En su artículo “La suspensión de ENLACE: ¿un asunto de fe o de reflexión?” (Educación Futura, 31 de enero de 20149, Pedro Flores-Crespo, investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro, preguntó: ¿quién ejerce la vigilancia y la contraloría social de las acciones que emprenden la SEP y el Instituto Nacional de Evaluación Educativa? La pregunta es pertinente e interesante.
En la actual visión político-educativa, la evaluación se constituyó en el timón de la nave, el mapa de navegación y el capitán; eso exige, desde una perspectiva medianamente democrática, que las acciones gubernamentales junto a las políticas públicas sean objeto de escrutinio riguroso. Si ellas fijan condiciones, establecen marcos normativos y supervisan, luego entonces son primeras responsables y no pueden excluirse a la hora de los juicios.
Por otra parte, Pedro Flores-Crespo advierte algunas ausencias en el debate por la denostada prueba y desliza un cuestionamiento al que quiero referirme de forma más extensa. Literalmente dice: “algunos rectores de universidades públicas prestigiadas ahora hacen mutis cuando en otro momento rechazaban tajantemente (la prueba) ENLACE”. No sé a qué rectores alude, sólo recuerdo una declaración del doctor José Narro afirmando que dicho examen no se aplicaría en la UNAM, pero es otra muy buena pregunta y habría que insistir: ¿por qué no dicen nada? El que calla no dice nada, interpreto, aunque no porque no lo piense o no tenga una postura.
Muchas aristas tiene el cuestionamiento, porque múltiples son las responsabilidades de la universidad con respecto al conjunto del sistema educativo. No es fortuito que las Cumbres Mundiales de Educación, en París, justamente llamaron la atención sobre el desdén con que suelen mirar las universidades a los otros niveles del sistema, y refrendaron el compromiso de las instituciones superiores.
Por otro lado, un balance hecho por viceministros de educación básica en América Latina, recogido por Gustavo Fabián Iaies (“Los debates de la política educativa en el nuevo milenio. Conservaciones con los protagonistas de la toma de decisiones”, Buenos Aires, Aique, 2011), concluyó en el irrelevante papel que jugaron las universidades respecto a la escuela básica.
Hay otro elemento que obligaría a una toma de posición de las universidades públicas: también en ellas (en las que tienen bachilleratos) se aplicó ENLACE. Aquí las hipótesis para explicar el silencio pueden variar: desde la indiferencia con que miraron la prueba y la injerencia de la SEP en su interior, hasta la indignación por la forma en que asumieron con celo la examinación y tomaron decisiones basadas en los resultados, dictados en cierta medida por prácticas fraudulentas y un serio déficit técnico en su elaboración.
La ofensiva mediática a favor de no suspender ENLACE, encabezada por grupos como Mexicanos Primero, junto a las irregularidades demostradas, son ingredientes de un necesario debate de prácticas oprobiosas, aunque todavía circunscrito a espacios reducidos. Un debate muy incipiente pero saludable para vigorizar el sistema educativo y la reflexión sobre la escuela mexicana.
Qué bueno que se debate, qué lamentable que lo discutido se circunscriba a los yerros de la conducción política del anterior y del actual gobierno.
Qué lamentable que en estos debates la televisión siga destinando espacios marginales, desinformando o mal informando.
Qué bueno que unos participen, qué lamentable que muchos de los implicados todavía eludan su responsabilidad. Pero lo más lamentable, sin duda, es el poco impacto entre la sociedad de estos temas ligados a la reforma educativa y a la relevancia de la educación en el presente y en los años por venir.
Twitter@soyyanez