Eduardo Grajales
Bien dicen que no hay mejor forma de juzgar a alguien que por sus resultados, y derivado de ello, la maestra Leticia Ramírez, recién nombrada titular de la SEP, tiene el voto de confianza y grandes preguntas por responder.
Empero, a juzgar por sus antecedentes se observa que el movimiento que hizo el presidente en esa cartera nos habla nuevamente de un perfil de operador político, que de uno académico enfocado a tareas netamente educativas.
Aunque la maestra Ramírez tendrá necesariamente que mantener el ritmo en esas dos dimensiones del sector educativo, su perfil indica que estará más abocada a promover la estabilidad política en un magisterio nacional que hoy se encuentra acéfalo de liderazgos reales, situación que ha estado causando gran polarización particularmente al interior del SNTE y que, de no atenderse, podría generar conflictos serios que puedan trastocar la relación entre ese importante bastión político y los intereses del presidente de cara a la sucesión de 2024.
Si la maestra Delfina logra obtener el poder en el Estado de México en las próximas elecciones, Ramírez será quien cierre la pinza en esta operación política con el magisterio mexicano, que hoy representa un importante coto de poder político que se está sorteando entre varias fuerzas políticas magisteriales importantes, como la vieja pero activa estructura de la recién aparecida maestra Elba Esther Gordillo; el incipiente pero sólido liderazgo del maestro, Ricardo Aguilar, coordinador del Movimiento Nacional por la Transformación Sindical , y algunas fuerzas dispersas integradas por varios líderes regionales que han manifestado su interés en la dirigencia del SNTE; y, por supuesto, el grupo denominado charro que actualmente comanda el cada ve más aminorado y señalado maestro Cepeda Salas.
De tal manera entonces que la llegada de un perfil netamente político a la SEP, cuya gestión se ha basado en la relación pública, y el análisis y gestión de problemáticas sociales, como es el caso de la ex coordinadora de atención ciudadana del presidente Obrador, es un mensaje claro de que el mandatario buscó a otra mujer de toda su confianza para operar dos aspectos fundamentales en su gobierno: la excelencia educativa y la democratización sindical en el SNTE.
Sabedor de que una cosa no podrá ser posible sin la otra, y de que los únicos capaces de lograr tal hazaña son las y los maestros, el presidente nombra a una mujer aparentemente conocedora y con experiencia en el trato y la relación con dos actores clave (el SNTE y la CNTE) desde las cuales habrá de tejer fino para armonizar estas dos ideologías totalmente antagónicas, pero con un interés común: el poder en el sistema educativo mexicano.
Esperemos que la maestra Ramírez, de la mano del presidente, logren cumplir un reto que por lo menos los anteriores regímenes priistas y panistas no pudieron más que mantener a raya, a base de canonjías y componendas que tanto afectaron a la educación de este país, y cuya misma dinámica -aunque más distante y matizada- tuvieron que establecer los primeros dos secretarios de Educación de la 4T, Esteban Moctezuma y Delfina Álvarez, sin resultados extraordinarios.
Lo anterior deberá suceder obligadamente a la par de implementar estrategias capaces de lograr mejores condiciones para una educación mexicana, cuya estructura está desvencijada y crujiendo por la corrupción todavía latente en su interior, y por los continuos recortes presupuestales, sub ejercicios presupuestales y falta de recursos humanos, materiales y tecnológicos necesarios para atender el derecho educativo, como lo evidenció la pandemia de COVID 19 en las aulas.
¿Podrá la maestra Ramírez lograr establecer acuerdos con las disidentes facciones magisteriales y acallar las voces que demandan una verdadera democracia sindical en el SNTE? ¿Será capaz de mantener la estabilidad con la CNTE ante el empoderamiento que está ha tenido en los últimos años? ¿Logrará establecer la nueva titular de la SEP una estrategia contundente que permita rebatir los enormes rezagos escolares dejados por la pandemia, y los históricos educativos?
Sin duda, grandes retos para la nueva titular de la SEP que tiene desde ahora y en menos de dos años, grandes temas por atender teniendo como única herramienta el voto de confianza de algunos sectores de maestros y maestras que todavía confían en la 4T y, por supuesto, el del presidente. Veremos.