David Auris Villegas
Como profesor, desde mi vereda pedagógica, observo una espantosa incapacidad de dialogar para resolver los problemas del Perú, lo que ha contribuido a profundizar las brechas sociales y perpetuar los conflictos. La polarización política, la ausencia de empatía y las posiciones inflexibles dificultan la consecución de acuerdos significativos entre el gobierno y los grupos que protestan, tiñendo de incertidumbre nuestro futuro como nación, pues es insólito tener seis presidentes en seis años.
Ante este panorama desalentador, ejerzamos la pedagogía del diálogo intercultural, siguiendo la propuesta de la Unesco en relación con la Política nacional para la transversalización del enfoque intercultural, impulsada por el gobierno de Kuczynski. Esta política tiene como objetivo fomentar la inclusión y aplicación del enfoque intercultural en todas las políticas, programas y acciones del Estado, apropósito del 9 de agosto, Día Internacional de los pueblos indígenas.
En este sentido, es imperativo que los actores políticos lean estos documentos y comprendan que el diálogo intercultural es un proceso de conversación entre individuos o grupos de diversas culturas, en el cual buscamos comprendernos sin ningún tipo de imposición alguna. El experto alemán en temas de interculturalidad, Gunther Dietz sugiere que, para comprender y valorar las perspectivas y aspiraciones de cada cultura, negociemos en los idiomas de las mismas comunidades que el gobierno actual es incapaz de hacerlo.
Asimismo, las universidades como órganos pensantes están obligados a liderar este diálogo intercultural y la resolución de conflictos sociales mediante la creación de mesas de diálogos entre las partes involucradas en la contienda social a nivel nacional. ¿Acaso no pueden contribuir a mejorar la gobernanza de nuestro país? Este es el momento en que estas instituciones asuman con responsabilidad su rol académico propositivo, en lugar de elevar pancartas de reclamos que pueden incendiar la pradera social.
Por otra parte, las Organizaciones civiles de todo el territorio, en cooperación y basada en el diálogo intercultural, deben esforzarse en conseguir acuerdos consensuados, como recomienda Los Objetivos del Desarrollo Sostenido (ODS), con el objetivo de llevar una sola propuesta de solución al Gobierno que permita acuerdos en beneficio del país, de no hacerlo, las masas continuarán en las calles sin ser escuchados por un sórdido Estado.
Además, los colegios profesionales, pueden contribuir al diálogo intercultural mediante los debates públicos, en las diferentes plataformas, como la publicación de revistas, dándole voz a las personas de todas las sangres que siempre reclamó el taita, José María Arguedas.
Finalmente, a pesar de nuestras diferencias intrínsecas, nos une el Perú. La práctica del diálogo intercultural quizás sea la barca que nos salve de este naufragio social al que fuimos arrastrados por bellacos gobernantes y astutos funcionarios. Ahora, dialogar con todos de manera respetuosa e intercultural es nuestra responsabilidad.
© David Auris Villegas. Escritor, columnista, pedagogo peruano y creador del ABDIV.
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