Reynaldo Rivas Vargas*
¡Ni que fuéramos magos! fueron las palabras de un profesor ante el discurso que pronunció el Secretario de Educación Publica Esteban Moctezuma Barragán, inmediatamente al dar a conocer la nueva estrategia para la reincorporación de los alumnos a la escuela. Podríamos entender este mensaje como un grito de desesperanza, de hartazgo, un reclamo o incertidumbre ante lo que deja como secuela la pandemia. O ante tal pronunciamiento ¿qué será? después de la algarabía por el programa aprende en casa (que por cierto terminó el 5 de junio) los docentes hoy se encuentran ante un nuevo conflicto mayúsculo, crear un curso que la propia Secretaría ha llamado remedial, de nivelación o de diagnóstico, que como marco del mismo da inicio a un nuevo ciclo escolar, cuya solicitud les permita recuperar los aprendizajes que durante los meses que los estudiantes de educación básica no obtuvieron, por no estar frente a un docente o grupo de docentes en clase directa.
Es de llamar la atención el comentario del profesor, porque su mensaje no sólo tuvo eco en quienes estaban en ese momento con él, podríamos entender que fue un grito de auxilio a nombre de todos los que conforman este sector de la sociedad que juntamente con los padres han franqueado el currículo que quedó incompleto. Podríamos entender, que los profesores han sentido ante los retrasos que ha provocado el Covid 19, como una intriga que los mueve a hacer varios corolarios ¿qué hacer ahora ante esta demanda que ha establecido la SEP para palear los aprendizajes no adquiridos por los estudiantes de Educación Básica? es alarmante al dialogar con ellos, ver en sus rostros un tono de desgaste. Porque parece que, ante esta resolución de la SEP, no hay un vector que les de dirección para su implementación.
La angustia y desconcierto para el inicio del ciclo escolar 2020-2021, el manifiesto de los profesores ante lo que el comentario de aquel profesor, ante el pronunciamiento del representa de la SEP, muy probablemente no se vea como una carga más, ni como un trabajo extra, quizá en la interpretación que asumimos y que queremos ponerlo a consideración, es interpretar, que los profesores en su dinámica están en sintonía, no les es extraño construir programas o cursos remediales que les auxilien a nivelar, para que con su implementación los alumnos cumplan los objetivos curriculares, los perfiles de logro o de egreso, los estándares curriculares. Porque la perspectiva en esta manifestación, la tarea u objetivo, es que, como inferencia los lleve a pensar en el estudiante, ¿averiguar cómo aprende? Tener en claro los contextos de cada uno de los educandos tiene como secuela ponerlos al centro, como hoy (siglo XXI) lo manifiestan los aprendizajes clave (2017), sumándose como una tarea que les auxilie a lograr que los alumnos mejoren en su aprendizaje.
La incertidumbre en el grueso magisterial se ha posicionado ante estas demandas de remediar lo no aprendido, de proseguir por la mejora de los aprendizajes de los estudiantes, que una cultura que se denota ante estas demandas este posicionado en dos posturas, la de un capitalismo cognitivo como señalaba Hannah Arendt, parafraseando, que es aquél que posiciona al educando a producir de manera mecánica lo que se desarrolla en las aulas de clase. La pesquisa reclama de que no existe la posibilidad de pensar, de análisis o de reflexión ante lo que se suscita. No hay una emergencia diferente de desarrollar el trabajo, bajo otra idea, no hay un tiempo de ocio como lo pensaba la escuela griega, sólo es memorizar y repetir.
Ante estos argumentos, un esbozo se encamina a que los profesores reflexionen, se cuestionen en ¿cómo imaginar el regreso a la normalidad como docente? la dificultad se posiciona en tener a la mano los elementos pedagógicos y didácticos que lo ayuden a dar respuesta de cómo pensar de manera diferente ante los requerimientos de los profesores. Una de las controversias que saltan ¿qué tan consiente están los profesores de lo que se busca corregir a través del programa remedial pronunciado hace unas semanas? Franqueando una angustia importante, que nos parecen clave revelar ¿si el curso remedial como propuesta de mejora lo tienen en claro? ¿si han sido instruidos de manera clara para su construcción? La duda surge, porque no se había estado en una situación como la que ha dejado la pandemia, la de tener por mucho tiempo a los educados fuera del aula de clase.
La otra tarea que no nos queda claro y que aquí insistimos en averiguar, si existe, por ejemplo, un proceso de asesoría y de acompañamiento que los motive a construir un curso que los encause a lo que hemos venido subrayando, la mejora de los aprendizajes de los estudiantes. ¿Si hay quién los acompañe o los asesore?, porque en esa frase del docente “de no ser magos” nos obliga a comprender que se siente descobijado, sin dirección o que quizá la carga emocional provocada por la pandemia, lo deja al desnudo, sin una orientación.
Lo problemático o caótico es ahondar si después de este confinamiento, los profesores están consientes de la importancia de hacer un curso que les permita no tan sólo aplicarlo, sino de verlo como una posibilidad de estudio, de reconocerse ante lo que se ha generado, como una nueva posibilidad de comprender a la escuela, de las nuevas metodologías que pudieran resultar, porque pareciera ser que hoy la dinámica escolar, se ha modificado y en esa desnudez de la práctica del docente lo invita a posicionar su estado del conocimiento en una nueva vertiente.
La docencia desde los dos horizontes que proponemos, el de un capitalismo cognitivo, o el de buscar la asesoría (colaborativa) como un medio para la discusión y la reflexión con otro u otros. El camino se vuelve intrincado, porque ante el imperativo de elaborar un curso remedial, el educador se encuentra ante una maraña de dificultades, no encuentra a qué o a quién atender, porque probablemente se ha visto en la necesidad de volcarse a ir paleando lo que le va viniendo, pero a veces no encuentra eco con quien esta como responsable de su labor, ya sea el director escolar o el supervisor, porque la impronta les obliga a cumplir con lo que se va requiriendo en el día a día.
Continuar por ejemplo con ese argumento que refleja las propuestas curriculares de los actuales planes y programas de estudio (2011 y 2017) que, en su implementación puede ser visto como un capitalismo cognitivo. O el de buscar una pendiente que nos parece interesante: la asesoría y acompañamiento como lo plantea Jesús Domingo Segovia en su texto asesoramiento al centro educativo. Que los encause a adecuar su curso remedial con pertinencia y no pensar tan sólo en los resultados, sino, generar una comuna de aprendizajes en beneficio de todos los miembros de la comunidad.
Una de las dinámicas que consideramos erróneas y que, si hacemos caso a lo que propone Segovia, es que se han visto durante casi tres meses acompañados por conferencias vía zoom, webinar, meet, google suite, entre otros, que no apuntalan a ser una verdadera asesoría y más puntual de colaboración como se hace hincapié en ese texto. Consideramos, que también les ha entorpecido, porque ante eso de no ser magos, es una condicionante que los ha movido. Una idea que nos lleva a posicionarnos de lo colaborativo.
Otra resultante derivada de lo que venimos disertando, es que las múltiples conferencias, los videos, las platicas que se dieron en este periodo, es que al profesorado lo han confundido, se ha dejado de lado una formación al docente con tintes de ser continua, y no de responder a lo que se pudiera imaginar o creer. Porque una de esas inquietudes que se han originado, producto del bombardeo es y ahora ¿a quién le hago caso? Aquella conferencia nos dio estas alternativas, este las contradice, aquel ofrece otras diferentes. No pretendemos con estos argumentos recogidos por los profesores, jugarle al mago tampoco, pero no ha existido un trabajo serio, responsable de quien está como responsable de la formación continua del magisterio, que ayude como secuela a los profesores, a un acompañamiento y asesoría pensado, que sepa hacia donde los lleva, que pueda surgir de los propios profesores y que no sólo sea de manera mecánica, por instrucción o mandato.
Ante el curso remedial como una de las tareas que se suscitarán al inicio del ciclo escolar 2020-2021, la incertidumbre es amplia, no hay claridad en qué atender si al diagnóstico, si al curso remedial, no hay parece un asesoramiento que los posicione ante lo que se les avecina, no hay asesoría clara que los apoye para elaborar su curso con sentido, con conocimiento, durante tres semanas del 10 al 28 de agosto de 2020. Las incertidumbres que hoy se plantean, es ¿por dónde comenzar a construir por parte del docente el curso remedial? Tarea que no es sencilla, parece que en su implementación es una tarea ordinaria del profesor, pero las directrices no han sido claras, hay sesgos que los docentes no han comprendido, el ruido es algo que acompaña la cotidianeidad del profesorado, y quienes son los responsables de explicarlo, a veces también no lo tienen claro.
*Profesor