Octavio Pérez Cabrera
El artículo tercero constitucional en la reforma de 1917 mencionaba que: “La enseñanza es libre; pero será laica la que se dé en los establecimientos oficiales de educación, lo mismo que la enseñanza primaria, elemental y superior que se imparta en los establecimientos particulares. Ninguna corporación religiosa, ni ministro de algún culto, podrán establecer o dirigir escuelas de instrucción primaria”.
El laicismo en las escuelas oficiales que dirige el Estado Mexicano, se refiere a que la educación que este imparta, estará alejada de cualquier ideología religiosa o doctrina de cualquier culto, claramente aplicando la división entre Iglesia y Estado, principio de la Reforma de la República Restaurada de Benito Juárez. Que la educación obedecerá al pensamiento científico y, sobre todo, a un derecho inalienable, ganado por movimientos sociales como la Revolución Mexicana, el derecho a la educación pública hacia los menos privilegiados.
Es en este contexto de 1917, en donde grupos manifestaron su descontento, todos ellos pertenecientes a asociaciones católicas o cristianas que después conformarían la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), pues el Estado les seguía arrebatando espacios de actuación y poder, utilizados en la formación de la población mexicana, la religión se veía trastocada, pues ahora, la educación pública los dejaría fuera, su injerencia de cómo educar a la población desde una moral casi oscurantista, decidiendo en qué creer, cómo tratar la educación sexual, la idea de una familia ideal en un mundo diverso, sin la posibilidad de una decisión personal y de optar por los intereses y necesidades de cada persona.
Ahora y como antes, la historia se repite, recordemos que en 1920, José Vascóncelos impulso una gran cruzada educativa que tuvo como objetivo sustituir el catolicismo como la base de unión del país, por el nacionalismo revolucionario. Desde entonces y ahora, la Unión Nacional de Padres de Familia, buscó por todos los medios que este objetivo no se lograra. En aquellos tiempos, el periódico o los púlpitos del clero eran los recursos utlizados por este grupo, para desacreditar este gran desafío.
La historia avanza, durante el gobierno del presidente Adolfo López Mateos, en 1959 se crea la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito (CONALITEG) y, en 1960 se realiza la primera entrega de los libros de texto gratuito por el dos veces Secretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet; en este periodo vuelve a salir la Unión Nacional de Padres de Familia, su preocupación versaba como ahora, de que los libros eran procomunistas, de ser libros ateos, pues según ellos atentaban contra los derechos católicos y la libertad sexual, afirmaciones nada más alejadas de la realidad.
Actualmente, la Unión Nacional de Padres de Familia junto con los partidos políticos de derecha y medios de comunicación afines, lanzan una campaña apoyados por diversos medios de mayor alcance, la televisíon, la radio y las redes sociales, en donde tratan de imponer la idea de que el contenido de los libros de texto gratuito de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) tienen como finalidad imponer una idealogía o, lo que es es peor, herramientas para el comunismo. En este sentido, no se puede esperar acciones diferentes de este grupo, pues su línea siempre ha sido la misma, así lo refiere la historia, no es la educación pública la que les interesa y preocupa, ni la formación integral de los niños y las niñas mexicanas. Los grupos de la polémica, los moviliza intereses ajenos, como dueños de editoriales que pierden contratos e imprentas particulares, la iglesia apoyado por grupos conservadores como la UNPF y desafortunadamente, los partidos políticos de oposición ven la oportunidad, tomando como pretexto a la educación, como una bandera política de ataque al gobierno actual. La educación pública es lo menos importante, mientras consigan avanzar en sus fines políticos.
Para saber un poco y poner a juicio del lector y la sociedad sobre las expresiones de la coyuntura acerca de los libros de texto gratuito, el objetivo de la Nueva Escuela Méxicana es “promover el aprendizaje de excelencia, inclusivo, pluricultural, colaborativo y equitativo a lo largo del trayecto de la formación” de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, partiendo desde los diferentes contexto de la Repíblica Mexicana. Así mismo, los principios que sustentan la NEM que se pretenden lograr a partir de los contenidos de los textos en cuestión y que serán herramientas de apoyo en la formación de la niñez mexicana el próximo ciclo escolar 2023 – 2024 son:
Fomento de la identidad mexicana: fomentar el amor a la patria, el aprecio por su cultura, el conocimiento de su historia y el compromiso con los valores plasmados en su constitución.
Responsabilidad ciudadana: implica la aceptación de derechos y deberes personales y comunes, por lo que, los estudiantes respetan los valores cívicos esenciales de nuestro tiempo como: honestidad, respeto, justicia, solidaridad, reciprocidad, lealtad, libertad, equidad, gratitud y empatía, entre otros. Con ello se pretende que logren una conciencia social, que estén a favor del bienestar común y promotores de una cultura de paz.
La honestidad como comportamiento fundamental para el cumplimiento de la responsabilidad social, que permita que la sociedad se desarrolle con base en la confianza, sustentado en la verdad de las acciones que permitan una sana relación entre los ciudadanos.
Participación en la transformación de la sociedad: educar personas críticas, participativas y activas que procuren procesos de transformación por la vía de la innovación, la creación de iniciativas de producción que mejoren la calidad de vida y el bienestar de todos.
Respeto de la dignidad humana: contribuye al desarrollo integral del individuo, para que ejerza plena y responsablemente sus capacidades. Asume la educación desde el humanismo como base filosófica, que postula a la persona como eje central del modelo educativo, en donde las y los estudiantes son vistos de manera integral, como una totalidad, con una personalidad en permanente cambio y constante desarrollo, vinculado con otros seres humanos que forman una comunidad entre sí, en donde existe y coexiste en igualdad con todos y participa en su realiadad cotidiana para afrontar en lo colectivo los problermas que se viven, se considera al estudiante como un ser humano social.
Promoción de la interculturalidad: fomenta la comprensión y el aprecio por la diversidad cultural y lingüística, así como el diálogo y el intercambio intercultural sobre una base de equidad y respeto mutuo.
Reconocen en las culturas indígenas y afrodescendientes, entre otras, el fundamento para una sociedad sin marginación ni racismo que viva en la interculturalidad.
Promoción de la cultura de la paz: forma a los educandos en una cultura de paz que favorece el diálogo constructivo, la solidaridad y la búsqueda de acuerdos que permiten la solución no violenta de conflictos y la convivencia en un marco de respeto a las diferencias.
Respeto por la naturaleza y cuidado del medio ambiente: promueve una sólida conciencia ambiental que favorece la protección y conservación del entorno, la prevención del cambio climático y el desarrollo sostenible, promoviendo el pensamiento crítico.
Como se puede leer, en ninguno de los principios anteriores se vislumbra la idea de una ideología o doctrina comunista. Lo que pretende la Nueva Escuela Mexicana, a través del Nuevo Plan de Estudios 2022, sus Programas Sintéticos de donde se toman los contenidos nacionales y los libros de texto gratuito, son la formación de ciudadanos y ciudadanas libres de conciencia, pero sobre todo, más humanos, preocupados y ocupados para la transformación de su comunidad en lo individual, pero con énfasis en la colectividad. Estudiantes respetuosos de la diversidad, la equidad de género y la inclusión, conscientes de los problemas de la comunidad y que participan democráticamente como entes sociales para buscar soluciones de manera crítica, tomando también en cuenta la participación de los padres padres de familia como corresponsables en su formación, que los aprendizajes partan de los intereses y de las necesidades comunitarias.
La guerra que ha declarado la Unión Nacional de Padres de Familia y otros grupos a la reforma educativa actual, en particular a los libros de texto sobre un adoctrinamiento comunista, queda refutarlo con las palabras del Secretario de Educación Pública Jaime Torres Bodet, en los tiempos del presidente López Mateos y que son muy actuales, al decir que:
“Los nuevos programas de estudio [y los libros de texto] no atentan contra la moral, la organización familiar ni tienen tendencias ideológicas[…]; respetan las tradiciones sociales, históricas y de nuestra patria, buscan la superación del estudiante y la concurrencia de padres, maestros y la sociedad para una educación más completa del niño”.
“Nada se aparta –ni los programas ni los textos– de los principales ideales de la democracia… nuestra única voluntad es la de contribuir al progreso y a la unidad de todos los nuestros compatriotas, merced a una educación cívica práctica y funcional en la que se tomen siempre en cuenta los intereses y los valores auténticos de México”.
Aunque los detractores sigan esparciendo en la opinión pública la idea de que los libros de texto gratuito no sirven y algunos los comparen con el libro rojo de Mao Tse – Tung, al extremo del llamado a quemarlos o arrancar las páginas que no coincidan con su pensamiento ideológico, así lo refirió el Frente Nacional de la Familia y el dirigente político del PAN, solicitando a las autoridades a la no distribución del material, que será del uso de alumnos y alumnas de primaria y secundaria durante el ciclo escolar 2023 – 2024, pretendiendo dejar a más de 24 millones de alumnos de educación básica sin los materiales que para muchos son los únicos que están a su alcance como apoyo en la costrucción de sus aprendizajes, sin pensar en aquellos que no cuentan con los recursos económicos para complementarlos con libros de editoriales privadas, o que no tienen la posibilidad de acceder a dispositivos tecnológicos o internet. Es así que, en sus inicios y ahora se pensaron los libros de texto gratuito, para los menos privilegiados que viven en los lugares más apartados del país y se cumpla el derecho a la educación de niñas, niños y adolescentes (NNA), que cuenten con las oportunidades de una formación académica básica y, que el Estado por mandato constitucional debe garantizar, fuera de polémicas e intereses particulares, enmarcado en su articulo 3° referente a la educación y reformado en 2019, que a la letra dice:
“Toda persona tiene derecho a la educación. El Estado -Federación, Estados, Ciudad de México y Municipios- impartirá y garantizará la educación inicial, preescolar, primaria y secundaria […]”.
“Corresponde al Estado la rectoría de la educación, la impartida por éste, además de obligatoria, será universal, inclusiva, pública, gratuita y laica”.
“El Estado priorizará el interés superior de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en el acceso, permanencia y participación en los servicios educativos”.
“Los planteles educativos constituyen un espacio fundamental para el proceso de enseñanza aprendizaje. El Estado garantizará que los materiales didácticos […] sean idóneos y contribuyan a los fines de la educación”.
Finalmente, la participación de las maestras y los maestros ha estado desdibujado en el debate público frente a la cólera y en la defensa de los intereses de los detractores de los libros de texto, que se han asumido como profesionales y expertos en la materia educativa, descontextualizando la realidad en que se han elaborado, trabajado y analizado los materiales didácticos, entre ellos los libros enviados por la Autoridad Educativa a los espacios del colectivo docente.
Es importante saber que, quienes viven y afrontan los diversos contextos de los estudiantes y aplican sus conocimientos pedagógicos y didácticos como reales profesionales de la educación, son los docentes de grupo, son ellos quienes asumen el papel que por amor, compromiso y por vocación entregan día a día en sus aulas para la enseñanza y el engrandecimiento de la patria, superando siempre los obstáculos que les ha tocado vivir, sea por cuestiones sanitarias como pandemias, fenoménos naturales o por coyunturas sociales o políticas como la presente, este no será la diferencia, serán las maestras y los maestros quienes saquen adelante el presente desafío en pro de las niñas, niños y adolescentes de México, que no se menosprecie sus años de formación en las escuelas normales, en las universidades pedagógicas y su profesionalización que la experiencia les ha dado, implementando sus conocimientos en su quehacer y práctica educativa en los salones de clase a lo largo y ancho de todo el país y, que realmente se tome en cuenta que “Las maestras y los maestros son agentes fundamentales y, por tanto, se reconozca su contribución a la transformación social”.
Todo es perfectible en función de los cambios sociales y que la realidad nos exige, sigamos trabajando juntos para una mejor sociedad.