A esta experiencia lo llamamos pedagogía de vida que ninguna universidad del planeta imparte, pues mamá todo nos enseña con amor sublime que jamás olvidaremos
David Auris Villegas
Quienes alguna vez hemos confesado nuestras penas a mamá, ella, escuchándonos con calma, nos ha motivado y hemos salido a la vida más alegre y valiente. A esta experiencia lo llamamos pedagogía de vida que ninguna universidad del planeta imparte, pues mamá todo nos enseña con amor sublime que jamás olvidaremos. Esta forma de educación informal tiene un gran impacto en el desarrollo de los niños y realmente todo lo que somos de grande se lo debemos en gran parte a nuestras mamás.
Dada estas consideraciones, en Perú y en algunos países celebramos cada segundo domingo de mayo, El Día de la madre y reflexionamos sobre el papel que ellas desempeñan como nuestra primera maestra natural. El escritor Khalil Gibran, dijo: “los niños son los arcos que lanzamos al futuro”, en ese sentido, la mamá es el arco lanzado desde el hogar al futuro, para guiar nuestros pensamientos y sentimientos con el objeto de hacer de nosotros, mejores personas.
Sin embargo, parece que hemos dejado de lado a nuestras madres y priorizamos los saberes puramente cognitivos que exige el mundo pragmático de hoy, pero recordemos que es ella quien nos enseñó a hablar, a caminar y a desarrollar nuestras habilidades básicas y blandas, como una brújula que nos permite vivir y navegar con acierto las aguas de la vida.
Asimismo, sin la necesidad de un pergamino universitario, muchas madres, desde la juventud hasta peinar canas, continúan enseñándonos la empatía, en muchos casos, como la de dejar de comer para que sus hijos sacien sus apetitos y esa manera de ponerse en el lugar de sus hijos es una herencia de vida, así como la práctica de la solidaridad y la inclusión en el hogar, ya que para ella todos los hijos somos iguales.
Por otro lado, es necesario reconocer el trabajo incansable que hacen las madres durante toda su vida, en la formación y educación de sus hijos, por lo que debemos luchar por una sociedad en la que las mujeres puedan tener las mismas oportunidades laborales que los hombres y nunca debemos compararlas, pues ellas jamás comparan a sus hijos, sino que los promueve a estar unidos siempre y es esa unión la que requerimos hoy, para hacer frente a los embates del destino.
Por último, la educación debe ser una responsabilidad compartida, en la que las madres y los educadores trabajen juntos para proporcionar a los niños y jóvenes el equipaje necesario para el viaje cotidiano y, esta fecha, es una oportunidad para honrar y agradecer a todas las madres, resaltando la pedagogía de mamá, como una herramienta poderosa para regar la vida de los niños y hacerlos florecer.
© David Auris Villegas. Escritor, columnista, pedagogo peruano y creador del ABDIV.