Axel Meléndez
Desde Claudio X. González, la Unión de Padres de Familia, Carlos Loret de Mola, hasta Eduardo Backhoff y Ricardo Anaya, han surgido múltiples críticas a los Libros de Texto Gratuitos (LTG). Sus argumentos suenan como estribillo en una supuesta defensa de la educación pública: “defendamos la educación mexicana de la imposición doctrinaria”, “están llenos de ideología”, “son acciones autoritarias”, “el futuro de niñas, niños y jóvenes en riesgo”, “se van a ir de espaldas con el dijistes” son algunos de los argumentos que este grupo de personas ha abanderado para impedir la distribución de los LTG.
Estas críticas y denuncias comparten cosas en común que se podrían agrupar en dos grandes afirmaciones: la educación debe de ser neutra y, segundo, los libros de texto no van a permitir el aprendizaje de las y los niños. Comencemos por esta última afirmación para argumentar el sinsentido de estas.
En la mayoría de los casos, estas críticas se hacen sin fundamentos y sin una investigación profunda sobre los procesos que se desarrollan en la educación, lo que implica que hay un desconocimiento sobre los procesos de enseñanza y los procesos de aprendizaje que se desarrollan en el aula. Esta incomprensión expresa que no se comprende que los libros de texto son una herramienta de muchas que se ocupan en el salón de clases. Es decir, los LTG son un recurso que, aunque ocupan un lugar importante en los procesos educativos, no necesariamente o por sí solos son el centro de los aprendizajes. Simplemente si no existe un vínculo pedagógico y las y los sujetos de la educación (docentes y estudiantado) los libros no tendrían razón de ser.
Dichas críticas al pensar que la o el sujeto de la educación son los libros de texto, colocan en el centro una discusión sinsentido, ya que el centro verdadero lo ocupan personas reales que se encuentran dentro de un espacio pedagógico establecido.
Al desconocer lo anterior, no dan cabida a las múltiples y variadas didácticas que se desarrollan en cada uno de los salones de clases. Pese a que puedan existir directrices u orientaciones generales, son los espacios pedagógicos que construyen las y los docentes, en relación con las y los niños, los que van marcando el ritmo de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Es decir, los libros de texto marcan una guía, pero también es necesario analizar cómo se desarrolla el aprendizaje, desde múltiples y variadas didácticas, en las y los niños. Si los LTG son un motor del aprendizaje, el combustible son las y los niños, así como las y los docentes. Así que, por mucho que le resulte incómodo a varias personas, muchas veces se necesita de las manzanas para que las y los estudiantes puedan analizar el por qué dos más dos es cuatro.
Por otro lado, un sector que realiza las criticas a los libros de texto tratan de mostrar una supuesta neutralidad de la educación y de dichos materiales, afirmando que el actual gobierno quiere “adoctrinar” e “ideologizar” a la niñez mexicana. Ante este argumento valdría recordar y señalar algunos eventos alrededor de los libros de texto para demostrar que la educación nunca ha sido neutra y que siempre se ha encontrado en permanente tensión y disputa. Cuando el presidente Adolfo López Mateos promulgaba el decreto presidencial del 12 de febrero de 1959, afirmaba que “la gratuidad sólo sería plena cuando los alumnos de las escuelas primarias recibieran sin costo, los libros indispensables para sus estudios y tareas”, ante tal iniciativa, padres de familia de escuelas privadas, profesores dentro del negocio de los libros, diferentes periódicos y la industria editorial privada, argumentaban que “eran libros comunistas”, “marcaban el monopolio de los libros” y que “atentaba a la industria editorial”. Es decir, lo que se presenta como un debate original, en realidad es la continuidad de la disputa de origen de los LTG.
Asimismo, referente a la supuesta neutralidad de la que hablan algunos sectores, habrá que preguntarse si cuando el gobierno de Salinas de Gortari retiro los libros de historia porque mencionaban la participación del ejército en la matanza del dos de octubre de 1968 ¿fue neutral esa práctica? O cuando Enrique Peña Nieta impuso una reforma educativa que desarrollaron los empresarios de Mexicanos Primero en su documento “Ahora es cuando” ¿fue neutra esa práctica? Cuando en el sexenio de Felipe Caldero y de Vicente Fox aumentó drásticamente la matrícula de la educación superior privada por encima de la pública ¿fueron neutrales? Cuando organismos internacionales y empresarios presionaron para instalar la política de evaluación estandariza en todos los niveles educativos ¿fue neutro aceptar eso? En pocas palabras, la educación nunca ha sido neutra y ejemplos hay de sobra. Pero ¿por qué la educación nunca ha sido neutra y siempre ha estado en permanente disputa? Simplemente porque es desde la educación en donde se construyen valores, ideas, ideologías, formas de interpretar al mundo y formas de relacionarse en sociedad. Es decir, desde la educación se pueden imponer, no sin resistencias, algunas normas y parámetros en el conjunto de la sociedad. En este sentido, el argumento sobre la supuesta neutralidad de la educación que abanderan los opositores de los LTG es simplemente un acto propagandístico para sembrar miedo y terror, que nubla la profundidad de la educación y los proyectos de los mismos.
En este sentido, podríamos afirmar que las críticas que hacen diferentes personalidades son comentarios sin fundamentos, sin una lectura clara de lo que acontece en los procesos de enseñanza-aprendizaje, que no miran la historia de la educación, sus proyectos y disputas, ya que no reconocen todo el entramado que existe alrededor de la educación. Sus argumentos parecen propaganda que tratan de sembrar el terror por los libros de texto que, si caemos en esa lógica, desdibujaremos la profundidad de lo que está aconteciendo. Al final, dichas personas tratan de construir un fantasma que aterrorice a toda la sociedad.
Pese a estos fantasmas, es importante que el debate sobre la educación siga presente, pero es necesario entender que solo el tiempo podrá marcar las pautas que puedan ayudar a mejorar la educación con miras a entender que los procesos educativos nunca serán completos, ya que el avance de la sociedad, tecnología y de la cultura siempre marcaran los nuevos aprendizajes que son necesarios adquirir. Claro que es importante que los llamados especialistas en educación se pronuncien, pero aún más importante es que el centro del debate y de la argumentación lo ocupen las y los niños, así como las y los docentes que se encuentran frente a grupo en educación básica. Solo a partir de la voz de quienes se encuentran involucrados en los procesos educativos que atañen los LTG, es que sabremos si esos fantasmas se pueden materializar o son un invento sin fundamento para sembrar la confusión. Cualquiera que sea de los casos, es importante no dejar de debatir y profundizar sobre los temas más relevantes en la educación.