Eduardo Grajales
La noticia de la candidatura de la maestra Delfina Gómez Álvarez causó polémica en el ámbito político, no así en el educativo donde el asunto pareció irrelevante, incluso para algunos de festejo, sinónimo del pobre desempeño que ha tenido la administración de la virtual candidata a la gubernatura del Estado de México.
Y es que a pesar de que su llegada a la titularidad de la SEP fue motivo de celebración en su momento, debido a su perfil magisterial y los grandes compromisos que se planteó la Federación en la materia, lo cierto es que actualmente existe un halo de decepción en la base magisterial respecto a los resultados de la maestra Delfina, pues se tenían altas expectativas de qué el arribo de una maestra a la secretaría de Educación se traduciría en logros relevantes, no sólo para el magisterio si no para la calidad educativa.
Sin embargo, a juzgar por los resultados en poco más de año y medio de asumir la responsabilidad en la SEP los escasos logros dejan mucho que desear, pues todo parece indicar que sus acciones fueron encaminadas más a construir el entramado político y económico hacia la candidatura, que a generar condiciones reales que permitieran alcanzar la excelencia educativa, como se lo planteó la actual administración al reformar el Artículo 3 Constitucional.
En ese sentido, podemos destacar como uno de los aciertos más importante de la actual titular de la SEP, la basificacion de más de 180 miles de docentes, hecho que por sí mismo representa más una acción política que educativa, en tanto que, su gran deuda fue la falta de atención y la gestión efectiva de la pandemia en el entorno escolar, que se tradujo en, prácticamente, un nulo apoyo pedagógico y técnico a miles de maestros.
La gran mayoría de ellos hasta ahora, se siguen quejando de la falta de apoyo de la SEP ante la falta de asistencia técnica, de capacitación y en la dotación de equipos tecnológicos, así como en el acompañamiento de las tareas administrativas cada vez más extenuantes, y que están ocasionándoles un alza en sus gastos, así como un impacto negativo severo en la calidad de la enseñanza, lo que se ha reflejado en la deserción de casi 5 millones de estudiantes de la matrícula escolar nacional.
Otro aspecto coaligado a lo anterior, es la inexistente evaluación al sistema educativo por parte de la dependencia, que hasta ahora no ha dado datos oficiales de las consecuencias del COVID19 en la educación, y menos aún, de los inexplicables sub ejercicios en diferentes partidas presupuestales, como el caso de Capacitación docente, donde se ha ejercido tan solo 600 mil de 108 millones de pesos que fueron aprobados para ese objetivo.
Esta dinámica de no ejercer los recursos en tiempo y forma, se ha vuelto una práctica recurrente en la actual administración de la SEP, como es el caso de los pocos recursos ejercidos en educación para personas con discapacidad o para la educación inicial, donde solamente se han ejecutado 2.5 millones de los 705 etiquetados para el primer rubro; y 125 millones de un total de 548, para el segundo, de acuerdo a datos de organizaciones y asociaciones que se han recabado información.
De tal manera que, en las vísperas de la salida de la maestra Delfina y el arribo de otro u otra titular, resulta interesante hacer un balance de la gestión educativa de 2021 a 2022, durante la estancia de la virtual candidata a la gubernatura del Estado de México, esperando que esa dinámica planteada no sea una tendencia y una característica que, de ganar la contienda electoral en el Estado de México, continué en esa región, pues sería muy lamentable que los fracasos educativos que hoy son palpables a nivel nacional, se traduzcan a fracasos gubernamentales en una entidad tan importante para el país.