Rogelio Javier Alonso Ruiz*
La publicación del calendario escolar 2021-2022 de educación básica desató polémica especialmente en torno a un asunto: la postergación del inicio del receso escolar que, a diferencia de otros años, se sitúa en los últimos días de julio. Sin embargo, pocas reflexiones, en contraste con el asunto anterior, mereció una de las novedades principales: el periodo extraordinario de recuperación, que comprende desde el 13 de septiembre de 2021 al 23 de noviembre del mismo año, destinado a la nivelación de los aprendizajes que no se consolidaron durante el cierre físico de las escuelas.
Existen dos aspectos que generan dudas sobre el periodo referido: el cuánto y el cómo. Sobre la extensión del periodo extraordinario de recuperación, es importante señalar que los 46 días que comprende en el calendario escolar, en realidad, por la asistencia escalonada, podrían convertirse en 23 de trabajo presencial, en el mejor de los casos, para cada alumno. Seguirán presentes en este periodo las dificultades que ya se experimentaron en el trabajo a distancia durante los dos ciclos escolares previos, sobre todo en los contextos más vulnerables. Si bien la recuperación no debe ser vista como la repetición del grado anterior o como un intento por rescatar todo lo que se dejó de aprender durante el confinamiento, sino como una acción para asegurar los aprendizajes medulares, ¿son suficientes 23 sesiones presenciales para ello? La respuesta a esta pregunta variará de una escuela a otra, e incluso de un alumno a otro, en función de las condiciones que se tuvieron para aprender en casa.
Hay un segundo asunto que inquieta. Según palabras de la titular de la Secretaría de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, el periodo de recuperación estará “empatado con las clases del nuevo curso” (SEP, 2021, 8m 08s). Si bien no es desconocido para los maestros ajustar sus intervenciones pedagógicas de acuerdo a los niveles aprendizajes de sus alumnos, parecería inadecuado avanzar en los nuevos aprendizajes, sobre todo en el contexto actual en el que se asume una pérdida académica significativa y generalizada, cuando los que anteceden apenas se están recuperando. Así como la suficiencia de los días destinados al periodo, la viabilidad de la simultaneidad de la recuperación de los aprendizajes pasados y el avance en los aprendizajes nuevos, será diferente de acuerdo al contexto de cada escuela. Mientras en algunas apenas requerirán pequeños ajustes, en otras tendrán que llenar grandes vacíos.
Experiencias en diversas regiones del continente apuntan hacia otras formas de concebir la nivelación de los aprendizajes, considerándola además como una meta a mediano y, quizá, largo plazos. En Uruguay, por ejemplo, las disposiciones pedagógicas para el regreso a clases “se inclinan a promover metas por tramos y lógica de ciclos, trascendiendo los grados”. Así, se podría destinar mucho más tiempo a recuperar los aprendizajes esenciales, pero bajo una mirada alejada de los grados y centrada en trayectos más largos. Esto favorece una reducción curricular que permita concentrarse en los aprendizajes importantes.
En Argentina, para la promoción de los estudiantes durante la pandemia, se concibió a “cada año/grado escolar del ciclo 2020 y el subsiguiente del ciclo 2021 como una unidad pedagógica y curricular” (Consejo Federal de Educación, 2020, p. 5). El esfuerzo por hacer de los nuevos ciclos periodos de transición se refleja claramente en el propósito de que “la planificación pedagógica correspondiente al primer trimestre del ciclo lectivo para primer grado de nivel primario, se realice en conjunto entre el nivel primario y el nivel inicial” (Consejo Federal de Educación, 2020, p. 6).
No se debe olvidar que México ha sido uno de los países en los que más tiempo han permanecido cerradas las escuelas. Se debe recordar también que la promoción de los estudiantes en muchos casos no estuvo respaldada por la acreditación de los aprendizajes. Es importante entonces no perder de vista la necesidad de llevar a cabo una promoción acompañada. ¿Serán 23 sesiones presenciales suficientes para acompañar a los alumnos en la consolidación de los aprendizajes no adquiridos? ¿Sería mejor olvidarnos de un periodo específico de recuperación y reacomodar, en general, los grados del siguiente ciclo escolar y su contenido para favorecer la transición de los estudiantes? Sea la opción que sea, serán necesarias sin duda orientaciones, por parte de la autoridad educativa, y acciones, por parte de los colectivos escolares, que apunten hacia una reorganización curricular y jerarquización de los aprendizajes más importantes de tramos más largos de los acostumbrados (el grado y la asignatura).
Ojalá la extensión del periodo de recuperación, así como su simultaneidad con el desarrollo del nuevo grado, no sea un síntoma de minimización, por parte de la autoridad educativa, sobre los efectos de la pandemia en los aprendizajes de los alumnos. Pese a los esfuerzos notables de muchos estudiantes, padres de familia y maestros por mantener vivo el aprendizaje, no se puede negar que en muchos contextos de nuestro país la escuela sufrió un golpe duro del cual le costará levantarse, con paciencia y capacidad profesional, en un plazo que va más allá del 23 de noviembre, fecha que el calendario del próximo ciclo escolar mara como el fin del periodo de recuperación.
*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter: @proferoger85
REFERENCIAS
Consejo Federal de Educación. (2020). Resolución CFE No. 368/2020. Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/res_368_if-2020-57963511-apn-sgcfeme.pdf
SEP. (24 de junio de 2021). Consejos Técnicos Escolares junio 2021. [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=koyksi2I4BY
UNICEF. (2020). Seguimiento del retorno a las clases presenciales en centros educativos en Uruguay. Montevideo: autor.