Pedagogías del Sur y Decoloniales: principios formativos en la Nueva Escuela Mexicana

Mtro. Irvin Uriel Gudino Terán

Una de las tareas específicas para la consolidación de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) será la oportuna socialización de las perspectivas teórica-conceptuales sobre un nuevo canon como principio formativo. Estas herramientas conceptuales se convertirán en un lenguaje común a partir del cual podremos problematizar la función social de la educación desde el humanismo mexicano. En el entramado de las distintas propuestas teóricas, en esta ocasión, pretendo generar este ejercicio interpretativo sobre la relación entre las pedagogías del Sur, las pedagogías decoloniales y los principios formativos de la NEM.

¿Qué entendemos por pedagogías del Sur? El Sur no es una coordenada geográfica del mapamundi representativo, sino una categoría construida desde la geografía crítica que hace referencia a una posición existencial, política, económica y social de subordinación. La noción de Sur nos permite tomar una posición estratégica para pensar nuestra propia condición de subalternidad, ya sea por razón de clase, etnia, género u otra estructura sistémica. Además, las pedagogías del Sur hacen referencia a un proyecto educativo de emancipación. En ese sentido están emparentadas con algunas pedagogías críticas, antirracistas, feministas y filosofías de la liberación. El trabajo educativo emancipatorio se entiende como una serie de procesos abiertos que buscan liberarnos de las condiciones de desigualdad estructural en vías de la construcción de una sociedad con equidad y justicia social.

Las pedagogías del Sur y decoloniales buscan incorporan saberes ancestrales negados históricamente que representan algunas alternativas frente a los límites de la racionalidad occidental. Por ello son también una crítica a la modernidad eurocéntrica. Representan un posicionamiento teórico-práctico radical, desde donde se realiza una crítica a la herencia colonial reflejada en nuestras instituciones: patriarcado, capitalismo, racismo, etc., para transitar hacia una modernidad no eurocéntrica y una sociedad con vistas a la equidad y la justicia social.

¿Cuáles son las propuestas pedagógicas desde el Sur que se incorporan en la NEM? ¿Para qué nos sirve incorporar las pedagogías del Sur en la formación docente? Incorporar estas pedagogías a la formación de formadores implica transformar la identidad y práctica docente como un agente comunitario, quien funge como mediador para emanciparnos de la estructura social colonial, rechazando todo discurso y práctica racista, sexista, clasista o cualquier otra actitud discriminatoria en la comunidad.

Al distanciarnos de la razón instrumental, las capacidades a desarrollar tienen la intención de ser integrales, de no encasillar los conocimientos en distintas disciplinas o especialidades y promover el carácter interdisciplinario entre campos formativos. A su vez, se replantea de manera urgente la relación que tenemos con la naturaleza, promoviendo una ética planetaria no antropocéntrica. De igual forma se cuestiona y analiza la manera en que nos relacionamos con los Otros desde el ego occidental, intentando rescatar saberes comunitarios más allá del sentido monocultural del conocimiento científico, promoviendo una epistemología horizontal y una convivencia escolar sin violencias raciales, sexistas, clasistas y de género.

Por ello, se revaloran los saberes locales y comunitarios, y se intenta rescatar saberes ancestrales que nos unan como comunidad. Se fortalece el vínculo entre la escuela, comunidad y territorio. Las aulas y las escuelas no son laboratorios aislados, los problemas y necesidades educativas tienen un trasfondo social, territorial y comunitario. Toda producción de conocimientos es situada y contextualizada. Se promueve el diálogo y justicia epistémica con la intención de avanzar en el carácter democrático de la educación, donde se promueve el reconocimiento de nuestras diferencias.

La formación docente normalista no es instrumental, técnica y descualificada de teoría en tanto se promueve la reflexión humanista y el pensamiento crítico. La práctica docente y la investigación educativa parte de una condición epistémica horizontal, donde el carácter social del proceso de enseñanza-aprendizaje se unifica con el carácter comunitario de la producción de conocimiento. La interacción social entre docentes, alumnos, padres de familia y actores escolares en general surge desde el diálogo horizontal. El docente aprende a construir la convivencia escolar y comunitaria desde el diálogo, a partir de la cual se resuelven conflictos a causa de estereotipos raciales, sexistas, clasistas o de género.

Así pues, la situación actual del cambio de paradigma educativo a nivel federal ha involucrado una serie de retos a corto y largo plazo que necesitan de proyectos sobre formación continua para el gremio magisterial. Distanciándonos del término “capacitación”, necesitamos la articulación de proyectos de formación inicial y continua sobre las diferentes herramientas teóricas metodológicas que constituyen el modelo pedagógico de la Nueva Escuela Mexicana (NEM), para poder traducirlo a saberes prácticos. Lo que está en liza en este debate es que, mientras la capacitación va en la marcha fugaz de la optimización permanente neoliberal, los proyectos de formación inicial y continua tendrían que replantear a profundidad el sentido de la práctica docente y otras preguntas fundamentales de lo que entendemos por educación hacia el porvenir.

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