María Teresa Galicia Cordero
Toda la polarización que vemos emerger con respecto al regreso a clases está desgastando, aun antes de empezar, un proceso escolar que se ha fracturado, trastocado no solo por un virus, sino por las enormes desigualdades que se han acrecentado. Cuando se pensaba que estábamos próximos a salir de la pandemia, el virus SAR COV- 2 se sigue encargando de tensar aún más los endebles hilos en los que se apoya el discurso generador de progreso económico, social y político.
En este momento sabemos ya sobre el impacto diferenciado de la inasistencia a la escuela en poblaciones de niñas, niños y adolescentes, porque las variables como la edad, la etapa del desarrollo, las necesidades particulares, el ámbito familiar, el número de personas con las que interrelacionan en sus actividades de su vida cotidiana, la calidad de la convivencia y el acceso de recursos para el aprendizaje y el juego son significativamente diversas.
El ejercicio participativo motivado por la consulta #CaminitodelaEscuela (CDHCM, 2021) da cuenta de la voz de las y los niños respecto del regreso a clases y va en sentido opuesto a la voz del mundo adulto, mientras los primeros se pronuncian por regresar a las aulas (70%), en la misma proporción los segundos se oponen a ello, lo que conduce a afirmar que aquello considerado como prioritario para unos y otros es distinto.
Para niñas, niños y adolescentes es primordial e incuestionable la función social de la escuela, pero para la mayoría de las personas adultas no lo es porque, a decir de ellos mismos, es necesario privilegiar la salud, la cual se cree desproporcionadamente amenazada con el retorno a las clases presenciales.
Lo anterior es consecuencia de la constante desinformación sobre la pandemia y sus consecuencias. La información disponible para la opinión pública es insuficiente y muchas veces manipulada, no se toma en cuenta que lo que ahora se conoce del virus en comparación que lo que se sabía de él al iniciar la emergencia sanitaria es mucho más completa, además de que no se reconoce a niñas, niños y adolescencias como actores sociales con capacidad de opinar y tomar decisiones respecto de sus propios intereses.
En lugar de conducir el debate respeto de si deberían abrirse o no los centros escolares, lo ideal sería concretar la ruta que debería de tomarse para limitar la difusión del virus y centrarse en los factores que permitan abrir las escuelas de manera segura. Existen evidencias de que es menos riesgoso estar en la escuela que en otros espacios comunitarios y, sin embargo, las autoridades han privilegiado la apertura de lugares de esparcimiento para personas adultas por encima de las escuelas, lo que ha tenido un impacto directo en el bienestar infantil. La apertura segura de las escuelas reviste de una serie de cuestionamientos que siguen un hilo conductor: la soledad de los maestros.
Se han publicado 10 recomendaciones para el regreso a clases: https://www.unicef.org/chile/comunicados-prensa/10-recomendaciones-para-el-retorno-clases-en-2021 Después de leerlas y compararlas podemos observar que las condiciones actuales de las escuelas no son las adecuadas. Es un hecho de que los maestros no deberían de enfrentar solos este regreso, se requiere incorporar en la toma de decisiones a todos los actores de la comunidad educativa, considerado las necesidades, experiencias y realidades locales, regionales y de cada establecimiento; también se requieren de una red de apoyo relacionada con la salud que monitoree el bienestar emocional de estudiantes y profesores además de que a estas alturas, ya debería de haberse dotado de un dispositivo y de una conexión que asegure la posibilidad de involucrarse en el proceso de enseñanza a cada estudiante y docente.
- No se está apoyando a los docentes en las escuelas para un regreso seguro, las condiciones de infraestructura física y materiales de buena parte de las escuelas requieren de poner a su disposición fondos adecuados para la reapertura segura, al menos, instalaciones en donde haya agua, drenaje adecuado, saneamiento, higiene, luz. Antes de terminar esta reflexión escuchaba datos en los que se asegura que solo el treinta por ciento de las escuelas en Puebla capital tienen las condiciones necesarias para un regreso seguro y muchas escuelas, ante la ausencia de las cuotas escolares, no han podido adquirir los materiales propuestos para el protocolo sanitario propuesto por la SEP.
- Los docentes, especialmente en educación obligatoria son multitareas y en este regreso se triplican las tareas docentes. En escuelas en donde su organización escolar les prevé de apoyos a la educación, las tareas podrán ser repartidas, pero en otras, los docentes y algunos padres de familia, porque así lo ha dispuesto la autoridad, asistirán todos los días y toda la jornada. Los docentes de preescolar y primaria cumplirán su horario de clases, pero ¿qué pasa con quienes son de asignatura y tienen trabajo en otros centros educativos? Además de atender su carga horaria, deberán participar en el comité de salud, vigilar ingreso y distancias de los alumnos, la entrada y salida de los baños, de las aulas, cuidar que no se comparta nada, atender a alumnos y a padres de familia y atender especialmente, todo lo relacionado con el aprendizaje de sus alumnos, tanto de manera presencial como las actividades que efectúen en casa.
- Muchos docentes en las escuelas están viendo llegar el 30 de agosto sin que se cumplan las condiciones mínimas para un acceso seguro, porque poco se están involucrando los padres de familia, los sindicatos están ausentes en esta responsabilidad además de que las decisiones verticales siguen fluyendo. Existe una profunda desconfianza a los docentes, todo se centra en el que hay que hacer priorizando la obsesiva necesidad de igualar y normalizar, de un regreso a la “nueva normalidad” homogénea, porque no se hace admite ni por asomo la autonomía escolar, pareciera que la consigna fuera vigilar y castigar.
- En cuanto a la acción pedagógica, las indicaciones no varían en mucho a lo que se venía haciendo, es decir, se intenta regresar a un modelo de escuela que más o menos funcionaba antes del confinamiento, suponiendo que no se ha aprendido nada y que hay que recuperar los aprendizajes, ¿dónde quedan entonces los aprendizajes cotidianos, lo que cada alumno y maestro construyó enfrentándose a las múltiples problemáticas producto de este tiempo incierto? Parece ser que los aprendizajes para la vida seguirán ausentes en los escenarios escolares.
- Se responsabiliza totalmente a los docentes de lo que ocurra a partir del 30, incluyendo posibles contagios, además de responsabilizarlos unilateralmente para la construcción de una institución en la que se realice un encuentro educativo, donde sus saberes pedagógicos les permitan lograr la integración de proyectos para analizar la realidad en lugar de segmentarla, acompañada de planes que faciliten la adaptación de la comunidad estudiantil al nuevo contexto después haber estudiado a distancia, que ha sido considerado por los propios alumnos como algo difícil y poco atractivo, resultado de mecanismos educativos poco consistentes en términos de aprendizaje como las clases por televisión, carentes de atractivo y con poca vinculación con los contextos y realidades.
En conclusión, los docentes saben que no pueden regresar a lo mismo, a dictar clases sin tomar en cuenta que las expectativas de los alumnos son muy grandes con respecto al regreso a la escuela, están conscientes de que se priorizan la reapertura de las escuelas para las y los niños y adolescentes que corren el mayor riesgo de no regresar, abandonar o no poder continuar aprendiendo a través de medios remotos, aquellos que podrían no tener el apoyo de sus madres, padres o tutores en casa durante el día escolar y en donde ante la importancia de la socialización, tendrán que fomentar el juego y la recreación para el desarrollo emocional y cognitivo de niñas, niños y adolescentes.
En pocas palabras, saben que pueden asegurar el derecho a la educación, pero requieren de apoyo para que esa educación sea de calidad. No podemos dejar de reconocer, que también se exponen y ponen en riesgo su salud, por lo que se vuelve imperante la necesidad de comunicar y valorar de forma efectiva el papel del personal docente como agente de cambio para el respeto, garantía, protección y promoción de los derechos en el ámbito escolar.
No los dejemos solos, de nada sirven los argumentos a favor o en contra de quienes nunca han pisado un salón de clases, requieren de la confianza y colaboración de la comunidad escolar – estudiantes, personal de apoyo, madres, padres y cuidadores – y de las medidas de mitigación de riesgo de contagios porque la reapertura debe guiarse por un equilibrio entre los riesgos para la salud y los beneficios para el bienestar y el aprendizaje, de ahí que las decisiones y los enfoques para la reapertura deben ser específicos del contexto, flexibles y sensibles a las situaciones cambiantes que todos seguiremos enfrentando.
Referencias : https://cdhcm.org.mx/consulta-caminito-de-la-escuela/