Germán Iván Martínez-Gómez*
Distancia por tiempos nació en septiembre de 2015 con un propósito: generar un espacio para comprender el proceso educativo y hacerlo, como debe ser, apoyado en sus actores: estudiantes, docentes, directivos, asesores, supervisores, autoridades educativas y, desde luego, en académicos avezados que han podido compartir en este sitio sus indagaciones, experiencias, críticas y recomendaciones.
Al ser la educación su tema principal, no podía aparecer este blog sin la controversia que trae consigo el fenómeno educativo. Al respecto, es importante señalar que nadie discute sobre la importancia de la educación; sin embargo, la discrepancia emerge cuando pensamos las finalidades educativas, las estrategias de enseñanza, aprendizaje y evaluación, los medios y recursos didácticos, y los contextos en los que el proceso educativo se desarrolla. Como es fácil deducir, la comprensión del hecho educativo exige, para ser desentrañado, no una sino múltiples miradas e interpretaciones, las que generan convergencias y divergencias, polémicas, encuentros y desencuentros.
En sus cinco años de existencia, muchas han sido las voces y diversos los tópicos: modelos y políticas educativas, evaluación docente, educación básica, media superior y superior, formación profesional, pruebas estandarizadas, cobertura, educación inicial, inclusión, equidad, calidad, educación normal, autonomía escolar, descentralización educativa, profesionalización docente y directiva, evaluación del desempeño, educación para la paz, gestión, legislación educativa, alfabetización, políticas de formación magisterial, diseño curricular, educación pública y privada, gasto educativo, productividad académica, educación rural, movimientos estudiantiles, migración estudiantil, educación tecnológica, internacionalización de la educación superior, planeación y programación educativa, educación en valores, financiamiento, didáctica (de las matemáticas, el inglés o las ciencias), educación indígena, precarización docente, investigación educativa, impacto de los programas federales, tutoría académica, educación digital, habilidades socioemocionales, innovación, evaluación de los aprendizajes, rezago, movilidad estudiantil, educación especial y artística, gestión directiva, igualdad de género, telesecundaria, escuelas multigrado, obligatoriedad y gratuidad de la educación superior, autonomía curricular, educación dual, gobernanza, expansión del sistema educativo, experiencias educativas internacionales, abandono escolar, autonomía universitaria, sindicalismo, educación a distancia, entre muchos otros.
Los lectores de Distancia por tiempos hemos podido dialogar, gracias a este medio, con destacados docentes, eruditos, investigadores y analistas, quienes han podido explicar por escrito y valiéndose de un lenguaje asequible, lo que han aprendido en muchos años de trabajo y estudio; además, han sabido argumentar y defender sus posturas desde diferentes enfoques; mostrar el significado de sus largas pesquisas y exponer la importancia de sus hallazgos. De igual forma han tenido la oportunidad de justificar, sin apasionamientos, sus puntos de vista y hacer (permitiéndonos también hacerlo con ellos) variadas conexiones entre autores, teorías, épocas, corrientes pedagógicas y propuestas epistemológicas, didácticas, metodológicas…
El solo nombre de Distancia por tiempos parece remitirnos a un rito escolar: colocarnos de pie, en el patio escolar, al iniciar cada mañana nuestra jornada. Tomar distancia era (y en algunas escuelas sigue siendo) requisito indispensable para asegurar la presencia puntual de todos, supervisar el cumplimiento del uniforme y aprovechar la ocasión para dar indicaciones generales a la comunidad. Alinear nuestros cuerpos en fila, colocados uno detrás del otro y formados por estatura, era y aún lo es en muchos lugares, una práctica habitual en la rutina escolar diaria. Pero tomar distancia no sólo nos permitía asegurar un espacio entre los otros y nosotros, también nos posibilitaba conocer a los demás y reconocernos en ellos. En el 1, 2, 3 que exige la formación, aprendimos a distribuidos en la explanada de la institución pero también a tener contacto, superficial si se quiere pero contacto al fin, con quienes habríamos de compartir un espacio y la realización de diversas tareas. Tomar distancia no era signo de alejamiento o desafecto sino principio de orden, afinidad y semejanza. Dependiendo la escuela, podía haber una hilera de hombres y otra de mujeres, pero en esa distribución se agrupaban individuos con sueños, temores, ilusiones, esperanzas…
Gracias a los colaboradores de Distancia por tiempos hemos aprendido que la visión de los otros enriquece la nuestra. Sus posiciones han nutrido nuestro entendimiento sobre la educación, ensanchado nuestra comprensión de los fines educativos y profundizado nuestro conocimiento sobre los problemas que le aquejan. Hemos aprendido, a su lado, a discernir y a disentir, porque la discrepancia es condición natural en una sociedad plural y democrática.
Distancia por tiempos ha alimentado por un lustro el juicio de sus lectores; y lo ha hecho congregando a un colectivo pensante que ha sabido traducir su conocimiento y experiencia en múltiples narrativas. Como colectivo, ha expresado sus opiniones, dado cuenta de sus sentires y posibilitado la intelección de la educación como hecho histórico, político y sociocultural concreto. Al reunir a distintos escritores, este espacio ha fusionado lo disperso, enriquecido nuestra interpretación del fenómeno educativo y situado a sus lectores en un horizonte de sentidos. Es éste pues un espacio de diálogo en el que la distancia sólo es figurada, porque para dialogar se requiere proximidad y cercanía. En el diálogo hay voluntad, disposición, apertura, interacción comunicativa… Por ello es una estrategia de interrelación y convivencia; afán de encuentro, entendimiento y esclarecimiento. El diálogo es búsqueda permanente, asunto de comprensión colaborativa. Es acercamiento a nuevas perspectivas, aspiración de sentido, reciprocidad obligada, anhelo de aproximación a la verdad.
Y esta capacidad de entrar en diálogo es justamente la que hoy defendemos. Y lo hacemos en estos tiempos que distancian, y no sólo físicamente. Tiempos de apartamiento voluntario, encierro obligado y soledad impuesta; tiempo de recogimiento necesario, de protección y cuidados consentidos, pero también de limitaciones forzosas, y privaciones frustrantes.
Tiempos igualmente de estilos dictatoriales de gobierno, de prejuicios, fanatismos, cuentas desastrosas. Tiempos de mentiras renovadas pero también de expectativas rotas. Tiempos de calumnias desatadas, desmoralización, violencia ascendente, inseguridad progresiva, malestar popular, frustraciones atávicas, persecuciones ideológicas. Tiempos de escepticismo e irracionalidad, de obstinaciones partidistas y codicias empresariales. Tiempos de arrebatos demagógicos, inocencias fingidas, arbitrariedades y sinrazones. Tiempos de ineficacia, corrupción actualizada y autocomplacencia estéril. Tiempos, en suma, que distancian a los mexicanos, condenados a padecer el costo de una transformación que no termina de llegar.
En este contexto, tomar distancia permite cuestionar, repensar, rehacer… Y Distancia por tiempos, un espacio en el que sus colaboradores no simplifican lo que es complejo, ha posibilitado el análisis de los factores históricos, culturales, sociales, económicos, políticos e ideológicos que dan sentido a nuestro Sistema Educativo; ha generado nuevos esquemas de interpretación y contribuido, enormemente, en el conocimiento, la comprensión y la mejora de la educación de este país. En Distancia por tiempos no priva una mirada, esto es, no prevalece una óptica ni una posición. Los puntos de vista que alientan la clarificación y el discernimiento, son perspectivas que mejoran la visión que tenemos del tema educativo.
En estos tiempos que distancian, Distancia por tiempos es un proyecto vivo, pertinente y útil, que permitirá en estos momentos seguir los derroteros de la Nueva Escuela Mexicana, manteniendo, claro está, una “sana distancia”.