Jorge Gutiérrez Alfonzo
Cuando se anunció que habría becas para los estudiantes del nivel medio superior, al inicio del mandato presidencial, los rumores en el círculo estudiantil eran que “solo a los mejores promedios”. Cuando se realizó el censo de todos los alumnos inscritos en las escuelas, ya fueran alumnos regulares o irregulares, la emoción subió de intensidad; los rumores seguían: “¡solo a los cerebritos!”. Al recibir en las escuelas el aviso de que habían llegado los servidores de la nación, quienes pagarían las becas, el rostro de los jóvenes se llenó de asombro y emoción. Muchos nunca habían recibido una beca por el simple hecho de estar inscritos en una escuela. Y la pregunta salió al aire: ¿en qué iban a gastar el dinero los alumnos? En las redes sociales circulaban memes en los que se indicaba que serviría para pagar exámenes extraordinarios. En fin, los comentarios fueron de diversa índole hasta asegurar que el dinero les sería utilizado para “parrandas”.
Este año 2020 es atípico desde la arista que se le quiera ver. El 11 de junio el presidente de la república anunció que los jóvenes de educación media superior recibirán la beca mediante tarjeta bancaria. “Los 4 millones de jóvenes que cursan educación media superior, ahora podrán recibir su beca a través de una cuenta bancaria, gracias a una reforma constitucional que permite a menores de 18 años tengan acceso a una”. Con esta acción, ¿se tendrá el objetivo de saber en qué gastan los alumnos el dinero que reciben de la federación? ¿Qué porcentaje de ese dinero va destinado al rubro educativo?
Siempre he dicho que a México no se le puede ver de manera general. Se le tiene que ver por regiones, por microrregiones. Este año es atípico porque de estar en el aula pasamos a sesiones en línea, a trabajos enviados por correo electrónico, WhatsApp; los más adentrados en la tecnología, han recurrido a classroom o moodle. Y aquí la carencia: de Internet y de dispositivo electrónico. El porcentaje de alumnos atendidos en línea de manera personal fue de 27%. Por escuela se tiene un porcentaje de 67.5% de quienes no pueden recibir esta atención. Los motivos: falta de Internet, o deficiencia en el servicio de este, y por no contar con celular o dispositivo electrónico.
Y es en este momento donde la pregunta brota: ¿cuánto invierten los alumnos en cuestiones relacionadas con su educación? Y propongo lo siguiente:
El gobierno puede hacer convenios con compañías para que estas entreguen a los alumnos una tablet o un celular; pueden ser equipos personalizados, con número de matrícula, nombre de la escuela, región, entre otros datos. Los equipos pueden ofrecerse mediante un solo pago o por medio de descuentos parciales.
¿Qué sucede si el equipo se pierde o se descompone? Dentro de los convenios deberían contemplarse problemas como esos; por ejemplo, incluir un seguro que proteja de estos detalles. Siento que puede ser viable un acuerdo con esa característica. El dispositivo debería tener un fin educativo. Todos estarían unidos, alumnos y maestros, mediante plataformas, mensajes de texto o video llamadas; podría crearse una red escolar.
De la misma manera, el gobierno (o las escuelas) puede hacer convenios con las compañías que proporcionan el servicio de Internet para la venta de fichas, o bien para ofrecer cierta cantidad de megas. Que la tarjeta bancaria sirva también para la compra de megas, cuyo uso no deberá ser con fines personales, sino escolares. Estas estrategias resultan necesarias ante la situación que se vive actualmente.
La mejor opción sería que se hiciera realidad el ofrecimiento del gobierno actual: brindar Internet en todo el país de manera gratuita.
Mientras se pone en marcha la promesa gubernamental, la plataforma educativa que habría de utilizarse tendría la modalidad de trabajar sin acceso a Internet; los trabajos realizados se actualizarían cuando hubiera conectividad. ¿Cuánto gastaría cada alumno? Sin convenio, desde mi punto de vista, trescientos mensuales de Internet, más trescientos del pago de la tablet o el teléfono. Serían seiscientos pesos mensuales, el primer año de la beca. Porque en ese primer año se pagaría el dispositivo. Por aparte se pagaría la plataforma que se va a manejar. Con los gastos descritos antes, la beca quedaría, aproximadamente, en dos mil trescientos cuarenta y ocho pesos. Así se sabría que un 37.3 % de la beca sería para el proceso educativo del joven. Los cálculos han sido hechos con precios comerciales. Existen plataformas que no utilizan megas, fundaciones que ayudan a que se navegue en la Red con fines educativos.
El gobierno tendría que voltear a ver en qué gastan el dinero de la beca los jóvenes del nivel medio superior. Quizás ese sea el propósito del pago con tarjeta. Si el alumno retira todo el dinero en el cajero, ya no se sabrá para que se utilizó. Y los alumnos seguirán teniendo pretextos para no llevar clases en línea.