Miguel Ángel Pérez Reynoso
Un modelo educativo es el conjunto de componentes los cuales se estructuran y se relacionan entre sí en la perspectiva responder a la demanda y a las necesidades formativas del entorno social, de los usuarios y para hacer funcionar un sistema educativo público, privado, urbano rural, etc.; o de cualquiera que se trate
En este sentido la pandemia por coronavirus ha ido mucho más lejos de lo que se pensó al inicio. De una serie de medidas de contención de la primera fase (marzo del 2020) hemos pasado al alargamiento de una propuesta educativa dispersa, desordenada, que en el contexto remoto y a distancia no se tiene claro cómo estamos educando y que aprendizajes estamos consolidando, con las distintas formas de atención educativa que estamos implementando.
Es por ello que la pandemia requiere en la respuesta que se espera, una propuesta educativa más coherente y sistemática es decir un modelo educativo para el contexto de pandemia, que sirva como propuesta global para responder ya sea en la emergencia sino en el mediano y largo plazo.
Tres rasgos al respeto:
- El modelo educado de la pandemia, implica partir de un recuento de los daños. Una especie de diagnóstico situado de la realidad educativa dentro de la cual estamos viviendo.
- Contar con un inventario de conectividad, y de demandas reales o potenciales producto de eso mismo, que nos permita visualizar en donde tenemos fortalezas, en donde debilidades y que oportunidades se requiere aprovechar.
- Dar seguimiento y evaluar las condiciones reales en las que se educa en este momento y en el que viene. Y reforzar las experiencias y prácticas exitosas de esta experiencia sin precedentes.
La gran pregunta que habría que hacerse es a partir de reconocer que estamos ante una distinción ¿Qué significa educarse en la prescencialidad a diferencia de lo que significa educarse de manera remota o en la virtualidad?
La educación basada en una atención en la distancia requiere de la construcción de una propuesta global y coherente que atienda todos y cada uno de los componentes de un sistema o un modelo educativo.
PRIMERO. En ello, en todo ello, para garantizar el acompañamiento y las distintas mediaciones pedagógicas, se requiere, que tanto docentes como alumnos estén conectados, es decir que tengan una liga o una vía de enlace por cualquier medio, que dicha conexión sea dinámica y estable y que les permita a cada uno cumplir con su rol de enseñar y de aprender.
SEGUNDO. Es importante clarificar y dosificar una serie de actividades que al realizarse se traduzcan en aprendizajes y que de cada uno de ellos pueda tener la evidencia correspndiente. Una cosa es realizar tareas o actividades y enviar evidencias de las mismas y otra muy diferente es traducir dichas evidencias en aprendizajes significativos para todo la vida. En este momento no existe una instancia que vigile dicho proceso y los docentes no pueden convertirse en auto – vigilantes de su propio proceso, porque si bien son facilitadores del mismo, no pueden ser jueces que sirvan para analizar todo en lo que se encierran inmersos Y
TERCERO. La pandemia ha servida para hacer más inequitativas las inequidades que teníamos y que sufríamos al inicio. Al inicio teníamos niños o niñas que debido a cuestiones económicas no podían asistir a la escuela, algunos días de la semana o del ciclo escolar, pero cuando asistían se ponían en contacto con el mundo de la escuela y les permitía conectarse con su propio proceso educativo viviéndolo y disfrutándolo.
Hoy en día por cuestiones económicas sociales y culturales miles de niños y niñas, no se pueden conectar al mundo de la escuela por no contar ni con dispositivos ni con la habilidad digital suficiente para responder a lo que las escuelas demandan. Ellos y ellas al quedar fuera son desplazados de un mundo en movimiento que no ha logrado detenerse para míralos primero y atenderlos después. Las inequidades educativas se han ensanchado mucho más en estos últimos días.
Un Modelo educativo en el contexto de la pandemia deberá partir de esta contextualización compleja, asimétrica e inédita y de ahí comenzar a trazar el tejido de las propuestas y las acciones que están por venir.
Concluyo decidiendo que el coronavirus se ha tornado en una amenaza real y simbólica que no ha llegado de paso hace meses para irse mañana. El coronavirus es un fenómeno que nos está exigiendo aprender a construir un estilo de vida bajo este contexto.
Ya no estará la normalidad anterior y otra más que está por venir, ya es esta nueva normalidad tan atípica en la cual debemos fincar nuestro presente y pensar seriamente en cómo nos organizamos, para responder a un futuro lleno de amenazas constates, de complejidades inéditas y en donde el sistema educativo un día puede abrir las puertas de sus escuelas y al siguiente día puede cerrarlas. El modelo educativo que propongo es el de las contingencias y de las normalidades atípicas.