Miguel Casillas
La Declaración universitaria frente a la crisis climática que resultó de la 5ª Jornada de innovación en educación superior, realizada en Xalapa los días 24 y 25 de mayo es un planteamiento programático para el cambio institucional, para la reforma de las universidades y el sentido de su contribución frente a la crisis ambiental.
La Declaración resulta del conocimiento experto de biólogos, meteorólogos, ecólogos, expertos en cambio climático, e investigadores de la educación superior, profesores y estudiantes preocupados por la gravedad de la crisis que vivimos y que se revela por todas partes. Quienes la suscribimos consideramos que “Toda la evidencia científica indica la gravedad de la crisis ambiental que vivimos y que pone en riesgo las condiciones de la vida (de todos los seres vivos) en el planeta. La crisis ha sido provocada por la industrialización, el hiperconsumo, por priorizar los beneficios económicos por sobre los riesgos ambientales; la crisis afecta de modo diferenciado a los grupos humanos, aumentando la desigualdad y la marginalidad social. La crisis es inminente, pareciera irreversible, progresiva y urge de una acción mundial concertada para detenerla, como ha expresado la ONU.
Las universidades han contribuido en la producción de conocimiento que nos permite hacer observables múltiples dimensiones de la crisis ambiental y sus efectos sobre las sociedades humanas y sobre los ecosistemas. También han creado programas académicos para formar científicos y profesionistas orientados a la salvaguarda y protección medioambiental. Muchos universitarios participan de actividades de reforestación, reciclaje, cuidado y restauración medioambiental. En muchas instituciones se cuenta con programas institucionales que promueven la reducción de su huella ecológica y promueven buenas prácticas en el consumo de materiales, en el ahorro de energía, en reciclaje, en producción de compostas. Sin embargo, esto no ha sido suficiente, ni para lograr una transformación profunda de la universidad, de sus objetivos y funciones, ni para tener un impacto suficientemente efectivo en la sociedad como para coadyuvar a su transformación cultural.
Las universidades deben continuar impulsando sus programas institucionales relativos al campus verde, pero deben transformarse de un modo acelerado y profundo, urge:
En el orden de su misión, sus objetivos y metas institucionales: 1) Adoptar claramente una postura institucional hacia un cambio civilizatorio. 2) Asumir los compromisos para el desarrollo sostenible (Agenda 2030 de la ONU). 3) Determinar los perfiles universitarios regionales con el propósito de realizar contribuciones específicas desde y para sus territorios, aportando soluciones y adaptaciones a los efectos diferenciados de la crisis ambiental.
En la dimensión curricular: 1) Reformar todos los planes y programas de estudio de la Universidad para redefinir su perfil de egreso e incorporar contenidos, prácticas, ejercicios, actividades, bibliografías y referencias relativas a la crisis ambiental; fomentar una perspectiva compleja e integral, una nueva educación ambiental que coloque a la Tierra en el centro de la atención, que valore el cuidado y la restauración de los ecosistemas, que sea práctica e interdisciplinaria. 2) Transformar el contenido de los planes de estudio que promuevan el uso de tecnologías sucias, el extractivismo y la destrucción ambiental como vía del desarrollo, el hiperconsumo y la sobrevaloración del dinero. 3) Reformar las prácticas educativas de todas las asignaturas, para favorecer una educación basada en la solución de problemas locales, territoriales, comunitarios, que favorezcan su conocimiento interdisciplinario. 4) Reformar el sentido general de la formación, para orientar hacia el egreso de ciudadanos comprometidos en la lucha contra la crisis ambiental, con la transformación de las prácticas profesionales, con una conciencia crítica sobre el hiperconsumo, el dispendio y los modos de vida individualistas. 5) Hacer partícipes a los estudiantes del diseño de las políticas institucionales y de su implementación.
En investigación: 1) Orientar la investigación para una mayor contribución específica en relación con los efectos regionales de la crisis ambiental. 2) Promover la investigación interdisciplinaria, ligada a los problemas territoriales regionales. 3) Ampliar la comunicación y la divulgación científica sobre la crisis ambiental (biodiversidad, recursos naturales, servicios ambientales y bienestar humano). 4) Generar programas de capacitación para los profesores universitarios en relación con la crisis ambiental y sus soluciones.
En relación con sus prácticas: 1) Generalizar el uso de tecnologías limpias y de procesos que privilegien el ahorro y el reciclaje. Medir y reducir la huella ecológica. Trazar y recorrer una hoja de ruta hacia la sostenibilidad institucional. 2) Jugar un papel activo en las luchas medioambientales, en la defensa de los territorios y en la promoción de procesos limpios en las empresas y en la economía. 3) Contribuir a la generación de una nueva conciencia social que propicie un cambio civilizatorio en el que logremos reformular nuestro papel como humanos en los ecosistemas naturales”.
Estos 15 puntos sintetizan una preocupación mayor, la que nos exige hacernos cargo del presente y de la responsabilidad que tienen las universidades, en tanto instituciones culturales, para fomentar un cambio civilizatorio que posibilite la continuidad de la vida en el planeta.