
El codiseño curricular y la integración curricular fueron los protagonistas de la pasada sesión ordinaria del Consejo Técnico Escolar (CTE). La Secretaría de Educación Pública (SEP) guió el análisis desde las razones y los argumentos de un plan de estudio en implementación, es decir, los porqués y los para qués, a través de las orientaciones plasmadas en el texto del mismo nombre. Se dejó temporalmente de lado la perspectiva del programa de estudio para reducir la insistencia en los aspectos metodológicos de la formulación del programa analítico.
En esa sesión, la atención se centró en los fundamentos del currículum integrado, destacando la importancia de equilibrar los contenidos y procesos de desarrollo de aprendizaje establecidos en los programas de estudio nacionales y obligatorios —específicamente los programas sintéticos— con los contenidos contextualizados a nivel nacional, local y regional, definidos por las y los docentes en su programa analítico, a partir del cual se proyectara el plano didáctico. De ahí su relevancia.
Centrar el trabajo docente y la enseñanza únicamente en el primer plano de concreción curricular —es decir, en el currículum nacional— sin considerar las características del entorno en que se ubica la escuela y del contexto de donde provienen sus alumnos implica una visión parcial y una práctica descontextualizada sin la claridad de un enfoque territorial. Esto es precisamente lo que el marco curricular del plan de estudio busca evitar. En consecuencia, se dificulta la orientación del plano didáctico —proyectos de aula, escuela y comunidad— mediante metodologías activas que fomenten la interdisciplinariedad y articulen un entramado de saberes y capacidades para fortalecer la relación entre la escuela y la comunidad. En este sentido, dicho enfoque resultaría poco pertinente.
Esta tendencia a instrumentalizar y simplificar una realidad compleja ha tenido consecuencias negativas, como la proliferación de formatos burocráticos que las autoridades educativas exigen a las y los docentes para documentar su práctica reflexiva. Lejos de aligerar la carga, esto supuso una recarga administrativa.
A finales de marzo, se llevará a cabo la sexta sesión ordinaria del CTE. En esta ocasión, le corresponderá a los colectivos docentes definir la temática. Vendría bien la incursión en otros temas diferentes a los propuestos por la SEP. Uno de ellos podría ser el currículum integrado, a fin de conocer su concepción, características, semejanzas y diferencias con el Plan de Estudio 2022.
Otro tema igualmente relevante, aunque hasta ahora ausente o apenas abordado de manera tangencial, es la decolonialidad. No solo desde una perspectiva filosófica y epistemológica —que, por cierto, sería valioso considerar— sino también desde la pedagogía y la didáctica. Es decir, desde una visión anclada en las pedagogías del sur: la pedagogía decolonial y la didáctica decolonial. Esto implica comenzar por la decolonización del currículo, estrechamente vinculada con la ecología de saberes.
En este sentido, valdría la pena retomar la serie bibliográfica editada por la SEP Un libro sin recetas, particularmente los volúmenes correspondientes a las fases tres y cinco, dirigidos a maestras y maestros de preescolar, primaria y secundaria.
Es fundamental aprovechar la nueva modalidad de los CTE para profundizar en la revisión de estas u otras temáticas, que resultan clave para comprender a fondo la filosofía de un currículum llamado Plan de Estudio 2022.
Carpe diem quam minimun credula postero