades de movilidad social, configurándose como un espacio de crítica del que egresan profesionistas con un perfil orientado a reivindicar las injusticias sociales e históricas, que no son tan lejanas, sino que datan de apenas algunas décadas y cuyos efectos se siguen experimentando.
Quizás se deba a este contexto el que las Normales en general y las rurales en particular sean tildadas de “semilleros de guerrilleros”. El contacto directo con las localidades rurales, aquéllas con una población menor a los 2,500 habitantes de acuerdo al criterio de INEGI,[iv] los pone de frente a los contextos más vulnerables ante las reformas estructurales. Es ante dicho panorama, que amerita de acción e iniciativa, que los maestros, en conjunto con sus comunidades, han sostenido a sus escuelas.
Si tiene una escuela rural, yo vengo para eso, el supervisor me dijo “no sabes lo que pides”, “yo me formé en una normal rural y sé de lo que se trata”, dije. Me enviaron a una escuela rural comunitaria, incompleta, multigrado, en una comunidad de apenas 118 habitantes, a 3,640 msnm, yo soy originario de una zona de 500. Pero yo ya traía esa convicción formada durante los 4 años de licenciatura, y dices aquí los maestros son los obligados de lograr ese cambio, necesitamos profesionales comprometidos con el cambio.
Dicho perfil, el de “un profesional comprometido con el cambio”, tal como lo expresó Salvador Allende en su célebre discurso en la Universidad de Guadalajara en 1972, es el molde en el cual se han formado los normalistas rurales. En el marco de la presente reforma educativa, el docente es el elemento clave, a él se le atribuye lograr una educación de calidad en los estudiantes a través de la constante evaluación de su desempeño. Cabe preguntarse, ¿a través de esta reforma se promueve la formación de profesionales comprometidos con el cambio? Por otro lado, con la reforma se ha puesto fin al llamado “monopolio de las normales” en el ámbito de la formación docente, dándole la posibilidad a cualquier profesionista de desempeñarse en las aulas de acuerdo a las reglas del Servicio Profesional Docente.
Sin embargo, ¿todo profesionista egresa con la convicción de mantener un compromiso con las comunidades marginadas para generar un cambio en ellas? No necesariamente el compromiso con el cambio pasa por el ejercicio de la docencia, primero que nada se requiere de convicción y para crear convicción se requiere atraer a posibles aspirantes a la docencia. Pero de acuerdo con el informe del INEE, “Los docentes en México” (2015) la demanda por la docencia va a la baja: en los últimos dos ciclos escolares hay menos demanda, casi un 30 % menos, y se ha reducido la matrícula de las escuelas normales.[v] Además, la capacitación recién anunciada en el marco del programa de Formación Continua para Docentes en Educación Básica correrá principalmente a cargo de las universidades, y en segundo lugar de algunas normales,[vi] lo cual las va marginando paulatinamente del esquema de capacitación.
Frente a este panorama cabría pensar que más allá de abrir el ejercicio de la docencia a todo perfil profesional de manera indistinta se requiere fortalecer la carrera desde una perspectiva integral, volviéndola atractiva y sobre todo, basada en fundamentos firmes a través de la formación inicial en las normales. Esa es la tarea pendiente en esta reforma educativa.
[i] Adame Cerón, Miguel Ángel (2013). Movimientos sociales, políticos, populares y culturales. La disputa por la democracia y el poder en el México neoliberal (1982-2013). México, Itaca.
[ii] Luna, Carmen, CNN-Expansión, “2014: ¿El año en que terminó el ‘Mexican Moment’?” 15.12.14.
[iii] González, Roberto, La Jornada, “Para que México avance no bastan reformas: Krugman”, 25.12.15
[iv] Cervera y Rangel (2015). Distribución de la Población por Tamaño de Localidad y su Relación con el Medio Ambiente, INEGI. p. 16
[v] Valle, Sonia del, Reforma, “Pide Schmelkes conocer mejor a maestros”, 08.04.15.
[vi] Formación Continua. formacioncontinua.sep.gob.mx