Miguel Ángel Pérez Reynoso.
Hace unas semanas el 22 de marzo el director del CONALITEG (Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos), y de materiales educativos de la SEP Marx Arraiga, inauguró el proceso para llevar a cabo un ejercicio de rediseño de los libros de texto que anualmente entrega la SEP a los miles de niñas, niños y jóvenes en nuestro país.
Dicha persona señaló, que a partir de un diagnóstico iniciado el 1º de julio de 2018, sobre cada uno de los libros de la SEP vigentes, se tienen identificados problemas graves como: aprendizajes esperados no desarrollados, censura para abordar los problemas que aquejan a la sociedad, una clara intención por erradicar la diversidad cultural, una simulación que intenta evadir los problemas reales, actividades repetitivas, falta de transversalidad en su diseño, imágenes redundantes, retórica visual simplista, abusos de los espacios en blanco, descansos visuales en la edición, entre otros. (Carolina McDowell, Educación Futura 3 abril, artículo en línea)
El problema es que los nuevos libros que se pretende rediseñar se vinculan con problemas de fondo y de forma. Cabe aclarar que a partir de 1959 la SEP como un ejercicio visionario puso en marcha la creación de un organismo encargado de diseñar y editar libros de texto los cuales se distribuían en forma gratuita año con año a todos los escolares en nuestro país. A más de 60 años de distancia es obvio pensar en un replanteamiento de fondo, no solo en la edición y distribución sino también y sobre todo en el uso pedagógico de los libros de texto gratuitos. En términos genealógicos los libros de texto han jugado un papel muy importante en la formación de la niñez y las juventudes de nuestro país, son emblemáticas la recuperación y reconocimiento que hacían algunos autores como el caso de Carlos Monsiváis cuando decía que: “en muchos lugares los únicos libros que había en algún librero viejo y destartalado eran los libros que la SEP obsequiaba, era la única forma de tener acceso a la cultura impresa”. En otra perspectiva para muchos docentes los libros de texto se habían convertido en el instrumento básico que guiaba la tarea, La pregunta que hacían algunos investigadores era, ¿y qué harías si no tuvieras libro de texto?
Hoy en una sociedad la cual se caracteriza por la producción y alta velocidad bajo la cual circula, una gran masa de información, junto con la creación de dispositivos electrónicos que sirven para su difusión; el libro de texto se ha tornado en un artefacto cultural que tiende a ser desplazado por los dos elementos anteriores. Las niñas, los niños y los jóvenes en edad y en condición escolar reconocen que el libro ya no es el instrumento básico para consultar o formarse, lo que le llamábamos tradicionalmente para estudiar.
En otro tiempo el libro de texto era el único instrumento de acceso a la información, hoy después de más de 60 años esto ha cambiado radicalmente, la SEP deberá mirar otras formas de difundir textos y de fomentar el espíritu por la consulta, la investigación y la revisión de fuentes bibliográficas primarias y secundarias. En este trayecto conozco infinidad de trabajos de investigación que tuvieron como objeto de indagación el uso pedagógico y cultural de los libros de texto. Hoy también dicha práctica se ha reconfigurado, hemos entrado a un escenario en donde la consulta digital o el copiar y pegar sin mediar una lectura de lo que se pega es la nueva práctica en miles de escolares.
Sería bueno que la SEP modernice sus formas de editar libros, y pasar al uso de los dispositivos electrónicos, ya no distribuir los libros en papel sino en una tableta que lleve todo el material que cada escolar necesita junto con alguna terminal que por medio de internet abra la posibilidad para nuevas búsquedas y consultas. Ecológicamente se cuidaría de mejor manera la naturaleza y migraremos a formas más acordes al mundo actual.
Las últimas versiones de los libros de texto pasaron de la generación de textos a imágenes audiovisuales, las nuevas generaciones han dejado de leer textos densos para leer imágenes, monitos, dibujos, videos. La lectura y el acceso a la información es uno de los elementos que más ha cambiado generacionalmente. Muchos docentes dicen que los niños y los jóvenes ya no leen yo digo que han aprendido a leer diferente no como nosotros lo hacemos, sino cómo ellos y ellas lo han aprendido. Pero el debate está ahí.
Es por ello que el rediseño debe comenzar por reconocer esta reconfiguración de las formas de acceder y de usar la información a estas alturas del partido libros de texto gratuitos ¿para qué?