Miguel Ángel Pérez Reynoso
Aunque lo que aquí escribo es exclusivo de la dinámica que se vive en el estado de Jalisco, puede que, lo que está pasando localmente tenga relación con la dinámica nacional. Y porque siempre hemos pensado que es a la inversa, lo que pasa nacionalmente repercute en lo que sucede en cada estado o en cada rincón de la república.
Hace unos días me llegó como parte de la difusión de las redes sociales, un vídeo que reconstruye un panel difundido por Televisa, dentro del cual integran la mesa el titular de la Secretaría de Educación, el titular de la Secretaría de Salud y la titular de una dependencia que no conocía hasta ese momento de una especie de Secretaría de Bienestar Social. Además, había otros personajes invitados para aderezar la mesa. El tema central que se discutía era ¿Cuándo se dispone a regresar a clases por parte de los miles de escolares y de los docentes que los atienden?
El titular de educación, de manera mesurada daba cuenta de que el sistema de educación Jalisco ya está preparado para el regreso, que se requieren quince días previos para organizar todo adecuadamente, incluso habló de una consulta que ha hecho con padres de familia (con cerca de 80 mil respuestas) y que –según sus palabras no estuvo pensada para decidir en función de ella- sino que más bien era un indicador más para tomarse en cuenta. Y que él estaba a favor del regreso.
El titular de salud asumió una postura contraria, decía que el nivel de contagio aun es alto o considerable él hablaba del 35%, cuando las recomendaciones de carácter internacional dan cuenta de sólo el 5% como riesgo de contagio, y que si a él le preguntan él dice que aún no hay condiciones para regresar a clases. La titular de bienestar social, da cuenta que si bien algunas personas se han sensibilizado a respetar las nuevas medidas de protocolo algunas otras no (sic), y que había que hacer algo para que lo entendieran, pero que ella también estaba a favor del regreso.
Hasta aquí la nota periodística hecha video. Independientemente de las formas o de los métodos que se utilicen para dar a conocer información oficial, me parece que en el fondo el gobierno de Enrique Alfaro se ve profundamente presionado para acelerar el egreso, debido a una serie de presiones de carácter económico primero y poquitico después. Se trata de forzar un poco el asunto de los protocolos para forzar de igual manera un regreso al que técnicamente no se ha dicho como seria.
La pandemia que lleva apenas seis meses o lleva seis largos meses ha “entumecido” la vida cotidiana de muchas familias, para los padres de familia que han permanecido en casa acompañado a hijos ha sido un privilegio pero son los menos, hay otros padres que dejan hijos en casa atendiendo las cuestiones escolares y ellos tienen que salir a trabajar y otros más que aun estando o no en casa no cuentan con los recursos ni económicos, ni tecnológicos para garantizar la conectividad por cualquier vía que la escuela demande.
Muchas familias de zonas periféricas, de barrios pobres y no se diga de zonas alejadas de los polos urbanos o metropolitanos han sufrido la pandemia de otra manera, no es la amenaza del virus lo que les preocupa, sino la perdida de empleos, la vulnerabilidad laboral y el abandono social y gubernamental. No contaos con datos frescos, ni tampoco duros; que sirvan para tomar una decisión mesurada y racionalizada. A la realidad se le mira en blanco y negro como los televisores de antaño y no hay tonalidades ni mínimos acercamientos que sirvan para conocer una realidad compleja. A la instancia de gobierno, le tocaría generar datos nuevos, hacer censos de emergencia sobre la base de conocer cómo se está atendiendo educativamente a niños y niñas en edad escolar y cómo están respondiendo éstos y cómo se ha movido la dinámica familiar en estos últimos meses.
El regresar o no regresar no es la pregunta importante, sino más bien regresar bajo qué condiciones o permanecer en casa también bajo qué condiciones específicas. No hubo hasta ahora una disposición gubernamental por apoyar a las familias que no cuentan con dispositivos o aparatos electrónicos, que les facilite la tarea, ni hubo tampoco una gestión pensada en hacer que los monopolios de la comunicación que venden el servicio de internet, flexibilizaran sus tarifas y apoyaran socialmente a las zonas y a las familias con mayor necesidad de conectividad.
En estos espacios de gobierno, se discute el asunto de regresar o no a las aulas escolares, es obvio que los primeros que desean hacerlo son los propios escolares, no basta el deseo se requieren otras cosas que objetivamente nos lleven a concluir que se ha tomado la decisión menos dolorosa.
La esfera gubernamental sigue ensimismada en mirar sus propios rostros, no se ha ciudadanizado la consulta, muchos organismos civiles, universidades públicas y privadas, académicos, investigadores, incluso maestros frente a grupo, también teneos algo que decir, porque de la otra parte no existe nadie que desee escuchar.
Me parece que este es un mal comienzo de gobernanza, al querer decidir todo en un círculo cerrado como un monopolio de poder. Tal vez las medidas sean acertadas técnicamente hablando sí, pero las decisiones se legitiman si se abren al conjunto de la ciudadanía.
En fin, regresar o no regresar ¿ese es el dilema? Me parece que no, regresar demostrando un aprendizaje social de lo que hemos vivido y cuidar la vida y seguridad de todos y todas como prioridad número uno o no regresar y conocer cómo tanto los educandos en condiciones de aislamiento, soledad y una larga distancia. Bajo este contexto, ¿Qué prefiere el gobierno o que le conviene más y que esperan y proponen los ciudadanos?