Sergio Martínez Dunstan
El Presidente dio a conocer la intención de la Embajadora de México ante los Estados Unidos de América, Martha Elena Federica Bárcena Coqui, de retirarse del servicio exterior mexicano. Y adelantó que propondría en su lugar a Esteban Moctezuma Barragán (EMB). Destacó la experiencia durante cuarenta y tres años de la internacionalista y el buen trabajo del actual Secretario de Educación Pública. Le instruyó a que ayudará a preparar el regreso a clases y la reanudación de actividades escolares en aquéllas entidades federativa con semaforización en color verde y amarillo respectivamente en tanto el Senado de República aprueba el nombramiento y el gobierno norteamericano brinde su beneplácito. El impacto de la noticia fue motivo de la Mesa de Análisis organizada por Educación Futura. Su Coordinador Editorial, Erick Juárez Pineda, me invitó a participar en ella junto a otros colegas. En los párrafos subsecuentes escribiré sobre mis opiniones expuestas.
De entrada, consideré que tal hecho tendría cierto impacto en el ámbito educativo. En lo inmediato, cambiará la forma de operar la política pública considerando además las repercusiones de la crisis sanitaria, económica y educativa que está atravesando nuestro país. En el discurso presidencial se nota la preocupación por la reapertura de las escuelas. Según se dijo, se mantendrán ocupados en los próximos días en los paroxismos días. Seguramente, el entorno político jugará un papel relevante. Quizá las políticas públicas sea usadas de manera clientelar. Habrá que darle seguimiento. A largo plazo, es mi apreciación, está en riesgo lo que la educación puede hacer para que México salga del estado crítico en que se encuentra. Es prematuro valorar el avance de la política pública porque apenas han transcurrido dos años del sexenio. La relación de México con Estados Unidos obliga a hacer cambios en el gabinete presidencial. AMLO reacomoda sus piezas en el tablero del ajedrez político manteniendo intacta su estrategia. Aplica la clásica jugada del enroque. Ricardo Salinas pliego, prominente empresario, bien pudiera aprovechar su cercanía con EMB ahora desde su estratégica posición.
El próximo Secretario de Educación tendrá que hacerle frente a varios pendientes que realmente son urgentes de atender. Por supuesto que la equidad y la excelencia están por encima de todas sin excluir a nadie y hacer valer el derecho a la educación para todos. Destaco la funcionalidad de cuatro sistemas: El Sistema Educativo Nacional, Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros, particularmente aquello relacionado con la promoción horizontal y vertical, el Sistema Nacional para la Mejora Continua y el Sistema Integral de Formación Actualización y Capacitación del Magisterio. Estos dos últimos, a cargo de la Comisión Nacional para la Mejora Continua, organismo insignia de la reforma educativa más reciente. Por otra parte, tendrá que trabajar arduamente para darle conducción al servicio educativo. La gobernabilidad también está en riesgo. Es prioritario lograr que las autoridades locales, en el seno del Consejo Nacional de Autoridades Educativas (CONAEDU), pongan por encima de todo y de todos la educación de las niñas, niños, jóvenes y adolescentes. Hasta hoy, la incapacidad por lograr consensos ha prevalecido por más que se digan que se han puesto de acuerdo en los hechos no ha sido así. Tampoco la Reforma Laboral se podido concretizar realmente. Las implicaciones educativas de la reforma laboral como las complicaciones laborales de la reforma educativa son tan importantes las unas como las otras. No debe soslayar lo que ha estado aconteciendo al interior del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y ni se diga los retrasos en la elaboración del modelo educativo en educación básica que reemplazará a los aún vigentes conocidos como la Reforma Integral a la Educación Básica y Aprendizaje Clave para la educación integral. La renovación de los planes y programas de estudio es otra asignatura pendiente.
Para responder a la pregunta plateada por el moderado, ¿cuál sería el perfil deseable del próximo Secretario de Educación?, pregunta reflexioné sobre la necesidad de que fuera un conocedor de la educación y un estudioso de la pedagogía. Aunque pudiera recaer la asignación en un político avezado. Entre un académico connotado o un funcionario probado. Insisto en que el contexto obliga elegir a alguien con aptitudes propias de un político que asegure la gobernabilidad y garantice la continuidad de las políticas públicas. Sería deseable que también tuviera la capacidad de convocatoria y negociación con los diferentes grupos de poder, sociales, gremiales, sindicales. Los instrumentos legales que definen la política educativa deberá cumplirlos y hacerlos cumplir. En palabras del propio presidente, a los funcionarios públicos se les exige lealtad a ciegas al proyecto de transformación ¿Y la educación? Se subsumiría a las condiciones imperantes.
Por último, el rezago educativo es incomensurable. Los maestros han cumplido con su labor con, sin y a pesar de las autoridades educativas locales y federales. A ellos no les ha venido como anillo al dedo la pandemia. Están dando la batalla. Puestos y dispuestos. La cuestión pedagógica la han mantenido a salvo. Han mostrado capacidad de adaptación y han implementado, orientado, nutrido y enriquecido las políticas públicas con su vocación de servicio. Han demostrado que siempre han estado listos y preparados para afrontar retos de tal envergadura. Ojalá que nadie intente lucrar con su labor. Que no la usen para otros propósitos. El magisterio como tal no debiera convertirse en los caballitos de batalla de los partidos políticos en los comicios del próximo año. Si acaso, que cada quien elija su nivel de involucramiento en lo individual. Hay que dejarlos hacer su trabajo y, preferentemente, apoyarlos para que desplieguen todas sus potencialidades didácticas. Hoy más que nunca se requiere la formación de personas que hagan frente al enorme desafío de sacar adelante a nuestro México lindo y querido desde la emergencia.
Recién concluía la redacción del presente texto cuando escuché en voz del Presidente la designación de Delfina Gómez Álvarez como Secretaria de Educación Pública. Mantengo las mismas ideas expuestas. Ahora hay que revisar su perfil. Es la segunda mujer que ocupa ese encargo. Tampoco es la primera en encabezar la Secretaría de Educación Pública surgida de las filas del magisterio. Ha sido maestra de escuela durante muchos años. Conoce bien a bien las políticas públicas y las entrañas de la cuarta transformación. Ha sido Presidenta Municipal de Texcoco, Diputada Federal y delegada federal de programas del Bienestar en el Estado de México. Cuenta con el respaldo presidencial. Tiene un perfil más político que técnico. Conoce la educación y sabe de pedagogía. Tiene una gran sensibilidad y es una excelente operadora política. Se le abrirán las puertas para el diálogo con los diversas expresiones sindicales como el mismo SNTE y la CNTE. Asume una gran responsabilidad inherente al encargo y de las expectativas que ha generado su propia trayectoria. En cierta medida, su buen desempeño y los resultados que logre dependerán del equipo de trabajo que integre. Le dio una buena cantidad de votos a su partido, Morena, en las eleciones para la gubernatura del Estado de México en el 2017. Se convierte de facto en candidata natural para ocupar dicho encargo y protagonista política para las elecciones presidenciales del dos mil veinticuatro. Su designación se explica desde la perspectiva presidencial.
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Aprovecho el espacio para agradecerles las atenciones que me brindaron durante este año atípico y, a su vez, desearles lo mejor de la vida. Nos leeremos el próximo año. Hago votos por que así sea.
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