Luis Omar Montoya Arias
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
La historia también forma parte de la educación. Se enseña historia, investigando.
En el momento que se escribe este artículo, el mundo enfrenta la pandemia COVID.
Peter Burke clasifica a la historia cultural en antigua y nueva [NHC] (Hernández, 2010, p.417). La antigua historia cultural se interesaba en la pintura, la literatura, la música de cámara. La nueva historia cultural retoma lo cotidiano, como la relación entre cantinas, alcoholismo, música norteña y prostitución. La historia cultural es un enfoque diferente. Pone atención a símbolos de la vida diaria. “La historia cultural se esparce sobre campos cultivados por la historia, pero los observa de manera diferente” (Chinchilla, 2005, p.209). La NHC se redescubrió en la década de 1970 (Burke, 2004, p.5). No es una invención del siglo XX; ésta se cultiva en Alemania desde 1780 (Burke, 2004, p.6). La NHC es una frontera académica en la que se comunican la historia, la antropología, la sociología y la teoría literaria (Chinchilla, 2005, p.210).
La práctica académica de la NHC conlleva el concepto antropológico de cultura y la incorporación de la tradición como transmisión de conocimiento, de una generación a otra (Burke, 2004, p.10). La Nueva Historia Cultural es polisémica. Está ligada a la cultura popular. La NHC es un campo semántico que nos lleva al giro lingüístico de la década 1970 (Burke, 2004, p.8). El giro lingüístico tiene que ver con el surgimiento de una nueva filosofía de la historia, interesada en la narración como entidad para representar el pasado. En 1973 Hayden White publicó Metahistoria, punto de inflexión en la teoría histórica. White cambió el tipo de escritura histórica. Giro lingüístico es la introducción de la teoría literaria en la comprensión de la escritura histórica. “La teoría literaria tiene mucho que enseñar a los historiadores sobre la escritura” (Ankersmit, 2001, p.22). White afirma que “la comprensión del pasado está determinada por lo que el pasado fue y por el lenguaje que usa el historiador para referirse a él” (Ankersmit, 2001, p.20). Giro lingüístico es reformar el lenguaje.
Tradición es polisemia. Se ha venido construyendo y renovando, desde la teología cristiana y las ciencias sociales. La tradición como expresión de permanencia en el tiempo que teje identidad (Madrazo, 2005, p.115). Tradición es reiteración, entrega. Pasar, traspasar, transmitir energía sucesiva. Ocurre en el tiempo. Avanza a través de él. El cambio es parte de la tradición. Es incorporación, permanencia y renovación. “La tradición está ligada con la identidad” (Herrejón, 1994, p.135). El concepto tradición se refugió en el universo religioso. Recibió nuevos bríos en la década de 1970, gracias al Concilio Vaticano II. Pasamos de la tradición como escritura a la tradición como enseñanza (Pérez 1994, p.181).
Desde la consulta hemerográfica en el Archivo Histórico Municipal de Irapuato, y a través de la revisión crítica de los centros de vicio en la ciudad fresera durante la primera mitad del siglo XX, delineo un primer estudio de caso que ensambla con perfección, en la nueva historia cultural. En párrafos anteriores compartí con el lector aproximaciones a la historia cultural, desde lo conceptual. Referí coyunturas importantes para entender la semántica histórica de la NHC. A continuación delimitaré el fenómeno de la historia cultural a un estudio de caso, tejido desde la revisión hemerográfica en un archivo histórico del Bajío mexicano. Teoría y praxis, así es como funciona la historia científica. Se acota el objeto de estudio y luego se genera conocimiento académico desde la investigación. La profesionalización de la historia tiene que ver con el oficio, con la indagación, con la operación historiográfica. Que la NHC sea llevada al aula, desde la investigación académica.
A continuación, brindaré dos ejemplos de historia cultural, desde la investigación misma. Con este ejercicio, pretendo situar al lector en la historia como discurso elaborado, a partir de la delimitación de un problema, de la elección y consulta de fuentes. Sugiero poner atención a la elección de las fuentes y al tratamiento de las mismas, en la elaboración de las siguientes cuartillas. Los dos estudios de caso que desarrollo, están en la órbita de la Nueva Historia Cultural (NHC). La mejor forma de enseñar historia es investigando. Sería interesante para los estudiantes de nivel básico que la historia de la Segunda Guerra Mundial se aborde desde el uso de sustancias psicoactivas y desde el consumo de chicle, por ejemplo. El consumo de alcohol y la música, son fenómenos culturales tan antiguos como cotidianos.
Cantinas en Irapuato
El apartado está sustentado en una investigación hemerográfica, realizada en el Archivo Histórico Municipal de Irapuato, Guanajuato, México. La primera fuente está fechada en 1909 y la última en 1951. En la narrativa, el Hotel Rioja ocupa un lugar central. Éste fue inaugurado en 1905, en 1964 fue remodelado, en 1974 fue vendido a la empresa, Real de Minas, y desde el 2009 es conocido como Hotel San Francisco (Ayala, 2019). Se ubica en el centro histórico de la ciudad fresera, corazón del Bajío mexicano.
Como quedará demostrado a lo largo de las siguientes cuartillas, la prostitución en Irapuato, durante la primera mitad del siglo XX, estuvo ligada a las cantinas, a las cervecerías, a las pulquerías y a las fondas del Mercado Central, hoy Mercado Miguel Hidalgo, situado en la Plazuela que lleva el mismo nombre del libertador jesuita nacido en Pénjamo, Guanajuato, frontera con La Piedad, Michoacán.
Pénjamo es una ciudad de frontera adscrita a una región musical cuyo rasgo principal encarnan los duetos femeninos de la canción ranchera. Desde la década de 1930, las migraciones de penjamenses a Irapuato, aumentaron, debido a la aparición de estaciones de radio en Irapuato. El fenómeno migratorio se consolidó con el Programa Bracero. Irapuato fue centro de contratación de braceros. Las familias penjamenses emigraban a Irapuato por razones económicas y porque en ella estaba la XEWE y la XEBO, difusoras de la música popular mexicana. Los duetos femeninos de la canción ranchera eran nacidos en el sur de Guanajuato, pero necesitaban de Irapuato para aspirar a una mediatización que luego les permitiera irse a la Ciudad de México y grabar en los sellos discográficos. Un circuito económico de la música mexicana era: Pénjamo-Irapuato-Ciudad de México.
En marzo de 1909, periódico El Día, registra la inauguración de una cantina en uno de los locales del Hotel Rioja, en la calle de Zueleros, costado poniente de la parroquia. El negocio fue bautizado como La Michoacana. Abarrotes y cantina, propiedad de Manuel Vázquez Ortega (El Día, 1909). Complementariamente, la publicidad anuncia que Mercería La Providencia de José Riquelme, “distribuye aguas gaseosas y sodas refrescantes a las cantinas” (La Providencia, 1909). Estamos delante de un circuito económico. Una red de distribución comercial, en torno al alcohol, fue tejida.
Ya en la década de 1930, se anuncia mano de hierro para los cantineros. La Presidencia Municipal, de acuerdo con las autoridades militares, recordó a los propietarios y encargados de expendios de bebidas alcohólicas, la prohibición de acceso a esos centros de vicio, a menores de edad, mujeres y uniformados. “La primera infracción registrada, será castigada con multa de cinco pesos; la segunda con 10 pesos; la tercera con 50 y la cuarta con la clausura del establecimiento” (Labor, 1931). El propósito era restringir y extirpar “todo aquello que redunde en la relajación de las costumbres y en la inmoralidad”. El patrocinador de la nota fue Tenería Kauffmann, referencia que nos invita a recordar la importancia de Irapuato, a principios del siglo XX, como importante centro manufacturero de calzado en el Bajío, antes que León.
Considerado por las autoridades municipales de Irapuato como un problema, en 1932 emprenden campaña contra la práctica de empeñar prendas de ropa en las cantinas, a cambio de bebidas alcohólicas. El Municipio amenazó con clausurar establecimientos de insistir en esta práctica (Labor, 1932). Los periódicos de la época registran trifulca en el Hotel Rioja. La situación descrita se repetirá a lo largo de la primera mitad del XX, como veremos en las páginas siguientes que dan vida a este apartado sobre la prostitución en Irapuato. Inviable abordar el fenómeno histórico de la prostitución y el alcoholismo en Irapuato durante el XX, sin remitirnos al Hotel Rioja.
1942 es un año marcado por sangre. Las cantinas se convierten en centro de disputas. Un hombre es asaltado en la cantina Barrio Rojo (Guanajuato. Diario del Bajío 1941) cuyo propietario fue Magdaleno Gutiérrez. Miguel Maciel, joven trabajador de Jabonería La Constancia, fue ultimado en la zona de tolerancia. Los hechos ocurrieron en un centro de prostitución ubicado en la calle Manuel Acuña #23, regenteado por Máximino Gómez. Víctima del alcohol, Maciel humilló a las prostitutas, destapó gran cantidad de botellas y luego se negó a pagarlas. Respaldado por los amigos influyentes que lo acompañaban, quienes eran empleados municipales, arrojó una botella al rostro de Gómez, quien desfundó una pistola y disparó tres balazos sobre Maciel.
“El herido, pistola en mano, se abrió paso y salió a la calle, perdiéndose en las tinieblas. Los músicos de la orquesta, para favorecer los intereses de su patrón, se pusieron a tocar, desaforadamente, una pieza de intención obscena, mientras las hetairas, con los mismos fines, bailaban unas con otras, ebrias. Maciel, en tierra, era presa de atroces convulsiones. La infernal algarabía en el prostíbulo, impidió la oportuna presencia de los agentes de la autoridad, que llegaron un cuarto de hora después; aunque siempre antes que la ambulancia de la Cruz Roja, que hizo su aparición 30 minutos de haber sido llamada. A Miguel Maciel le practicó el médico, Abelardo Leal Rodríguez, en el Sanatorio del Centro, secundado por el médico Briones Pérez, una delicada operación. En caso de salvarse, Miguel Maciel quedará con hemiplejia (Guanajuato. Diario del Bajío, 1942)”.
En el Cabaret Imperial, centro de vicio ubicado a unos pasos del Hotel Rioja, se suscitó un escándalo que requirió la presencia de la policía. Los celos del amasio de Pomposa Ortiz, dueña del lugar, fueron la causa de terrible golpiza “que la bañó en sangre; aunque el Otelo de barriada también resultó lesionado de la cara” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1942).
Seguramente ya se percataron que aparecen nombres de cantineros, padrotes, médicos, cantinas, prostíbulos, calles y nosocomios. Es relevante porque permite el dibujo mental de una infografía sobre la prostitución en Irapuato, ciudad de importancia mayúscula para el Bajío mexicano: centro ferrocarrilero, pionero agroindustrial y poseedor de una de las zonas militares más relevantes de México.
El 20 de enero de 1946, en la cantina del Hotel Minerva se reunió “un grupo de valentones del vecino pueblo de Cuerámaro” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1946). Por ánimos exaltados a causa de excesivas libaciones, dieron principio los insultos y el acariciar de pistolas. Como el recinto era estrecho, los rijosos optaron por salir a la calle, donde no tardaron en disparar. Resultó herido Pablo García Moreno e ileso un conductor de Ferrocarriles Nacionales que cruzaba por el frente de la cantina. García Moreno, ex policía, había despojado de dinero y reloj, a joven estudiante de 15 años, frente a referido hotel.
La cantina Rhon y Coca Cola, que funcionó en la calle Sostenes Rocha, fue un epicentro de zafarranchos en 1946. El vecindario estuvo provisto de silbatos para pedir ayuda policiaca en cada zipizape que se registró en el centro de vicio. “Escándalo sonado tuvo lugar en la cantina que nos ocupa, el 19 de los corrientes, habiendo sido necesaria la intervención de 10 policías para llevarlos a la cárcel” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1946).
2 de junio de 1946. Vecinos de la calle Leandro Valle, no pueden tolerar las molestias que ocasionan las fonderas. Los quejosos deben soportar la mugre y el hedor de las fritangas y la música nocturna de las sinfonolas. Las estridencias de los aparatos electromecánicos terminan a las 5 de la mañana. No dejan dormir. Hubo manifestaciones frente al Hotel Rioja, ubicado en el Portal Carrillo Puerto (Guanajuato. Diario del Bajío, 1946).
19 de junio de 1946. Al filo de las 20 horas, se registró incidente en la cantina del Hotel Rioja. Fueron testigos de los hechos, conocidos políticos metropolitanos que visitaban Irapuato, en ocasión de la llegada del licenciado, Miguel Alemán, candidato a la Presidencia de la República. Fueron testigos Fidel Velásquez, Secretario General de la CTM, Francisco García Carranza, diputado federal, y Luis Chico Goerne. Por una indiscreción de Miguel Mota, el torero Juan Silveti se hizo de razones con Luis Gámez y terminó por golpearlo. Se armó trifulca. Gámez sufrió el despojo de su pistola, de su pluma fuente y de una cantidad de dinero que llevaba en el bolsillo del pantalón. El señor Mota recibió bofetadas y sus quevedos resultaron hechos pedazos. Vitrinas y vidrieras corrieron la misma suerte. Las autoridades no intervinieron, a pesar de lesiones, robo y daño a propiedad ajena (Guanajuato. Diario del Bajío, 1946).
El escenario de desasosiego provocado por las cantinas, el consumo de alcohol y la prostitución reinante, generó reacciones municipales, ante las protestas de los ciudadanos irapuatenses. 1946 es clave para estudiar el fenómeno cultural. Simétricamente, cantineros y tenedores de sinfonolas se quejan ante las autoridades por los excesivos impuestos que deben pagar por el uso comercial de la música grabada. Desde luego, hay que pagar impuestos, pero no tan elevados, argumentan los dueños de cantinas, cervecerías y pulquerías de Irapuato (Guanajuato. Diario del Bajío, 1946).
La prensa registró la disputa legal entre Municipio y cantineros. La decisión oficial consistió en poner un dique al vicio. Luis Salgado Rojas, Presidente Municipal de Irapuato, dejó de otorgar licencias para la apertura de cantinas. La premisa oficial fue “hacer imperar la moralidad”. Se puso un valladar al alcoholismo dominante. El Campo Militar Cuatro, acantonado en Irapuato, propuso la reglamentación “de cantinas y otros centros de vicio”; entiéndase pulquerías, fondas y cervecerías. “Hay que proteger a la juventud del libertinaje, la inmoralidad y sus consecuencias” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1946).
La Presidencia de la Junta de Administración Civil de Irapuato, dispuso la defensa de la moral pública, la derogación de permisos para evitar que funcionen nuevas cantinas y restringir la operatividad de las ya existentes, en horarios nocturnos. Las mujeres deben ser retiradas de los centros de vicio. Para la autoridad, los hechos sangrientos ocurridos en Irapuato, se explicaban en el consumo de alcohol.
“Con limitar la actividad de las cantinas, pueden salvarse muchas vidas. El elemento femenino en los establecimientos donde se ingieren bebidas alcohólicas, contribuye a exaltar los ánimos y a que más fácil sea que surja una reyerta con el aliciente de la lujuria. Las tabernas-prostíbulos son el medio más eficaz para la propagación de enfermedades venéreas, pese a los esfuerzos y campañas sanitarias que se desarrollen” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1946) expresó Luis Salgado Rojas, Presidente Municipal de Irapuato.
Los cantineros de Irapuato, se ampararon. El propósito del Ayuntamiento era que sólo unos cuantos establecimientos operaran en horarios nocturnos. “La tendencia es moralizadora, pero no se meditó y carece de base legal” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1946). Los cantineros hicieron gestiones ante la Presidencia de la Junta de Administración Civil, para conseguir la reducción en el cobro de impuestos. Ante la indiferencia gubernamental, optaron por comisionar a un abogado. Éste interpuso el recurso de amparo ante el Juez de Distrito en Guanajuato. “Únicamente el Congreso del Estado se halla facultado para aumentar impuestos, no los Ayuntamientos”. La demanda de amparo fue entregada en la capital del Estado de Guanajuato. Ley dio la razón a los cantineros:
“La Junta de Administración Civil, en un afán moralizador, dispuso la elevación de las cuotas por permitir que las cantinas trabajaran horas extras, a partir de las 22 horas. Los cantineros vieron afectados sus egresos fiscales de 7 a 70 pesos mensuales. Éstos contrataron al abogado, Alfonso Chico Patiño para tramitar un amparo de la Justifica Federal. El viernes último, acudieron los propietarios de cantinas solicitantes del amparo, a efectuar sus depósitos en Tesorería Municipal, donde no les fueron recibidos. Ayer la Tesorería Municipal aceptó los depósitos, pero la policía anduvo la noche del mismo viernes obligando a los cantineros a que, a las 22 horas, cerraran sus establecimientos. De acuerdo con la Cámara de Comercio y la Presidencia Municipal, a las 22 horas terminarán sus actividades los cantineros, quedando cancelada cualquier autorización de horas extras. Los propietarios de las cantinas que funcionan en la zona de tolerancia de Irapuato, manifestaron estar de acuerdo en cerrar durante el día y operar en las noches (Guanajuato. Diario del Bajío, 1946)”.
“El amparo interpuesto por el abogado, Alfonso Chico Patiño, en nombre de los propietarios de las cantinas de Irapuato, contra actos del Presidente Municipal y el Secretario de la Junta de Administración Civil de Irapuato, e Inspector de Policía, por haberles aumentado el pago de las horas extra que venían trabajando por las noches, obtuvo del Juez de Distrito en el Estado de Guanajuato, la suspensión provisional del acto reclamado, con la condición de que garanticen los intereses fiscales. Los dueños de esos centros de vicio podrán seguir trabajando horas extras al precio que regía antes de la disposición que se impugna, hasta que se resuelva el fondo de la demanda. El Juez de Distrito tuvo en cuenta que la Junta de Administración Civil carece de funciones legislativas y de facultades para elevar los impuestos. El caso será resuelto por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ganaron los cantineros la suspensión provisional (Guanajuato. Diario del Bajío, 1946)”.
Los problemas en las cantinas, no terminaron. Encabezados por Miguel Ayala, Margarito Alvarado y Jesús Razo, los vecinos de la calle Guerrero, elevaron una queja a la Presidencia de la Junta de Administración Civil, solicitando el cese de licencias para la apertura de más cantinas. “En la 5a calle de Guerrero, se han enseñoreado los centros de vicio como las cantinuchas regenteadas por mujeres de mala nota” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1946). Los vecinos acusaron a los cantineros de envenenadores de la sociedad. Se quejaron de las sinfonolas o ruidolas. Ciudadanos denunciaron la existencia de cantinas a unos metros de la primaria, Niños Héroes, cuando, según la ley, estaba prohibido. En la Ciudad de México, una cantina abierta en la calle No reelección, a pesar de estar cerca de dos centros educativos y de una Iglesia parroquial, trabajaba sin restricciones (Guanajuato. Diario del Bajío, 1948). Además del alcoholismo, la Federación y los municipios, intensificaban su lucha contra los traficantes de marihuana (Guanajuato. Diario del Bajío, 1948).
El Nevado de Toluca, cervecería que en 1946, atendía frente al Jardín Hidalgo, “sobre la banqueta que limita el lugar donde se levanta un busto del Padre de la Patria” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1946). La prensa denunció la existencia de barracas expendedoras de cerveza, que combinadas con el uso inmoral de sinfonolas, aturden a los habitantes.
Un bracero de Oaxaca, se presentó la madrugada del 1 de julio de 1946, en los cuarteles policiacos de Irapuato. Testificó haber sido víctima de golpes y despojo de un reloj Steelco y un anillo de oro. Señaló como autores del delito al regenteador de una casa de asignación de la calle Manuel Acuña, apodado “El poca lucha”, y al cantinero del centro de vicio, Rodolfo Bonilla Campos. El cantinero declaro que el bracero había consumido cerveza por $162,00 pesos, lo que resultó absurdo para la autoridad, toda vez “que ni iba acompañado de nadie y su estado de ebriedad no se compadecía con el consumo reclamado por el dueño del centro de vicio” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1946).
Hemerografía de la época, registró la existencia de El Costeño, cantina ubicada en las calles de Ojinaga, Galeana y Corregidora. En ésta “se dan cita los viciosos, que lo mismo encuentran bebidas alcohólicas que mujerzuelas dedicadas a la prostitución” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1947). El 21 de febrero de 1948, ocurrió un crimen en esta cantina y prostíbulo. El ejecutor fue el proxeneta, Refugio Salas, “de triste prestigio en los bajos fondos del hampa irapuatense” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1948). Más hechos ocurrieron en la cantina El Salón Palacio, ubicada en la esquina de Pípila y 16 de septiembre, propiedad de Andrés Estrada. Otro señalado por las autoridades fue Pedro Martínez, regenteador del Salón Acapulco, “el cual opera a 12 metros de la Presidencia y a 40 de una escuela secundaria”. Matías Lino, chofer de Salas y Martínez, dueño y cantinero del Salón Palacio, fueron detenidos y puestos a disposición de las autoridades.
“De un momento a otro será abierta en la calle Santos Degollado #74, una nueva cantina, como la más sangrienta burla a la moral pública. Están convirtiendo a Irapuato en el más sucio centro de vicio del Bajío” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1948) reportó la prensa fresera. Nuevos expendios de alcohol en las calles Berriozábal y Santos Degollado (Guanajuato. Diario del Bajío 1948). Lesionado en cantina de la calle Lerdo de Tejada, propiedad de Lucio Gutiérrez; el médico José Briones Pérez, atendió al afectado (Guanajuato. Diario del Bajío, 1948). En la misma rúa Lerdo de Tejada, pero en cantina propiedad de Francisco Campos, ocurrió el siguiente incidente: Jorge Ortega “El Zeppelin” asesinó a José Hernández Sánchez, obrero de la Compañía de Cigarros “El Águila”. Los hechos se desarrollaron a las cinco de la tarde del domingo. La víctima falleció en el Hospital Civil, a las 7 de la noche (Guanajuato. Diario del Bajío, 1948)
“En las cantinas se juega dinero y se admiten mujeres. Obreros dejan en las tabernas sus salarios; además de arriesgar en el azar, siendo víctimas de tahúres que por sus malas artes no permiten el desarrollo de un juego limpio que les brinde posibilidades de triunfo” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1948) registró el periodismo de la época, quien además, se volcó contra el Presidente Municipal de Irapuato, por la tibieza de sus acciones.
Manuel Guerrero, entonces Presidente Municipal de Irapuato, respondió que se le acusaba de facilitar licencias para la apertura de cantinas y casas de asignación, sin fundamentos. A decir de Guerrero, los permisos concedidos para las cantinas y prostíbulos abiertos, fueron otorgados por su antecesor, Manuel González Carrillo. El 7 de diciembre de 1947 se concedió permiso a Felipe Torres para una cantina en la casa #28 de la calle Guanajuato. El 10 del propio mes y año, se autorizó a Elena González Muñoz, para abrir una casa de citas, con expendio de cerveza, en la calle Niños Héroes #78. El 26 del mismo diciembre se permitió a Benjamín Loera, abrir una cantina en la casa #4 de la calle Álvaro Obregón (Guanajuato. Diario del Bajío, 1948) acotó Guerrero.
La administración de Manuel González Carrillo, a decir por Manuel Guerrero, edil de Irapuato en 1948, autorizó la translación de las cantinas siguientes:
1.- Propiedad de José María López Mares, de la esquina de Colón y Leandro Valle a Lerdo de Tejada y Mercado Aquiles Serdán, el 22 de diciembre.
2.- Propiedad de Jesús Elías Arredondo, de 20 de noviembre #77 y 79 a Lerdo de Tejada #7.
3.- Propiedad de Francisco Martínez González, de Doctor Liceaga #54 a Manuel Doblado #1.
En 1948 había cantinas en Berriozábal #17, Santos Degollado, Terán y Colón. En Morelos pulquerías. En la zona de los mercado Aquiles Serdán y Central, también. Se registró la existencia de una casa de citas clandestina en el #52 de la Calzada Insurgentes, frente al Colegio Vasco de Quiroga. Destacaban La Hélice y El K.CH.T, pulquerías concurridas por la cumbancha fresera. Abundaban los centros de vicio.
Nocivas de embriaguez, las cantinas eran lugares en los que se promovían juegos de azar. Con esa justificante, en mayo de 1949, fueron canceladas Las Delicias, propiedad de Antonio López Soriano y La Esperanza de Esperanza Trejo. Otras que funcionaban en las calles de Niños Héroes #10 y Guerrero #12, corrieron la misma suerte. “Alrededor de 40 cantinas en Irapuato que no satisfacen los requerimientos legales para su funcionamiento, serán cerradas”, pronunció el Ayuntamiento (Guanajuato. Diario del Bajío, 1949).
La Hélice, pulquería ubicada en las calles de Colón e Isabel La Católica, fue clausurada por el Municipio, debido a su cercanía con una escuela. Valiéndose de las influencias del dueño del Hotel Rioja, la pulquería reanudó actividades en la casa #26 de Vallarta, arrendada a Lucio Jaime. La nueva ubicación de La Hélice, quedó cercana a una fábrica de camisas, a la Casa del Deportista y las primarias, Niños Héroes y Revolución. “Los padres de familia, afectados por el peligro que amenaza a sus hijos, se mueven en el asunto. Los influyentes aseguran que altos funcionarios federales darán órdenes terminantes para que funcione La Hélice” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1950). “Además de sucios centros de ebriedad, funcionan como peligrosas garitas”, expuso Margarita García Morales, habitante del centro de Irapuato, quien, además, apuntó a Guillermo Vera, propietario del Hotel Rioja, como promotor de vicios e inmoralidad (Guanajuato. Diario del Bajío, 1949).
Las fondas representaron una molestia constante para las autoridades de Irapuato, como para la sociedad en su conjunto. Así lo constatan las notas periodísticas. Muchas de ellas operaban bajo la razón social de fondas, pero en la cotidianeidad eran más cantinas y burdeles (Guanajuato. Diario del Bajío, 1950). En ellas se podía disponer de vino y mujeres, a toda hora. Las fondas se concentraban en las inmediaciones del Mercado Central y en la calle Lerdo de Tejada. “Hay mujeres de la vida alegre. En esos comercios, autorizados para vender cerveza, se agrega la copa de licor y la compañía de las damiselas galantes” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1950). La clientela masculina era numerosa. Dichas fondas significaban una zona de tolerancia, con sus respectivos mitotes. Los cantineros reclamaban por la competencia desleal, gravadas con fuertes impuestos.
Con serpentinas incluidas, el 27 de abril de 1951, los diarios de circulación local anunciaban las permanentes requisas en centros de vicio, con el propósito de frenar la delincuencia (Guanajuato. Diario del Bajío, 1951). Las medidas gubernamentales no lograron su cometido:
“Un balazo de pistola 45 le atravesó las dos piernas, la madrugada de ayer. Una mujer de la vida galante resultó herida la madrugada de ayer. El subteniente, Benjamín Cuevas Gómez y Miguel Zamora Santoyo, su amigo, se encontraban bailando con María Luisa Jiménez y Bertha Ramírez, cuando el segundo sacó una pistola calibre 45. Cortó cartucho y apuntó a Bertha. Cansada de tolerar sus imprudencias, le arrebató la pistola y la entregó al subteniente. Zamora Santoyo, indignado y poseído de ciega rabia, se abalanzó sobre el militar. Pretendía recuperar el arma. Como éste la sujetaba firmemente, quiso despojarlo de la que portaba con el uniforme. El cañón de la pistola se atoró en la funda y fue entonces que se produjo un balazo que hirió a María Luisa Jiménez, atravesándole ambas piernas. La Cruz Roja trasladó a la herida al Hospital Civil con el médico, José Briones Pérez. Los implicados fueron puestos a disposición del Ministerio Público Federal (Guanajuato. Diario del Bajío, 1951)”.
De agosto a diciembre de 1950, los periódicos de Irapuato siguieron con atención y detalle, la reubicación de la zona de tolerancia. Ésta se encontraba en las calles de Granaditas y Juan Escutia. Fue recorrida a la calle Guillermo Prieto, para luego ser concentrada, en su totalidad y de manera definitiva, en la calle Manuel Acuña (Guanajuato. Diario del Bajío, 1950). La calle Manuel Acuña fue elegida por su forma irregular de herradura. Esto facilitó la edificación de un muro para que fuese imposible acceder a los prostíbulos por la calle Primo Verdad. “Esta medida constituirá una zona delimitada y excluida del tránsito de niños y damas honestas. Esos centros de disipación constituyen el peor ejemplo y el mayor peligro para la moralidad” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1950). En el Irapuato de 1950, la calle Guillermo Prieto era un punto distante de la población. Las medidas entraron en vigor el 1 de diciembre de 1950. En la misma temporalidad, se construían dos primarias en la Calzada Insurgentes, donde antes funcionara el Hospital Militar.
Este trabajo académico se escribe en junio del 2020. Hoy los alrededores del antiguo Hotel Rioja continúan tomados por la prostitución callejera, mientras que la zona de tolerancia admitida como oficial, está en Isabel “La Católica”, a unos metros de la central de autobuses. La situación no ha cambiado mucho. En esencia, la prostitución y las cantinas, siguen habitando el centro de Irapuato. Las pulquerías desaparecieron. En la calle Colón quedan algunas cervecerías de mal aspecto.
Música norteña mexicana
Es un fenómeno cultural que ha sido estigmatizado por su cercanía con las cantinas. A la norteña se le ubica y se le encuentra en torno a los centros de vicio. Esta música es producto de las industrias culturales estadounidenses de la posguerra. Como mercancía cultural, se consolidó en la década de 1950 con Los Alegres de Terán.
El lector debe prestar atención a la construcción de este apartado. Metodológicamente, está elaborado con entrevistas, con periódicos y con la consulta de un par de libros. Las fuentes usadas deben ser de calidad académica y poseer valor al interior del tema estudiado. Al recorrer las siguientes páginas, se darán cuenta que la música norteña se aborda desde los datos biográficos de intérpretes, algo estándar en los estudios históricos de la música, pero también transitamos problemas como el plagio, la violencia y el machismo. Se considera el papel de las empresas cerveceras como patrocinadores y los espacios de actuación de la música norteña mexicana. El lector debe poner atención a los datos, al tratamiento de los mismos y a las fuentes utilizadas en la construcción del apartado.
Los estereotipos sobre la norteña mexicana siguen vigentes. En la más reciente temporada de Vecinos, programa televisivo producido por Eugenio Derbez y transmitido por TELEVISA, los López-Pérez de Angangueo, Michoacán, son ridiculizados por los compañeros de condominio debido a sus gustos musicales. La matriarca de los López-Pérez escucha música de Cornelio Reyna, Chayito Valdés y Las Jilguerillas, circunstancia que le acarrea una fuerte reprimenda de la esposa de Frankie Rivers, un frustrado actor y director de cine. Vecinos es una serie que continúa reproduciendo estereotipos ligados a las músicas populares. Hay un problema para la nueva historia cultural en la descripción del hecho mediatizado.
El personaje de Lorena, se refiere a la norteña como “música de cantina”. TELEVISA retrata a Michoacán como periferia cultural de México. Recordemos el personaje de Jaimito “El cartero” en la serie de Gómez Bolaños y las constantes mofas a Paracho, en sus telenovelas vespertinas, como centro productor de guitarras corrientes.
“Decían que Los Relámpagos del Norte eran unos monstruos, algo que nunca se había visto” (Schkolnik, 2001, 17). Ramón Ayala y Cornelio Reyna, modernizaron a la música norteña mexicana. Evolucionaron al acordeón y al bajo sexto. Gracias a ellos, comenzaron a realizarse bailes, hoy denominados “masivos”, en los salones de Monterrey, además de mantenerse en las terrazas de los pueblos de Tamaulipas y Texas.
Servando Cano, productor de Los Relámpagos del Norte, recuerda un baile en la Terraza de San Nicolás, Nuevo León. En una noche de jueves, hicieron dos presentaciones. Metieron 10,000 personas. Se apoyaron en la TKR y en la BJB, para hacer la promoción. “En el baile se vendía soda y cerveza; las mujeres pagaban 20 y los hombres 40 pesos” (Schkolnik, 2001, 33). Los Relámpagos ya tenían disquera en Estados Unidos. A raíz del éxito en San Nicolás, consiguieron sello grabador en México. Los Relámpagos del Norte estaban conformados por José Martínez “El barragas”, Ramón Ayala Garza, Cornelio Reyna Cisneros y Richie Vela.
Las letras de la música norteña en las décadas de 1960 y 1970, se centraban en el enamoramiento heterosexual. Había seriedad en el trabajo del compositor. Destacaron Reynaldo Martínez, Basilio Villarreal, Homero Aguilar, Rosendo Montiel y el propio Servando Cano con No pasa nada, Ni que tuvieras tanta suerte y Pero cómo voy a odiarte. El primero grabado por Los Herederos de Nuevo León, el segundo por Los Invasores de Nuevo León y el tercero por Los Rancheritos del Topo Chico (Schkolnik, 2001, p.56). Los Relámpagos del Norte transformaron a la música norteña.
“Me daba coraje cuando me decían que era música de cantina” (Schkolnik 2001) subraya Cano, quien es el empresario responsable, junto con Oscar Flores, de posicionar a la música norteña en el centro de México. “Mi objetivo era lograr que fuera un éxito, que alcanzara otros niveles hasta dejar de verla como música para cantinas” (Schkolnik, 2001, 99). Cano y sus Relámpagos del Norte, llenaron de modernidad a la música norteña mexicana.
Desde el primer momento, cuando era socio de Paulino Bernal, se encargó de promover un sonido limpio, fuerte e innovador. Invitó a Los Relámpagos del Norte a que usaran los instrumentos de moda; así cambiaron la tarola por la batería y el tololoche por el bajo eléctrico. “Cuando la gente escuchó las canciones con batería y bajo eléctrico se sorprendió. Era una cosa que no se había visto en la música norteña” (Schkolnik, 2001, 98). En 1954, Cano había llegado a Reynosa, procedente de Monterrey. Fue en Tamaulipas donde conoció a Ramón Ayala Garza y a Cornelio Reyna Cisneros (Schkolnik, 2001, 122).
Las Hermanas Huerta de Tampico, Tamaulipas, son uno de los proyectos femeninos más importantes para la historia de la música norteña mexicana, junto al Dueto Río Bravo, y a las propias Jilguerillas de Michoacán. Curioso que los intérpretes denostados por escritores y productores de la serie Vecinos, sean pilares de la música mexicana. Habla de una profunda desculturalización en los mundillos televisivos, de la discriminación y del racismo que sigue promoviendo TELEVISA.
Las Hermanas Huerta fueron las artistas que más actuaciones sumaron en la Caravana de Estrellas Corona, producida por Guillermo Vallejo. José Alfredo Jiménez y Enrique Guzmán compiten con ellas en presentaciones. Hijas de un hombre oriundo de San Pedro, Nuevo León; Aurora y Luz Huerta, comenzaron su carrera en la XEFW de Tampico. En sus inicios se presentaron como Luz y Lucerito. La enorme distancia de José Alfredo Jiménez, es un regalo para Las Hermanas Huerta. Vallejo conoció a Luz y Aurora Huerta en una paletería en Tampico (Chao, 1995, 28).
Considerada marginal y propia de cantinas, la música norteña ha sufrido la censura, el señalamiento y la persecución. No es la única manifestación cultural asociada con las masas que corre tal suerte. El corrido ha sido castigado, permanentemente. Así pasó en 1927, cuando el Gobierno de la Ciudad de México dictó una disposición prohibicionista que limitó a compositores y cantadoras de corridos, vender sus letras impresas en el centro histórico. La comercialización de sus corridos fue limitada “a las barriadas de la capital”. El argumento de las autoridades fue el amotinamiento y las aglomeraciones, “lo que dificulta el tráfico en el primer cuadro” (Chao, 1995, 36).
La censura y la prohibición que han padecido las músicas populares, se explica en el arribismo mexicano. Enjuiciamos desde el pulpito moralizador. No extraña que la siempre polémica, Carmen Salinas, haya declarado en 1989 que las películas de Rambo eran más violentas y destructivas que el cine de ficheras. Los dichos de Salinas reflejan el hartazgo contra la cultura hegemónica-dominante. La comediante mexicana, hizo sus pininos en rancherías de Coahuila, invitada por Daniel Herrera “Sanfarinfas”. En enero de 1989, Salinas estrenó disco y Olivia Collins protagonizó, Noche de buitres, película en la que compartió créditos con Mario Almada (Noroeste, 1989).
En tono provocador, Noroeste de Mazatlán publicó en 1992 que Chalino Sánchez “ha vendido más copias de sus acetatos que Luis Miguel”. De acuerdo con el firmante del reportaje periodístico, la música con tambora y la voz popular de Chalino Sánchez, brindan un toque verídico a la realidad de los sinaloenses. “Chalino vende más que Luis Miguel porque su mercado puede adquirir su producto en forma masiva y popular. En cambio, Luis Miguel tiene un público juvenil y femenino” (Noroeste, 1992). El 4 de abril de 1992, Chalino Sánchez, Lorenzo de Monteclaro, Banda La Costeña de Ramón López Alvarado, Banda Hermanos Rubio de Mocorito y Banda Sinaloa de Guasave, se presentaron en la explanada del estadio de beisbol, Ángel Flores de Culiacán. Evento patrocinado por cerveza Carta Blanca.
Nos encontramos en 1992. Se anuncian las películas: Ráfaga de Plomo con Mario y Fernando Almada; La Ciudad de Ciegos con Gabriela Roel, Blanca Guerra, Arcelia Ramírez y Carmen Salinas. Los conjuntos de mayor arraigo entre el público de Johnny Canales, show transmitido por Univisión, están Los Bravos del Norte de Ramón Ayala y Los Tigres del Norte, sobre quienes se abona lo siguiente:
“Los Tigres del Norte, iniciadores del renacimiento y difusión de la música mexicana norteña, crearon un movimiento cinematográfico en México y Estados Unidos. Los hermanos Jorge, Hernán y Raúl Hernández, su primo Oscar Lara y José Guadalupe Olivo, decidieron formar un grupo y tocar en serenatas y fiestas familiares en su natal Rosamorada, Sinaloa. Jorge, que había recibido clases de música, y que transmitió esos conocimientos a sus hermanos, vio que el futuro estaba del otro lado, allá en los Estados Unidos, donde los mexicanos añoran sus costumbres y su música. El año de 1971 fue definitivo para que Los Tigres del Norte se convirtieran en ídolos, con un disco LP que incluía el tema Contrabando y Traición. Este corrido les valió un disco de oro en México, disco de oro en Chicago, disco de oro en San Antonio, Texas. En 1974 actuaron en el estadio Universitario de Berkeley, California, con una asistencia de 80,000 personas. Fueron los representantes de la música mexicana norteña, en un festival mundial. Su tema, Juanita la traicionera, fue usada para musicalizar The border man de Charles Branson; Roberto Stock de Los Intocables, tomó Un día a la vez para musicalizar la serie de televisión, Different Strocks en Estados Unidos. La Banda del Carro Rojo musicalizó un audiovisual contra el consumo de drogas, difundido en las universidades de los Estados Unidos, en la década de 1970. (Los Tigres del Norte, 1980)”.
En la coyuntura referida, Ramón Ayala Garza se encontraba en problemas legales. De acuerdo con El Norte de Monterrey, el acordeonista norteño compareció ante el Ministerio Público Federal de México, para responder a formales acusaciones en su contra por el delito de plagio de material artístico. Ramón Ayala Garza fue acusado por Juan Ávila Díaz de haber robado el corrido, Carrera 585. La composición fue adjudicada a Julián Garza Arredondo, creador de Las tres tumbas y Dos cruces. (Guanajuato. Diario del Bajío, 1946).
Ramón Ayala Garza se defendió con el argumento de que la producción y el diseño de los discos no son tarea de los músicos. Los responsables son los ejecutivos de Freddie Records, disquera a cargo de la producción. Son los sellos quienes acuerdan con los compositores. El músico aclaró que Freddy Martínez es el propietario de la casa disquera ubicada en Corpus Christi, Texas, Estados Unidos (Noroeste, 1992).
La demanda señaló como responsable de plagio a Ramón Ayala y a Basilio Villarreal, propietario de la reproductora en México. También acusó a Julián Garza, pues aparece como autor del corrido. Juan Ávila y Basilio Villarreal llegaron a un acuerdo. Villarreal pagó 12 millones de pesos como indemnización. Además de retirar del mercado discos y casetes en los que aparece Julián Garza como autor del corrido. El compositor dejó de percibir 14 millones de pesos, siete por derechos de ejecución y una cantidad similar por derechos de edición. Juan Ávila es autor de más de 100 canciones, 25 de ellas grabadas por grupos norteños como Los Satélites de Reynosa de Fidencio Ayala, hermano de Ramón Ayala Garza (Noroeste, 1992).
El Grupo Mazz, igual que Bronco, Los Temerarios, Los Bukis y Los Yonics, es un conjunto de masas. Gracias al éxito de sus temas románticos, llegó a las listas Billboard. Mazz ingresó al escalafón de las más escuchadas canciones del tipo “regional mexicano” con su nuevo disco en vivo. El Grupo Mazz es popular y versátil; interpreta rancheras, cumbias, corridos, baladas y boleros. “Mazz está en la cumbre de las mejores canciones regionales mexicanas en Estados Unidos” (Noroeste, 1992).
La música norteña encuentra en jaripeos, rodeos, charreadas o fiestas charras, espacios públicos de actuación. Cuando se escribe sobre la norteña mexicana, la cuestión, metodológicamente hablando, no se agota en encuadres biográficos de intérpretes, ejecutantes y compositores. Hay que entender a la norteña como fenómeno cultural. Eso brinda posibilidades crecientes de enfoque y abordaje.
A principios de la década de 1990, los jaripeos competían con los rodeos. En Mazatlán, por ejemplo, se convocaba al lienzo charro de la Colonia Juárez en donde se presentaban los mejores charros de Jalisco y del sur de Sinaloa. Era normal que de estos eventos culturales participaran Banda El Recodo y Banda El Limón, además de Los Intocables del Norte de Culiacán. Iniciaban a las 16 horas “con la tradicional atmósfera campirana, con buenos toros, excelente música y probados jinetes” (Noroeste, 1992). En Agua caliente de Gárate, municipio de Concordia, en el sur de Sinaloa, “se vive al son de la tambora, los jinetes y domadores muestran sus destrezas” (Noroeste, 1992). Los jaripeos eran amenizados por bandas de la región. “Como en las películas del cine de oro nacional, la feria tradicional es una algarabía que todo el pueblo disfruta”. “Son días llenos de charreadas y tamboreadas, en los que se vive nuestra cultura”.
El rodeo fue una práctica cultural más vinculada al noreste, es decir, a Nuevo León y Tamaulipas. “Los jóvenes se ponen sus botas y luego sus hebillas para lanzarse al rodeo”. Considerado un deporte, al igual que la charrería, el rodeo se celebraba cada fin de semana. Del mismo participaban grupos de música norteña y country, además de disfrutar de las suertes que realizaban los jinetes. Marín, Los Jacales, Zuazua, Apodaca y Monterrey, Nuevo León, eran los lugares más visitados para presenciar rodeos. “Ataviados con sombreros texanos, pantalones de mezclilla, camisas vaqueras, cintas con grandes hebillas y botas de diversos estilos, los jóvenes llegan a los lienzos y arenas para observar las suertes de los jinetes” (El Porvenir, 1993).
El auge de las fiestas charras o charreadas, es anterior al de los rodeos y jaripeos. En 1953, por ejemplo, los periódicos de Irapuato, Guanajuato, hablaron de “un lúcido jaripeo que tendrá lugar la tarde del domingo 18 de los corrientes en el Coso Revolución participando los famosos charros queretanos Manuel Ordóñez y Gilberto Paredes, quienes deleitarán al público jineteando ocho yeguas brutas y ocho toros ladinos y presentando el espectacular paso de la muerte” (Guanajuato. Diario del Bajío, 1953). Las peleas de gallos, eran parte del folclor que ofrecían las charreadas en la década de 1950.
En 1982, El Porvenir de Monterrey anunció que “preparan gallos de pelea para dar una exhibición en la charreada grande, que estará amenizada por varios grupos musicales norteños hoy domingo en el lienzo charro del Roble” (El Porvenir, 1982). Fue en el homenaje de Pedro Yerena, a quien acompañaron cantantes que representan al bolero norteño, en donde al son de corridos y huapangos, la comunidad participó de la chiva colgada, ritual comunitario del noreste. Yerena nació al pie del cerro del Topo Chico. Inició su carrera artística en 1947. El evento dio inició a las 4 de la tarde, con la “bienvenida al vaquero declamador del Topo Chico, Pedro Yerena” (El Porvenir, 1982).
La chiva colgada refiere a una fiesta comunitaria de Nuevo León, de la que participan jinetes que muestran suertes vinculadas a la charrería. La chiva colgada es una práctica cultural de frontera, porque en ella confluyen la charrería y el rodeo. La norteña y el huapango, musicalmente hablando, predominan en la fiesta. Guillermo Hernández, investigador de la UCLA, entrevistó al compositor del corrido que lleva el mismo nombre del fandango norestense, y que refiere a hechos de sangre ocurridos en Marín, Nuevo León. Juan Carlos Ramírez-Pimienta, discípulo de Hernández, recuperó la información y la donó a este artículo académico.
“Mi nombre es Antonio Prieto, compositor original del corrido de La chiva colgada. Era trabajador de la Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma en Monterrey. Escribí el corrido porque estuve ahí, conocía la historia. Había oído corridos en la radio. Sabía cómo hacerlo. La letra como quiera, lo difícil es ponerle música. La chiva colgada se hace en un terreno parejo. Colocan una tranca para que brinquen los caballos y un mecate se mece de un lado a otro. En medio se amarra un chivo como si fuera piñata. Jesús González soltó el cabresto. Roberto Martínez era el mejor jinete. Por poco se la llevaba. Los hechos ocurrieron en La Gaviota, una cantina. Se acabó la fiesta de la chiva y se fueron a la cantina todos los hombres. Entró Jesús González. Llegó su hermano Manuel y le dice: “aquí está la pistola. Mátalo”. De rato entra Roberto y pide una cerveza. Se quedó dónde estábamos cantando los músicos. Luego salió a orinar. Jesús ya tenía pistola y le tronó seis balazos en el pecho a Roberto. Roberto tenía 26 años y Jesús 55. Los Tremendos Gavilanes omitieron una estrofa que decía: “corrió el padre de la iglesia / le daba la bendición / en eso llegó su madre / le rezaba una oración”. El Secretario de Gobierno de Nuevo León, era primo hermano del finado Roberto. El asesino fue encarcelado 12 años. El corrido se estrenó en Marín. La mamá del finado dio permiso para que se cantara, pero exigió que no se bailara. En 1961 fue grabado por Los Sultanes del Norte, en la Ciudad de México con el nombre de Año del 51. Los Tremendos Gavilanes lo grabaron como La chiva colgada. Antonio lo mató a sangre fría. El asesino radicaba en Monterrey. En 1982 Lalo Medina apreció como compositor del corrido; luego, en el 2008, en un disco del Grupo Pesado, Cornelio Reyna Cisneros figuraba como compositor del corrido. La verdad es que yo soy su auténtico compositor (Prieto, 2008)”.
El estereotipo del norteño mexicano se consolidó en la década de 1950. “Le tocó llegar en los últimos lugares del proceso de conformación de los tipos regionales” (Ayala 2005, 5-12). Lalo González “Piporro” se inició como locutor de radio. En 1951 Pedro Infante lo invitó a representar el papel de un norteño, en el filme, Ahí viene Martín Corona. Eulalio “Piporro” retomó, interpretó y globalizó el estereotipo del norteño mexicano. Lalo González “Piporro” es una figura vital en el estudio de la música norteña.
La música norteña se ejecuta con instrumentos. El bajo sexto es importante. En función socio musical, el antecedente del bajo sexto del siglo XX, es la guitarra séptima del XIX, también llamada guitarra mexicana, evolución de la vihuela de siete órdenes de la época colonial. La guitarra séptima fue un instrumento socorrido en los mundos de la música popular decimonónica. Era común en la ejecución de jarabes. “Las cuerdas que se usaban eran de acero, y para las endosadas, recurrían al latón que brindaba notas agudas” (García 1997). En la década de 1940, aparece asociada a las orquestas típicas y a mariachis tradicionales como Los Horizontes de Irapuato.
Desde la época colonial, Paracho es reconocido centro guitarrero. Leonel y Eloy Barriga Estrada, lauderos de Paracho, Michoacán, con 12 años de edad, comenzaron haciendo guitarras yucas. Aprendieron el oficio gracias a un tío guitarrero. “Al principio fue por necesidad que nos adentramos en el arte de la guitarra, no por gusto” (Barriga, 2011). La abuela paterna vendía madera para guitarra. Ahí aprendieron las formas de cortar la madera: libre de hilos, sin nudos, rendidora. “Todos los instrumentos se secan al sol, nada de hornos porque alteran el sonido” (Barriga, 2011).
Los instrumentos de madera no deben ir de una pieza porque se abomban. Naturalmente, la madera, entre más ancha, más panda. En Paracho se batalla con la humedad y ésta perjudica a la madera. En cuestión de polilla no hay problema, porque en guitarra y bajo sexto se ocupa madera que no es compatible con el gusano de la polilla. El aguacate, el palo blanco y el cedro suave, son maderas que tienden a apolillarse. Es una resistencia natural. “Es importante que la madera no se moje porque la humedad pudre” (Barriga, 2011). Además de guitarras, construyen bajo sextos.
En el oficio de la laudería, es básico el uso de la herramienta. Los cuchillos son lo más difícil de manejar. “El que no se corta, es mal guitarrero”. Por ejemplo, para arreglar un brazo se sostiene con las piernas, “a veces se pasa a uno y nos cortamos”. Luego vienen los resacadores, los cepillos en sus diferentes tamaños. Posterior al dominio de la herramienta, hay que desarrollar la habilidad de doblado; el calor no es una opción porque quema la madera. Se trabaja al tacto. “Cuando no tienes práctica le doblas de más y los rompes” (Barriga, 2011). Llega la hora de ensamblar.
Antes eran denominados guitarreros, ahora se les dice lauderos. Hace 30 años el guitarrero no se ocupada de la calidad, porque el instrumento era consumido por masas carentes de formación musical. “Era mucha la demanda, se vendía a como la hicieras y quisieras”. La guitarra cumplía con las características indispensables. “La música siempre ha sido exacta, no así los constructores. Nos movemos con el mercado” (Barriga, 2011). Dos premisas deben guiar el trabajo del laudero: el músico es quien tiene la última palabra, hay que compartir la calidad con el gusto del ejecutante.
“Entre más corto sea el tiro, la tensión de la cuerda es mayor, como el requinto. Corto es más agudo” (Barriga, 2011). Alguien que trabaja en los camiones, necesita un instrumento que “suene recio”. Guitarras de caja grande para aumentar el sonido. Laudear instrumentos de cuerda, es un arte, una tradición, un oficio que se transmite familiarmente. Sigue vigente en Paracho, Michoacán, a pesar de las burlas de TELEVISA. Productores y escritores de series para consumo masivo como Vecinos, ridiculizan a las músicas populares, ignorando sus claves, sus dinámicas, su historia y su importancia. Ya lo dijo el salsero, talento de televisión.
Conclusiones
La NHC se enseña investigando. Es el eje sobre el que se construyó este artículo académico. La NHC es una forma de hacer historia, como ha quedado demostrado en las anteriores páginas. Los periodos históricos son los mismos que en la historia patria. Lo que define a la historia cultural, así como a la historia social y a la historia desde abajo, por citar dos ejemplos de relevancia, es el encuadre, el enfoque, la problematización. Se teje fino desde el planteamiento del problema, desde la delimitación, desde la metodología, desde la disposición, elección, uso, tratamiento e interpretación de las fuentes históricas.
Hay un hecho que es la Independencia de México en el siglo XIX, de él podemos escribir una historia política, una historia social, una historia desde abajo, una historia de las mujeres y una historia cultural. Es prudente delimitar a regiones, a municipios y a divisiones políticas estatales, aunque éstas sean arbitrarias y artificiales. Hay posibilidades metodológicas sobre un mismo acontecimiento. Escribir historia académica es un oficio que se comienza en las aulas y se perfecciona en la práctica. Es un proceso intelectual que lleva tiempo.
Cuando se enseña historia, es importante que el docente no sólo repare en los datos, en las fechas, en las anécdotas y en la linealidad de los acontecimientos. El profesor de historia que promueve el pensamiento científico entre sus estudiantes, disecciona desde el uso de las fuentes, habla de las diferentes formas de hacer historia y da un peso considerable a la investigación. Enseñar historia es acercar al estudiante a la investigación. Lo ideal es que durante un curso de historia, el maestro programe visitas a museos, a archivos históricos y haga un recorrido orientado por las calles de ciudades, porque en los nombres de éstas, también está la historia. Debemos humanizar a la historia, mostrarla entendible, pragmática y cotidiana. En tanto se profesionalice la historia, su enseñanza en las aulas, mejorara. El éxito de una clase de historia no se mide desde las calificaciones, ni desde la memorización de fechas. La clave es promover el pensamiento científico.
Es deseable que la NHC se enseñe en las aulas desde primaria. Hacerlo brindará perspectivas más humanas sobre los personajes que transitan por la historia y ayudará a que los alumnos encaucen sus emociones históricas de formas más humanas. La historia oficial se muestra ajena e insensible a las realidades que nos toca vivir. Promueve el odio, la división, la victimización y la descalificación. Diferentes modelos educativos del siglo XXI, a nivel global, priorizan la formación en valores, el trabajo socioemocional y la inclusión. Según constato, la historia patria u oficial, es contraria a los principios sobre los que gira la educación del siglo XXI.
Hay que replantearnos si para lograr objetivos comunes, debemos enseñar historia cultural en las aulas. Es una forma de hacer historia inclusiva, interesante, tolerante, inventiva, práctica y cotidiana. Sin duda, la NHC es la que mejor aterriza la funcionalidad del conocimiento histórico. Invita al cosmopolitismo, al extranjerismo delicioso, al conocimiento y valoración de grupos indígenas con quienes se convive. Por ejemplo, gracias a la NHC sabemos de la vigente influencia africana en nuestro vocabulario, en la cultura del baile y en la lectura del cuerpo a través de la salsa., la bachata, el reggaetón, el tango y la zarabanda.
Leer sobre el siglo XIX desde lo cultural es fascinante. Uno va descubriendo el teatro, a los actores de circo y a las carpas; a los titiriteros y a los creadores de óperas. La historia cultural del siglo XIX cuenta sobre estereotipos, sobre los bailes de salón y describe el gusto por los aires populares. Divisar la historia desde su ventana cultural es una oportunidad que todo ser humano debería gozar. Ciertamente, planes y programas de las instancias que en los diferentes países dictan los derroteros educativos, siguen apostando por la historia oficial.
Referencias
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Entrevistas
Prieto, Antonio (23 de febrero del 2008). El corrido mexicano [Archivo de audio]. Copia en posesión del autor.
Barriga, Eloy (15 de diciembre del 2011). Etnolaudería [Archivo de audio]. Copia en posesión del autor.
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Artículo de prensa
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(20 de enero de 1946). Ni una cantina más se abrirá en Irapuato. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(15 de marzo de 1946). Una justa protesta de los tenedores de sinfonolas. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(15 de marzo de 1946). Amparo de los cantineros. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(19 de marzo de 1946). Al fin se dictan efectivas medidas contra los vicios. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(21 de marzo de 1946). Ganaron los cantineros la suspensión provisional. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(23 de marzo de 1946). Cantina que es teatro de frecuentes escándalos. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(23 de marzo de 1946). Válidos de un amparo del Juez de Distrito, los cantineros trabajan horas extra. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(2 de junio de 1946). En la calle Leandro Valle no se puede dormir por la noche. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(19 de junio de 1946). Estuvo a punto de registrarse una tragedia en la cantina del Rioja. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(19 de junio de 1946). Los vecinos de la calle Guerrero, pide que se no se abra una cantina. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(19 de junio de 1946). Intolerables escándalos en céntrica cervecería. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(2 de julio de 1946). Bracero robado y explotado en un centro de vicio. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(4 de mayo de 1947). Sucia cantina lenocinio donde se registran delitos de todas clases. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(21 de febrero de 1948). Negro crimen de un hampón de arrabal, la madrugada de ayer. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(27 de febrero de 1948). Otra cantina por abrirse en la calle Santos Degollado. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(24 de marzo de 1948). Otros dos expendios de bebidas alcohólicas en esta población. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(30 de marzo de 1948). Arroja la culpa del creciente vicio a la administración pasada. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(3 de junio de 1948). Lesionado en una cantina por atrabiliario agente policiaco. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(29 de agosto de 1948). Terminantes restricciones para los centros de vicio. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(29 de agosto de 1948). Terminantes restricciones para los centros de vicio. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(8 de septiembre de 1948). A puntapiés lo apabulló un trabajador del Águila. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(28 de noviembre de 1948). Cantinas convertidas en garitas y con libre entrada de mujeres. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(28 de mayo de 1949). Sórdidas cantinas de arrabal fueron clausuradas por las autoridades, el día de ayer. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(21 de julio de 1949). Cuantiosas demandas presentadas contra el Hotel Rioja, ante la Junta de Conciliación. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
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(30 de agosto de 1950). Serán desalojados los prostíbulos de la céntrica calle Granaditas. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(3 de septiembre de 1950). El desplazamiento de la zona de tolerancia se hará en breve plazo. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
(16 de septiembre de 1950). Fondas-tabernas que son una verdadera rémera. Guanajuato. Diario del Bajío, p.2.
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