Josefina Vázquez Mota *
Recientemente se anunció la cancelación de la prueba que, desde 2006, se aplicaba a más de 13 millones de niños de tercero de primaria a tercero de secundaria, en alrededor de 120 mil planteles educativos del país. Esta prueba de carácter censal mide lo que los niños y jóvenes deben saber en sus respectivos grados, de acuerdo con el plan de estudios.
La decisión provocó una reacción crítica –que comparto– por parte de diversos organismos de la sociedad civil vinculados a los temas educativos, de evaluación, transparencia y rendición de cuentas. Todos ellos aceptan que la prueba debe mejorarse y evitar algunos de sus usos, pero no están de acuerdo en su cancelación –también lo comparto– si antes no se cuenta con un mejor instrumento.
ENLACE es una herramienta valiosa para los padres de familia. Le permite (o permitía) a los padres de familia conocer, como no lo hace ninguna otra prueba, qué tanto saben sus hijos con respecto a lo que deberían saber y cómo se ubican respecto a otros niños de su salón o de otras escuelas en el mismo grado. Con esta información, los papás podían desarrollar acciones para mejorar el aprendizaje de sus hijos, sus competencias y habilidades. De hecho, la SEP había desarrollado una buena cantidad de herramientas de apoyo para que, a partir de los resultados de ENLACE, los papás y sus hijos tuvieran ejemplos en línea para ejercitarse en todos los temas de la prueba. Adicionalmente y con el paso del tiempo, los papás podían saber el avance de sus hijos.
ENLACE es de gran utilidad para los docentes, directivos escolares y autoridades educativas. Se convierte en un termómetro de la situación educativa del aula, la escuela o la entidad. Varias entidades desarrollaron acciones para mejorar su sistema educativo a partir de los resultados de ENLACE. Sería largo enumerarlas, pero por ejemplo: la formación continua y actualización de los docentes podría darse en función de las debilidades y fortalezas detectadas a través de la prueba; en muchos planteles, los Consejos Escolares de Participación Social analizaban los resultados de la escuela y acordaban medidas para mejorar.
ENLACE se convirtió en un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas que abría los espacios para la participación de la sociedad civil organizada. Todos los modelos educativos exitosos descansan en una intensa y clara participación de la sociedad en el sistema educativo. Siendo Secretaria de Educación, alguna vez le pregunté al creador y responsable de la Prueba PISA qué medida impulsaría, si tuviera que escoger solo una, para mejorar sustancialmente el sistema educativo mexicano. Sin dudarlo un instante respondió que abrir el sistema a la participación social y de los padres de familia. Por lo menos debería llamar nuestra atención que ninguna de estas organizaciones se ha manifestado a favor de la cancelación de la prueba y todas han expresado su desacuerdo.
La mayoría de los argumentos que han esgrimido las autoridades educativas y de evaluación no convencen. Muchos de ellos son de carácter legal, formal, de atribuciones y ámbitos de competencia entre la SEP y el INEE. Este último anunció que está desarrollando una evaluación de la prueba ENLACE. Si ese es el caso, sorprende aun más que antes de tener los resultados de dicha evaluación se tomen decisiones que afectan o pueden afectar a 13 millones de niños.
Se ha mencionado que la prueba se pervirtió. La lista sería larga. De manera general, se hace referencia al hecho de que los resultados de la prueba fueron utilizados para asignar recompensas a los maestros en función del desempeño de sus alumnos. Como consecuencia, una proporción desconocida de los maestros dictaban a sus alumnos las respuestas para así recibir estímulos económicos. Se dice también que las escuelas privadas no dejaban que los alumnos más rezagados presentaran la prueba para así tener mejores resultados. Todo ello es detectable y corregible. Por ejemplo, se requiere que la prueba no se utilice para definir los incentivos a los maestros. También existen mecanismos para saber cuándo copiaban los alumnos en la prueba o cuándo no realizaban la prueba los estudiantes con mayor rezago. Todas estas situaciones se presentan, pero es posible corregirlas. No queda claro que la solución sea cancelar la prueba.
Alrededor de ENLACE hay por lo menos tres debates que deben darse de manera transparente y bien informada antes de tomar cualquier decisión. El primero de ellos tendría que ver con la pertinencia y utilidad de las pruebas censales y estandarizadas; el segundo tendría que estar orientado a las características técnicas de la prueba, es decir, determinar si la prueba mide bien lo que se pretende medir; y el tercero, el más amplio, identificar los usos legítimos de los resultados de la prueba y cancelar los “malos usos”.
La medición de los procesos educativos y sus resultados están alineados con la calidad, la transparencia y rendición de cuentas y, en síntesis, con los fundamentos de una sociedad democrática. Por lo pronto, la sociedad en general y los padres de familia perdimos un termómetro que nos permite “medir” el desempeño de nuestros hijos en las escuelas. Espero que sólo sea temporalmente. Cancelar la prueba, sin discutirla o analizarla, sin tener algo que la sustituya, equivale simplemente a tirar el termómetro o a responsabilizar a este instrumento de los males del sistema educativo generados o reproducidos por otros.
* Ex Secretaria de Educación Pública.
Publicado en el Blog de Josefina