Con el propósito de indagar cómo el conocimiento podría contribuir a construir nuestras vidas a futuro, el Instituto Internacional de la UNESCO para la educación superior en América Latina y el Caribe (IESALC) aplicó una encuesta en línea a 1,199 personas de 97 países de mayo a agosto de 2021. Los resultados se publicaron en el documento, “Caminos hacia el 2050 y más allá” (https://www.iesalc.unesco.org).
Pese a sus limitaciones como la falta de representatividad, sesgos y la carencia de un marco analítico o “filosófico” para interpretar mejor los resultados, el reporte merece ser revisado y discutido. Recordemos que los diversos organismos internacionales (UNESCO, OCDE, Banco Mundial, OEI, BID) buscan, por medio de diversos medios, influenciar las agendas educativas nacionales. Algunas lo logran, otras pasan inadvertidas aunque, regularmente, todas proveen una base discursiva para respaldar o legitimar acciones que los gobiernos electos proponen a la sociedad.
En un mundo crecientemente interdependiente, es raro que lo expresado por un organismo internacional sea totalmente nuevo. En el reporte de IESALC se desea, por ejemplo, que: (1) la educación superior sea inclusiva para todas y todos, (2) esté centrada en la/el estudiante, (3) el aprendizaje se garantice por medio de las diversas modalidades, en donde los docentes sean los protagonistas, y además, (4) esté “conectada” con las necesidades sociales. Es decir, se demanda lo ya conocido: equidad, pertinencia, calidad y relevancia.
Entonces, para animar la discusión, sugeriría que aparte de realizar estos valiosos ejercicios, tratemos de responder a la pregunta de por qué acciones, políticas o estrategias que se han sugerido de manera recurrente hace 10, 15 ó 20 años no se han podido realizar. ¿Qué sofoca la innovación educativa en el campo universitario?
En este reporte, se proponen cosas que han sido largamente demandadas por las diversas comunidades académicas y estudiantiles de las múltiples instituciones de educación superior del país. Por ejemplo, no apostarle solo al acceso de las y los jóvenes a la universidad, sino también poner atención en su continuo proceso de formación académica. Esto implicaría prácticas docentes diferenciadas y reglas escolares orientadas a promover el aprendizaje. Asimismo, se habla de eliminar las barreras de financiamiento, lo cual toca un tema sensible para México porque a pesar de que la obligatoriedad y la “gratuidad” de la educación superior se decretó en este sexenio, el gobierno actual redujo, el gasto público en este rubro de 2019 a 2021 (Mejoredu). Así, ¿cómo imaginar un mejor futuro?
El reporte del IESALC, habla también de “cultivar una ciudadanía responsable”, crítica y cosmopolita o de que gracias a los “diferentes formatos de formación”, los estudiantes “tomen mayor control de sus propios caminos”. Además, “el control vertical sobre los profesores […] de la universidad debe ser desmantelado y convertirse en espacios horizontales de aprendizaje”, tal como sugiere una encuestada de Pakistán con la cual estoy plenamente de acuerdo. Identificar entonces por qué no hemos podido poner en marcha propuestas originales y necesarias en la universidad nos daría un elemento para incrementar el grado de influencia. Estaríamos así más cerca de romper inercias y de mejorar en realidad.
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