En 2018 el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó al poder bajo un amplio e histórico respaldo popular; un cambio que deseaban millones de personas y que traería esperanza para un amplio sector de la población. Buena parte de ellos, el sector magisterial y demás comunidad educativa.
Este cobijo de los maestros fue ganado bajo la promesa de “echar abajo la mal llamada Reforma Educativa”, la cual,representaba una ofensa y retrocesos para los docentes.
Durante el sexenio del presidente Enrique Peña, las políticas en materia educativa resultaban, para muchos, punitivas y que poco valor le daban a las y los profesores. En esencia, la culpa del rezago educativo y los malos resultados académicos eran culpa de este sector. Esto llevó a tener una percepción negativa ante la sociedad y un rechazo general al magisterio.
Ya con el gobierno de AMLO en el poder, más allá de eliminar la reforma anterior se prometió una completa “revalorización del Magisterio”, la cual, tendría como objetivo garantizar la estabilidad laboral, respetar los derechos adquiridos, garantizar su formación y capacitación, lograr un salario digno y otras promesas que se veían reflejadas en la Ley General del Sistema para la Carrera para ls Maestras y Maestros. Incluso, se ordenó crear el Instituto Nacional para la Revalorización del Magisterio y la Mejora Continua de la Educación para darle forma a estas promesas.
Sin embargo, pareciera que la realidad es otra y no existe esa prometida revalorización.
Recientemente, se publicaron los acuerdos o “negociaciones” que mantuvo la Secretaría de Educación Pública (SEP) con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), los cuales, en lugar de dejar satisfecho a los profesores agremiados al Sindicato más grande de Latinoamérica, el sentimiento fue de rechazo, desprecio y frustración. Y no es para más.
En el documento publicado en el diario Oficial de la Federación se revelaba que los “logros” del SNTE en cuanto al aumento al salario habían sido risibles: apenas alcanzaron un 3.4%. Además se detalla que el “aumento” del importe mensual del Material Didáctico será de 40 pesos para las categorías de jornada y en $1.60 por hora, en las categorías por hora.
La Ayuda mensual de Despensa sería de $40.00 para las categorías de jornada y en $1.60 por hora, en las categorías por hora.
Todo ello sería con efecto retroactivo al 1 de enero del 2020, lo cual, no ha sucedido.
El @snteseccion9 se justifica en que nuestro aumento fue menor debido a la pandemia, entonces también por la pandemia que nos dejen de cobrar las cuotas sindicales, ya que tenemos un sindicato de adorno que no nos respalda ni nos defiende #retroactivocompletoCDMX
— Emmanuel Saldaña (@EmmanuelSaLe07) June 30, 2020
#RetroactivocompletoCDMX @snteseccion9 @emoctezumab @SEP_mx Dignificar el trabajo docente es tener las cuentas claras en cuanto a los pagos y aumentos salariales. No es un beneficio o un favor lo que nos están haciendo, es un derecho laboral que todos los trabajadores del gremio
— Aidee_angy (@aidee_angy) June 30, 2020
Creo que es necesario:
-Reducir cuotas sindicales.
-Exigir transparencia y rendición de cuentas en el manejo de los recursos.
-Cambiar a los dirigentes que se han beneficiado a sí mismos a la sombra del sindicato.
-Democratizar esta institución.— Gilberto Orozco (@oropelayo67) July 1, 2020
Aunado a esto, las voces magisteriales reclaman la nula actuación del SNTE frente a las necesidades de los docentes.
El camaleónico posicionamiento es muy contradictorio: durante el sexenio de Peña Nieto se consideraban “los grandes aliados de la Reforma”; ahora pasan a ser “el ejército intelectual de la 4T”. Pareciera simulación pura de sus dirigentes nacionales.
Lo cierto es que las bases están molestas y decepcionadas. Estas voces comienzan a crecer. Incluso, dos propuestas comienzan a posicionarse en la discusión pública: la necesidad de reducir el dinero que se les quita a los profesores respecto a las cuotas destinadas al Sindicato y la urgente democratización y cambio de los líderes de todo el país, comenzando por Alfonso Cepeda Salas.
Más allá de eso, los profesores se han sentido abandonados por las autoridades educativas frente a la crisis que atravesamos. Por un lado, señalan que no hubo acompañamiento para desarrollar sus actividades, y si lo fue, se llevó al mínimo y no era pertinente.
Por otro lado, aún no existen las condiciones básicas necesarias para regresar a clases con toda seguridad. No lo han existido desde años atrás y poco se ha hecho para remediarlo.
Si bien, es cierto que las condiciones cambiaron y que los aspectos punitivos y de incertidumbre laboral han disminuido, es necesario dar un verdadero reconocimiento a su profesionalismo, comenzando por garantizar las condiciones óptimas en las que desarrollan su trabajo.
Ahora el llamado es otro: echar abajo la mal llamada y ejecutada revalorización del magisterio.
*Erick Juárez Pineda. Director editorial de Educación Futura
https://www.facebook.com/elErickJuarezMx/