Emilia Székely
Programa Universitario de Estudios de Asia y África, UNAM
Universidad de Educación de Hong Kong
1. Introducción
Aunque es obvio que la escuela no es el único espacio en donde uno aprende sobre la vida, la experiencia escolar es sin duda uno de los factores que más influencia tienen sobre nuestra forma de pensar, de entender el mundo, de relacionarnos con los demás. Imagina el impacto que, para bien o para mal, ha tenido la enorme ampliación en la cobertura educativa a nivel mundial en la forma en que los humanos nos tratamos, nos organizamos, resolvemos nuestros problemas. etc.
Aunque el acceso a la educación formal se ha incrementado en las últimas décadas de forma tremendamente desigual, el promedio de años pasados en la escuela ha crecido en todo el mundo, sobre todo desde la segunda guerra mundial, y en países como China el cambio ha sido tan radical que el porcentaje de personas que llegaron a la educación superior pasó de 7.72% en el año 2000 a ¡43.39% en el año 2015! (Roser & Ortiz-Ospina, 2013).
¿Puedes apenas imaginar lo que dicho cambio está significando para este país?, y siendo los chinos casi la quinta parte de la población mundial —18.47% en 2020 según Worldometer (2022)— con una creciente influencia en el escenario internacional, ¿para el mundo entero?
En China desde hace mucho tiempo la educación ha sido considerada como una herramienta fundamental para promover la movilidad social y mejorar la calidad de vida de las personas, y por eso el Estado ha hecho importantísimos esfuerzos para ampliar la cantidad y calidad de sus recursos educativos, y para asegurar que los que hoy se tienen sean accesibles para todos por igual.
En esta lucha, hay un personaje que ha tenido un rol central y que hoy se encuentra en un importantísimo proceso de transformación y adaptación: el Examen Nacional de Ingreso a la Universidad, mejor conocido como Gaokao (高等学校招生全国统一考试 gāoděng xuéxiào zhāoshēng quánguó tǒngyī kǎoshì).
2. ¿Qué es y por qué es tan importante el Gaokao?
China no sólo ha logrado con éxito que al menos el 77% de sus jóvenes terminen la educación secundaria superior (Chen et al., 2019), sino que en los últimos 20 años ha aumentado el número de universidades en más del doble para ampliar sus posibilidades de acceder a la educación superior (He et al., 2020). Esto ha sido de crucial importancia para la sociedad china, para cuya mayoría el acceso a este nivel educativo representa una oportunidad casi única para su escalada social. Esto es, para romper con el complejo ciclo de la pobreza. A pesar de las crecientes dificultades que encuentran los egresados de la universidad para encontrar trabajo (Chen et al., 2020), en la mayoría de los casos contar con estudios universitarios es una de las pocas alternativas a las que puede aspirar una persona para mejorar su capacidad adquisitiva, enriquecer sus opciones laborales y, para los que no lo tienen, conseguir un registro de hogar (en mandarín “hukou”) en la ciudad, el cual es per se un pase para una mejor calidad de vida. Aquí cabe señalar que en la mayoría de las familias de este país los hijos, una vez adultos, toman la responsabilidad de procurar económicamente a sus padres, abuelos e hijos. Por ello, su acceso a estudios superiores es de suma importancia para el futuro de todos ellos. Más aún si se toma en cuenta que desde la instauración de la política de hijo único en 1979 (a pesar de sus recientes relajaciones), la mayoría de los jóvenes chinos cargan con esta responsabilidad casi exclusivamente en sus espaldas, es decir, sin el apoyo de hermanos o hermanas.
Sin embargo, aunque la matriculación de estudiantes en la educación superior ha crecido de forma tan significativa, al igual que casi todos los países el Estado chino aún no tiene la capacidad de ofrecer educación superior a todos sus ciudadanos. Y por eso, desde la llegada del Partido Comunista al poder ha utilizado un mecanismo oficial para seleccionar a quiénes dar a acceso a este nivel de educación: el Gaokao. Una prueba estandarizada que se realiza anualmente a nivel nacional y que todos los interesados en ingresar a las instituciones de educación superior tienen que presentar.
A diferencia de otros países en los que aunque también existen pruebas estandarizadas similares (como el SAT en Estados Unidos) las universidades tienen la posibilidad de elegir la medida en que quieren tomarlas en cuenta para seleccionar a sus estudiantes (o si prefieren considerar otros criterios como sus currículos, entrevistas, calificaciones, experiencias deportivas, etc.), en China la presentación del Gaokao y la obtención de un mínimo de aciertos en la prueba ha sido un requisito ineludible para quien solicita acceso a cualquier institución de educación superior.
Inspirada en las pruebas estandarizadas que hacían las autoridades centrales del país dede el año 606 AD. para seleccionar, con base en el mérito, a talentos que pudieran ayudar en la realización de las tareas del gobierno (Yu & Suen, 2005), desde 1952 el Gaokao, si bien siguió buscando sentar pautas para guiar al sistema educativo en general para formar y luego poder elegir talentos y recursos humanos capaces de coadyuvar con los planes de desarrollo nacional, en las últimas décadas también ha intentado servir como instrumento para garantizar que el acceso a los recursos que se tienen para ese nivel educativo sea equitativo y justo (Jiang & Guo, 2020). En la visión de las autoridades, dar “la misma oportunidad” a todos de presentar la prueba y obtener resultados suficientes para acceder a las instituciones de educación superior, es la manera más justa de garantizar que cualquier persona tenga “la misma oportunidad” de acceder a la oferta educativa que el Estado es capaz de proveer en función de su mérito e independientemente de su origen, identidad o condición socioeconómica (MOE, 2007; Wu, 2019).
Sin embargo, a pesar de su intención de garantizar la distribución justa de la oferta educativa, en las últimas décadas se ha ido acumulando evidencia de que al ser el único criterio para determinar el acceso a la universidad este mecanismo ha tenido fuertes impactos negativos en el sistema educativo en general y en la vida misma de los estudiantes, e incluso ha acentuado las condiciones de inequidad en el país. Por lo mismo, no se han dejado de probar y ensayar políticas, reglas, contenidos, etc., para ajustar el Gaokao y lograr que cumpla con sus objetivos.
Desde 1987, por ejemplo, se le dio oportunidad a algunas provincias (Kologrivaya & Shleifer, 2020) y a algunas instituciones vocacionales (Xinhua, 2014) para hacer ciertas modificaciones a la prueba según sus necesidades específicas. Y además, desde 2003 se estableció el Programa de admisión independiente para estudiantes de primer año (IFAP, 自主招生), que permitía a algunas universidades de primer nivel matricular de forma autónoma a estudiantes que aunque no obtuvieran puntos suficientes en el Gaokao demostraran excelencia en otras áreas (registro de patentes o publicaciones, por ejemplo) (Wu, 2019).
Sin embargo, la reforma más significativa que ha tenido el Gaokao para atender estas inquietudes ha sido la iniciada en 2013.
Por eso, es importante detallar más a fondo cómo era el Gaokao hasta esa fecha (llamémoslo “viejo Gaokao”), y qué situaciones dieron pie a que se emprendiera el lanzamiento del conocido como “nuevo Gaokao”.
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Texto publicado originalmente en: Szekely, E. (2023). The National College Entrance Examination in China (Gaokao): A Discreet Driver for Global Social Change. In: The Palgrave Handbook of Global Social Change. Palgrave Macmillan, Cham. https://doi.org/10.1007/978-3-030-87624-1_244-1