El aire condescendiente, amabilidad que caracteriza al maestro Carlos Prieto resguarda -casi a la perfección- su interior febril e impaciente. Detesta perder una fracción de segundo de su productivo tiempo. Rehúsa ocuparse de lo trivial. Entrega toda su energía a pensar. A crear. A diario. Horas y horas. Literatura y música. Exigente pasión. En una suerte de rapto le lleva a juzgar:
“Hay aquí, en México una afición enorme por la música. Hay hoy más que nunca, orquestas en todo el país. Conaculta protagoniza un papel muy importante en la formación de nuevos músicos…”.
“…aunque la educación musical diste de lo que debía ser…”.
Asombro, desencanto, incredulidad. Eso expresaba el rostro del violonchelista Carlos Prieto al añadir:
“Hoy no se ensaña música ni en primaria… ¡ni en secundaria!, creo se privilegia a las matemáticas. A la música no se dedica lo suficiente”.
Eso ocurre en México. En Michoacán, donde existe el “Conservatorio de Las Rosas”. Está en Morelia. Es el más antiguo del Continente Americano. El de Harvard surgiría muchos años después.
“La educación musical -juzga el maestro Carlos Prieto- se inicia en la pre-primaria. En el kínder. La vocación no riñe con la profesión”.
“Estudios de instrumentos y lenguas resultan propicios a los 4 a los 5 años. Resultan tarea fácil. Si un nieto mío fuera llevado a esa edad a -pongamos por caso- China, en cosa de 6 meses hablaría el chino con la fluidez y naturalidad de un niño chino de su misma edad. La educación temprana da”.
“¿La Reforma Educativa – ya en marcha- atiende a la educación musical?”.
“No lo sé. No la he visto. Por estos días me reuniré con responsables…”.
“¿Están dotados los mexicanos para la música, maestro Prieto?”.
Parte de una bella vasta casona en un espléndido rincón de la Ciudad de México, el estudio-celda- laboratorio de don Carlos Prieto es lugar de silencio y reverencia. Aquí oficia. En espacio suficiente y cómodo. Entre paredes que revelan e inspiran. Un piano bien empotrado. Atriles. Violonchelo en lugar privilegiado. Lámparas que iluminan estrictamente. Ventanales cuyos cristales apenas dejan asomarse a porciones de cuidado del jardín. Una angosta escalera se desprende del recibidor. Y aquí:
“¡Los mexicanos están extremadamente dotados para la música! Pocos países tienen tal diversidad de música popular. Veracruz, Yucatán, el Norte de México. Los mariachis. Existe gran variedad. Un verdadero potencial. Una mina de talento. ¡Ojalá se explotara a fondo!”.
Entrevista completa en El Sol de México