Resguardar la memoria. No dejar que el tiempo transcurra y difumine el pasado, Recordar: meter de nuevo al corazón, con la claridad posible, eso que quizás haya perdido el contorno nítido de su entonces. No olvidar. Ni el 2 de octubre o el 26 de septiembre cada año, por no más poner de ejemplo ese par de agravios. No olvidar lo dicho y hecho antes por los que ahora, arropados en la pureza oportunista, dicen y defienden totalmente lo contrario sin que (les) pase nada o están, de nuevo, encaramados en el poder con un cinismo que aterra. Son rufianes: “persona vil y despreciable que vive del engaño y de la estafa”. Vivimos tiempos en que abundan en todos lados.
Mienten porque apuestan a que el recuerdo es delgado. ¿Delgado? Sí. En 2012 Mario Delgado era senador por el PRD y, entonces, cómplice de la estafa no maestra, ¡doctoral! llamada Pacto por México. Iniciaron con la reforma educativa – “la más importante” – y no tuvo empacho en señalar en la Cámara Alta: “En el Pacto por México, y en la presentación de esta reforma educativa, se defendió mucho el tema de la calidad y del Sistema Profesional Docente”. Lamentaba que se hablara de esos temas en la exposición de motivos, pero no en el texto mismo del artículo 3º, pero: “qué bueno que hubo la iniciativa de varios senadores y senadoras (se incluía) en insistir que no debemos darle la vuelta, y que tenemos que enfrentar como país el atrevernos a poner (en la Constitución) que el Estado debe garantizar el derecho no sólo a la educación, sino que ésta sea de calidad, que sea relevante para los que más nos importan, para los alumnos, y que esta calidad tenga que ver con la mejora permanente y con el máximo logro académico”.
Este mismo personaje, en 2018, como coordinador de los diputados de Morena, exclamó que no quedará ni una sola coma de la mal llamada reforma educativa, impulsada por los enemigos del país. Acusaba a su antaño aliados, ahora adversarios: “Están muy enojados porque termina este periodo donde ellos aprobaron y fueron cómplices de la persecución de maestros, del desprecio de la educación pública en nuestro país, de estigmatizar a los maestros, a las Normales, a las escuelas. Ese periodo se está acabando y por eso están muy enojados”.
Menuda falta de vergüenza: senador del PRD que en 2012 aplaude lo que impulsó su partido y en 2018, coordinador de diputados del mayoritario, afirma que lo aprobaron otros, y que esta calamidad prohijada por el PRI y el PAN ha llegado a su fin. ¿Es inalterable su compromiso con el pueblo? No es verdad: su compromiso es con el puesto, sea quien sea el que se lo acerque.
Otro impresentable, para también solo mencionar a dos, es el mal llamado tribuno de tribunos, Porfirio Muñoz Ledo. En 1969, luego de la represión a los estudiantes el año anterior, elogiaba a Díaz Ordaz con estas palabras: “Como miembro de este partido (el PRI) y como mexicano que confía honestamente en el destino de la nueva generación, nada me ha conmovido más hondamente en el texto del V Informe que el valor moral y la lucidez histórica con que el Presidente de México reitera su confianza en la “limpieza de ánimo y en la pasión de justicia de los jóvenes mexicanos”. Así.
Hoy quieren dirigir a un partido que propone una gran Transformación. Será en balde, no es posible pues nadie da lo que no tiene: decencia. No tienen principios, les importan los finales.
Y en la derecha, sus pensadores, contritos, dicen que han descubierto la desigualdad… ¿Para dónde?
Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de
El Colegio de México
@ManuelGilAnton