La presidenta de Mejoredu, Silvia Valle, y la comisionada Etelvina Sandoval dedicaron las últimas semanas a buscar algún acomodo en la Secretaría de Educación Pública de Mario Delgado.
Ni siquiera queda la esperanza; tal vez lo único garantizado sea una torta de jamón para el recreo escolar. Ese es el panorama en la educación básica tras la extinción de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), sin que nadie, absolutamente nadie, defendiera lo que representaba esta institución en sus dos décadas de existencia.
Si, a pesar de todo lo que la sociedad civil organizada impulsó para evitar la desaparición del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), no se logró la reconsideración presidencial, ahora podemos entender lo que ocurrió con la institución más técnica del sistema educativo. Su presidenta, Silvia Valle, y la comisionada Etelvina Sandoval dedicaron las últimas semanas a buscar algún acomodo en la Secretaría de Educación Pública de Mario Delgado.
La tendencia impuesta por el gobierno anterior del presidente Andrés Manuel López Obrador, de despreciar y ser indiferente ante los grupos de especialistas, continúa en el inicio de la gestión de la presidenta Claudia Sheinbaum en temas como la desaparición de siete organismos autónomos y la reforma judicial.
La especialización y el conocimiento técnico les estorban. Sin embargo, en áreas como la evaluación educativa, sería indispensable tratar con expertos para saber hacia dónde ir o qué corregir.
Pero eso, al parecer, no importa; es lo de menos. Sí, ya lo hemos visto. Al menos quedaba algo de esperanza al inicio de esta administración, pero el desdén demostrado, junto con el reparto de las comisiones legislativas en el Congreso, lo ratifican… (Si quieres leer el texto completo, aquí en Opinión 51)