Cuando aprendemos sobre otras culturas, ampliamos nuestra visión del mundo, cultivando el respeto por las diferencias, quebrando estereotipos y prejuicios
David Auris Villegas
La diversidad cultural hace que nuestro mundo sea más hermoso y fascinante como el arco iris que nos envuelve con la magia de sus colores, sin embargo, según la Unesco, el 89% de los conflictos actuales en el planeta se originan en países con escasa comunicación de calidad, por lo que es necesario vigorizar el diálogo intercultural desde la escuela, para superar los prejuicios y valorar la diversidad humana que enriquece este magnífico viaje cotidiano.
Con el objetivo de lograr una armoniosa vida, cada 21 de mayo, desde el 2001, se conmemora el Día Mundial de la diversidad cultural para el diálogo y el desarrollo, impulsada por la Unesco. Es un día para meditar y generar conciencia mental de los grandes valores y desafíos de la diversidad, afinando el diálogo intercultural como herramienta de compromiso ciudadano, en el que nadie es superior a otro, porque no existe razas entre los seres humanos.
En este transitar, la escuela es el terreno ideal para impulsar el respeto y la comprensión hacia las diversas culturas, donde los estudiantes y docentes tienen la oportunidad de interactuar con compañeros que provienen de diversas culturas, generando espacios de diálogo, tolerancia y empatía, facilitando así el desarrollo de habilidades sociales, como sostiene la Unesco, “la diversidad cultural es tan necesaria para el género humano como la diversidad biológica para los organismos vivos”, convirtiendo a la poderosa diversidad, en una ventaja competitiva para nuestra supervivencia.
Cuando aprendemos sobre otras culturas, ampliamos nuestra visión del mundo y nos vemos obligados a cultivar el respeto por las diferencias, quebrando los estereotipos y prejuicios, gestionamos una actitud de apertura hacia lo desconocido. Durante el proceso educativo, al proporcionar múltiples perspectivas sobre temas como: la historia, la literatura, las artes y las ciencias, abrimos las mentes y corazones, creando oportunidades para el aprendizaje mutuo y solidario, haciendo posible una paz genuina, como diría Johan Galtung.
Por lo mismo, es ineludible que la escuela eduque a los estudiantes para vivir en una sociedad multicultural, interconectada y cada vez más “mestiza”, concordando con Mahatma Gandhi, “la cultura de una nación reside en el corazón y en el alma de su gente”. Sin embargo, a pesar de los avances, aún es fuerte la discriminación, el racismo y la intolerancia en el mundo, por lo que es crucial masificar la presencia de docentes provenientes de diversas culturas, con el objetivo de que los estudiantes tengan modelos a seguir y, puedan verse reflejados ellos mismos en la comunidad docente.
Finalmente, desde una escuela inclusiva, abanderada del diálogo intercultural, apostemos por una vida armoniosa y comprometámonos el logro del desarrollo sostenido y compartido, como legítima aspiración de toda la humanidad.
© David Auris Villegas. Escritor, columnista, pedagogo peruano y creador del ABDIV