Tomando en cuenta que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) contabilizó en 2010 a 5 millones 739 mil 270 personas, es decir 5.1% de la población total con una capacidad diferente, el tema de la incorporación de estudiantes con capacidades diferentes es de gran relevancia.
Para hablar de una educación inclusiva debemos cumplir con reconocer el derecho que tienen los niños y adolescentes, jóvenes y adultos, señala Gisela Itzel Flores Hernández, estudiante de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros durante el Foro Regional de Educación Básica del Distrito Federal.
Flores Hernández expone que esta visión implica que la educación debe verse, no como el privilegio de unos pocos, sino como un derecho de todos, a una educación de calidad, que considere y respete las diferentes capacidades y necesidades educativas, costumbres, etnia, idioma, discapacidad, edad, entre otros.
Añade que para poder garantizar esto primero es indispensable puntualizar que en el ámbito escolar se deben incluir diversas capacidades y en todas se pueden trabajar la integración a partir de tres niveles; primero desde un nivel familiar, ya que los familiares del alumno deben reconocer al sujeto con dicha capacidad para iniciar el proceso de integración.
Finalmente, sostiene que la escuela debe ser un instrumento para la igualdad de oportunidades para todos, además de un espacio de integración social, donde se conoce, comparte y convive con personas provenientes de otros grupos sociales, y se aprende a respetar y valorar al diferente.
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