Mauro Jarquín
Hace algunas semanas, el desencuentro entre el presidente López Obrador y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) generó un debate significativo al interior de las fuerzas políticas progresistas del país, a propósito de la relación entre la 4T y los movimientos sociales, así como al estado del sistema educativo nacional. Ahora que las aguas se han calmado un poco, resulta conveniente volver al problema para desentrañar su complejidad y buscar caminos que permitan construir políticas de alianzas en clave progresista, y así avanzar en la resolución de temas pendientes que aún persisten en el sector educativo nacional. Para tal tarea, reconstruiremos el proceso que ha conducido hasta la situación actual, en cuatro momentos clave con una reflexión final. Con este trabajo no propongo agotar el tema, sino abrir de nueva cuenta un debate fundamental para el porvenir de la política y la educación nacional.
La CNTE, “lo único que quedó del vendaval neoliberal”
Discutir sobre la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) requiere desenfocar el debate únicamente a un nivel de política educativa y ampliarlo al espacio de las luchas sociales en nuestro país, ya que esta no consiste exclusivamente en una expresión sindical docente, sino también es un referente histórico de la izquierda social mexicana.
Entre sus miles de agremiados se encuentran maestras y maestros que, además de su trabajo en las aulas, intervienen en la vida de sus comunidades y participan en movimientos sociales. Desde su creación en 1979, como fracción disidente al interior del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), se ha posicionado como una organización protagonista de las luchas realizadas por el campo popular. Mediante una política de alianzas, ha coincidido con otros movimientos en procesos organizativos frente a políticas de privatización de lo público, precarización del empleo y expoliación de la naturaleza, propias del ciclo neoliberal mexicano. Muestra de lo anterior ha sido su solidaridad con otras expresiones sindicales, como el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), el movimiento #YoSoy132 o con las luchas en la defensa del territorio.
Pese a que su propia lógica organizativa impide a la Coordinadora aliarse con partidos políticos, sus agremiados han resultado un actor colectivo relevante en procesos político-electorales clave, como las elecciones federales de 2006, 2012 y 2018, en las cuales la gran mayoría de su militancia respaldó la candidatura de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
La presencia histórica de la Coordinadora en las luchas sociales del país, permitió que el propio López Obrador declarara durante una reunión en 2018 que era “lo único que había quedado del vendaval neoliberal”[2], lo cual la convertía en una aliada valiosa en el proceso de democratización nacional.
Mayo de 2018: El encuentro en Guelatao
La campaña electoral de 2018 despertó un gran interés en el magisterio nacional, particularmente porque, como en ninguna elección previa, el futuro de la educación parecía estar en juego. A lo largo del sexenio de EPN, el sector educativo había sido espacio de una disputa de largo aliento entre sectores docentes contrarios a la Reforma Educativa promulgada a inicios de 2013 y el gobierno federal, apoyado por organizaciones civiles y cámaras empresariales. La CNTE fue un actor protagónico en dicho proceso, lo cual tuvo por resultado una política oficial de criminalización y represión generalizada.
La Reforma Educativa resultaba una política clave para el gobierno peñista, dado que era parte de un “ambicioso conjunto de reformas estructurales orientadas a incrementar la productividad y el crecimiento económico”[3]. En este caso, la Reforma buscaba mejorar la calidad del capital humano disponible en el país, en tanto elemento fundamental para apuntalar la competitividad en la economía del siglo XXI, según la dominante narrativa económica neoclásica.
En estricto sentido, la reforma consistía en una recuperación de una serie de lineamientos internacionales de política educativa, orientados a incrementar los logros de aprendizaje medible de los estudiantes. Para ello, impulsaba una serie de “buenas prácticas” en educación, las cuales consistían en políticas de rendición de cuentas del profesorado (hacer enfáticamente responsables a los docentes del resultado educativo); autonomía de gestión en las escuelas (construir unidades administrativas por plantel educativo); alianzas público-privado (acuerdos entre gobierno e iniciativa privada para generar políticas en común) y cambios en el proceso político de generación de políticas educativas, con la incorporación de actores sociales, que en los hechos fueron organizaciones proempresariales. El diseño de la reforma estaba sustentado en el concepto de calidad educativa, que actuó como un dispositivo de control que, además, dio sentido al entramado de políticas mencionado.
A lo largo del sexenio peñista, AMLO había dado muestras de apoyo a la movilización magisterial, y en conformidad con ello, en 2018 construyó una campaña electoral en la cual la “cancelación” de la Reforma Educativa representaba un eje clave. Esto lo acercó a distintas agrupaciones magisteriales, vinculadas tanto a Elba Esther Gordillo, como a la CNTE.
AMLO celebró un encuentro clave con militantes de la CNTE en el municipio oaxaqueño de Guelatao de Juárez. Ante una plaza abarrotada, presentó “diez compromisos básicos” con la educación y al magisterio[4]. Entre ellos estaban: fortalecimiento de escuelas normales, cancelación de Reforma Educativa 2013, elaboración de un plan educativo con el profesorado, no intervención de gobierno en vida interna de sindicatos docentes y recuperación de propuestas alternativas de educación. El evento generó una gran expectativa en agremiados de la Coordinadora respecto a lo que sería una transformación educativa sin precedentes en el país, consolidando así algunas propuestas internas de apoyo informal que en el seno de la organización se habían discutido meses atrás. El triunfo electoral de AMLO representaría un cambio radical en el panorama educativo.
Mayo de 2019: “La reforma ya cayó”
Un año después del encuentro en Guelatao, las circunstancias eran sustancialmente distintas, ya que la expresión masiva de apoyo popular que dio el triunfo electoral a AMLO habilitó la conformación de un gobierno con una legitimidad de origen inédita en el país. El proyecto del lopezobradorismo llegaba a revitalizar el sistema de partidos y mostraba una agenda de cambio en cuestiones relevantes, como el papel del Estado en la economía. Pese a su crítica al viejo régimen, la estrategia política de AMLO no contemplaba una ruptura total con los sectores dominantes, lo cual le permitió recibir el apoyo de empresarios importantes como Alfonso Romo y Javier Garza Calderón, así como nombrar a Esteban Moctezuma como secretario de educación pública y presentar un “Consejo Asesor Empresarial” integrado por representantes del gran capital. No obstante, pese algunos acuerdos sustanciales con el sector empresarial, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) mostraron desde el inicio de su gestión profundas diferencias, resultando así claro los límites que un amplio sector del empresariado estaba dispuesto a marcar respecto a la iniciativa de gobierno de la 4T.
Aunado a la inestable relación con el capital, el gobierno percibió en la actividad de los movimientos sociales un riesgo al desarrollo íntegro de su programa político. Así, muy pronto dejó ver una abierta desconfianza —e incluso oposición— a la expresión de autonomía de distintos procesos organizativos, ya fuera en defensa del territorio o a propósito de reivindicaciones feministas. Tempranamente, el lopezobradorismo mostró una voluntad por concentrar la potencia organizativa de los sectores populares. Al no resultar esto posible, a menudo echaba mano de su deslegitimación, generalmente vinculándoles con partidos de la oposición, o en términos genéricos, con el bando conservador.
Entretanto, la relación CNTE-AMLO parecía caminar viento en popa. Al respecto, dos cuestiones resultaron fundamentales: la legitimidad del lopezobradorismo en las filas magisteriales y a la incorporación orgánica de liderazgos magisteriales a Morena.
Hacia el mes de mayo, la reforma educativa de la 4T ya era un hecho. El gobierno federal había interpretado que el verdadero problema de la Reforma era de carácter laboral, una narrativa que se había extendido a lo largo del sexenio pasado. La propuesta lopezobradorista desvinculó el desempeño docente de la permanencia en el empleo, y con ello consideró que la problemática educativa estaba solucionada. No obstante, dichos cambios constitucionales, producto de acuerdos inter-partidistas, no rompieron con el germen neoliberal en su conformación, tal como han demostrado distintos estudios[5], al mantener conceptualizaciones neoliberales, lógicas estandarizadas en los procesos de promoción docente, presencia abierta de grupos privados de interés en la generación de políticas educativas, etc. Esto generó tempranamente algunos cuestionamientos por parte de investigadores y colectivos docentes.
El propio presidente reconoció que había una serie de “desacuerdos” con la nueva ley, mismos que serían solucionados paulatinamente con una serie de “mesas de trabajo”, las cuales se han prolongado hasta la fecha, sin resultados significativos. La estrategia consensual de los encuentros entre CNTE y gobierno federal, resultó fundamental en la construcción de una narrativa confusa en la cual, según la 4T, el gobierno federal escuchaba y hacía caso a las maestras de México y, según la oposición, la CNTE había sido la gran beneficiada de los cambios educativos del nuevo gobierno. Días después de la promulgación de la reforma, un encuentro entre representantes de la Coordinadora y el presidente concluyó con un grito unívoco de “¡La Reforma ya cayó!” [6]. Un acontecimiento que, difundido públicamente por tirios y troyanos, terminaría por afianzar la falsa idea de un magisterio omnipotente en tiempos de la 4T.
Agosto de 2021: “Ni FRENA ni la CNTE detienen al presidente”
A finales de agosto, durante su gira por Chiapas, el presidente López Obrador fue sorprendido por una concentración magisterial y popular a su llegada a la VII Región Militar, donde se llevaría a cabo la conferencia matutina del día. En esa ocasión, las maestras y maestros de la Sección XVII de la CNTE acudieron a expresar distintas inconformidades acumuladas desde mayo de 2019, tanto respecto al contenido de la nueva reforma educativa y sus leyes secundarias, como a lo que consideraban una clara ausencia de soluciones a las problemáticas planteadas en los casi veinte encuentros sostenidos entre la representación magisterial y funcionarios federales desde muchos meses atrás. Pese a que, por la inercia del proceso político en el sector educativo tal muestra de desencanto no resultaba sorpresiva, AMLO consideró la movilización como una provocación. Como respuesta, cuestionó la legitimidad de los líderes magisteriales y días más tarde declaró: “Y como les gustan las consignas a los de la CNTE de Chiapas y corean algunas, yo les digo que ni Frena ni la CNTE detienen al Presidente”.
El impacto mediático que tuvo el desencuentro fue potenciado por una oposición de derechas ávida de evidencias respecto al “desgaste” del poder ejecutivo federal. Por su parte, algunos sectores del lopezobradorismo condenaron lo que interpretaron como un acto de ultraizquierdismo intransigente contra un mandatario que, consideraban, había cumplido cabalmente sus compromisos con el magisterio[7]. En estricto sentido, acusaban a la Coordinadora de hacerle el juego a la derecha, recuperando el cliché de la “teoría de la herradura”, según la cual los extremos políticos se muestran cercanos. De forma súbita, los sectores de la 4T más temerosos de algún proceso de golpe suave dejaron de ver en la Coordinadora una organización cuyos integrantes habían aportado un sustancial apoyo político-electoral a su plataforma, además de cobertura a algunos proyectos e iniciativas, como la consulta popular de juicio a expresidentes. En su lugar, temían que las acciones contestatarias de la CNTE pudieran terminar por beneficiar políticamente a sectores reaccionarios.
Resulta demasiado evidente que entre Frena y la CNTE hay un océano de distancia. Uno es liderado por empresarios ultraconservadores, proclama un programa de tufo anticomunista, con el cual considera “dictadura” todo gobierno con tintes progresistas, e inspira su práctica política en los lineamientos de Gene Sharp[8]. La otra mantiene una lógica colectiva de toma de decisiones, pugna por un programa de democratización educativa, sindical y nacional y opera bajo un ya consolidado esquema de movilización-negociación-movilización. A nivel orgánico, programático o estratégico, resulta una locura afirmar afinidad alguna.
¿Qué sigue?
El desencuentro entre la CNTE y AMLO resulta sumamente relevante para el futuro de la educación y la política nacional. La Coordinadora ha buscado reactivar los cauces de comunicación directa y negociación con el ejecutivo federal, intento que ha sido bien cobijado por sectores del lopezobradorismo que reconocen en la organización un aliado necesario para fortalecer posiciones progresistas. Sin embargo, hasta el momento la directriz oficial ha sido la de obtener el respaldo magisterial necesario para mantener el control en el sector mediante un trato de corte neocorporativo con el SNTE. Una apuesta originada en una lectura que deja de lado dos cosas importantes: la primera, que el SNTE es un sindicato de Estado, mismo que no comprometerá su lealtad al lopezobradorismo más allá de un sentido contingente, mientras sea este quien ocupe el aparato de Estado. Además, la CNTE, aunque minoritaria en términos cuantitativos, mantiene aún una capacidad de articulación con esa izquierda que, tras muchos años de lucha, habilitó un campo político que terminó por abrir espacio a una alternancia político-electoral.
Para reencauzar la armonización de la relación entre Estado-magisterio, resultaría sugerente el reconocimiento, por parte del gobierno federal, de que las muestras de organización autónoma del magisterio no equivalen a traición ni a destellos reaccionarios y que, pese a los avances considerados, la 4T aún no ha logrado responder íntegramente a unas expectativas magisteriales generadas a partir de una serie de compromisos asumidos por el propio AMLO. Por su parte, la Coordinadora ha reconocido públicamente su antagonismo con los partidos de oposición, así como también ha afirmado que la verdadera amenaza antidemocrática se encuentra en el polo reaccionario de los sectores más radicalizados del capital y los partidos políticos, y es que en tiempos en los cuales las derechas buscan reagruparse, resulta imperativo un consenso democrático entre la izquierda electoral y la izquierda social.
[1] Politólogo. Articulista del diario La Jornada.
[2] Luis Hernández, . (2018). “La CNTE y el vendaval neoliberal”, La Jornada, Ciudad de México, Martes 6 de noviembre, 2018 .
[3] Otto Granados, Reforma Educativa, Fondo de Cultura Económica, México, 2018
[4] AMLO, “Presenta AMLO 10 compromisos por la educación en México”, Youtube, 12 de mayo, 2018 en: [https://www.youtube.com/watch?v=T8UWwGfF2W8&t=584s, (consultado el 16 de octubre de 2021).
[5] Véase: Roberto González, ; Lucía Rivera y Marcelino Guerra, La continuidad neoliberal, Ediciones Navarra, México, 2020. Y Mauro Jarquín, La pedagogía del capital. Empresarios, nueva derecha y reforma educativa en México, México, Akal, 2021.
[6] Redacción Sin Embargo, “Ya cayó, ya cayó, la Reforma ya cayó” gritan líderes de la CNTE en Palacio, con AMLO (video), Sin Embargo, Ciudad de México, 27 de mayo, 2019.
[7] Es necesario recordar que no era la primera muestra pública de polémica entre la 4T y la Coordinadora. Cuatro meses atrás, docentes de al menos 15 estados se integraron a la caravana motorizada que, partiendo de Tuxtla Gutiérrez, llegó a la Ciudad de México para exigir el cumplimiento de acuerdos ya pendientes. Véase: Laura Poy, “Maestros de 15 estados llegan hoy a la capital en caravana”, La Jornada, Ciudad de México, miércoles 24 de marzo, 2021.
[8] Gene Sharp, De la dictadura a la democracia, The Albert Einstein Institution, USA, 2003.