Francisco Lozano Díaz*
Nathalie Miss Reyes**
Equilibrio, quizás sea el primer intento por la dignidad. Un balance entre lo que estábamos acostumbrados y el intento por no agrandar la desigualdad en lo que vendrá. Para muchos puede causar angustia, temor o frustración. Para otros tantos causa seguridad, ventaja u oportunidades para vivir un poco mejor.
La nueva normalidad será una situación con la que tendremos que vivir. Ahora, ¿tenemos que asumirla tal cual? ¿O cabe un margen de maniobra?
Es el momento propicio para recordar a Ortega y Gasset con su ya célebre sentencia: Yo soy yo y mis circunstancias. Es decir, nosotros somos nosotros con nuestras circunstancias. Y nuestras circunstancias son las derivadas de esta pandemia. Por enumerar sin mucho detalle: aislamiento, distancia, teleactividades, uso de cubrebocas y constante lavado de manos.
Sin olvidar que en educación existen otras condiciones añadidas como son: deslocalización del proceso, incremento de barreras, aumento de disruptores y empeoramiento del clima e interacciones.
Tal vez sea momento de pensar, ¿realmente será nueva? ¿Será normalidad? ¿Lo será en educación? Y lo más importante, ¿podremos optar por otra educación futura?
La educación tendrá dificultades, lo hemos visto desde que todo esto comenzó. Pero, sigue siendo prioritaria para las familias como afirma la Unesco en recientes informes.
Porque, a pesar de todo, la educación actual y futura sólo será, si promueve la salida contra el fatalismo del destino original. La educación es nuestra única esperanza, aquella que jamás morirá incluso cuando todo se desequilibre. Ella estará ahí, de pie, adaptándose a los tiempos, pero inmutable en lo esencial.
No somos tan ilusos de pensar que la educación nos salvará de la desigualdad reinante. Menos en estos tiempos convulsos y enfermos.
Existirá la misma desigualdad o incluso más; la desigualdad por cuestión de acceso y variedad. Aquellos que no tienen para poder cuidarse y ser parte de la normalidad, menos tendrán para acceder y variar su destino a través de la educación. Todo lo que implicaría es mayor a la posibilidad. Como sabemos, esta pandemia y la nueva normalidad seguirá afectando a quienes menos tienen desde la lógica público-privado, urbano-rural.
La brecha de desigualdad puede agrandarse por la situación que estamos enfrentando. Es, hasta cierta medida, lógico. Aunque también sería lógico, aprovechar la oportunidad de replantear la situación en clave de: Qué pasaría si…
Por ejemplo, qué pasaría si utilizamos medios de representación de contenidos múltiples, qué pasaría si la implicación por la educación se multiplica, qué pasaría si se simplifica el proceso y se complejidad el sistema. Entre otros.
No todo está perdido. Y, siempre hay algo que podemos seguir haciendo: promover lo educativo. De qué manera, así como dijo el comandante nicaragüense en un grito grosero pero apasionado: En la educación que se rinda su madre. Del tal modo, que siempre optemos por la educación.
* Psicopedagogo en Key Learning Solutions y Universidad Tecnológica de México. Contacto: (francisco@klsolutions.mx)
** Estudiante de Pedagogía en Universidad Tecnológica de México. Contacto: (nathalie.miss@my.unitec.edu.mx)