José Edgar Correa Terán*
Sin duda los hábitos de estudio son un tema relevante dentro del ámbito educativo para lograr los propósitos de los programas académicos. Covey (2003) propone que los hábitos de estudio comienzan desde el hogar, por ejemplo, cuando el padre de familia revisa que el niño o joven cargue en su mochila los materiales necesarios como libros, estuche, cuadernos, colores, juego geométrico, etc.; para realizar las actividades que le encomienden en la escuela. Es aquí donde el profesor representa una pieza fundamental para que el alumno utilice correctamente dichos materiales, y de esa manera se fortalezcan los hábitos de estudio.
Cabe señalar que especialmente la psicología neoconductista, propone el siguiente procedimiento para la generación de los hábitos de estudio: el alumno comienza con una rutina marcada por un educador (profesores o padres de familia), ya sea para ejercitarla en la escuela o en el hogar. Los mismos educadores definen los tiempos para las actividades, pero también supervisarán el proceso y revisarán los productos finales (Leiva, 2006). Es decir, la retroalimentación es una parte fundamental para que las rutinas se conviertan en hábitos, y de esa manera el alumno las ponga en práctica sin mayores dificultades.
Monereo, Castello, Clariana y Palma (1997), mencionan que los hábitos de estudio dentro de la escuela son comunes y hasta un tanto predecibles: se tienen horarios fijos para el trabajo de cada asignatura; como previamente se comentó, el profesor guía o da indicaciones para que los alumnos utilicen ciertos materiales; se trabaja en actividades tales como lecturas, resolución de problemas matemáticos, dibujar, colorear, realizar organizadores gráficos, exponer, elaborar manualidades, entre otras; que forman parte de la cotidianidad de profesores y alumnos dentro de la escuela.
En las asignaturas de educación física y artes, según lo que propone el modelo educativo de la SEP (2017), es donde se realizan actividades diferentes y más creativas para sacar al alumno de su “zona de confort” y de la rutina académica que experimenta a diario, sin embargo, tanto los ejercicios físicos como las expresiones corporales, también pueden llegar a convertirse en hábitos para los alumnos y asumirlos como parte de un estilo de vida, por ejemplo, al practicar un deporte o tocar algún instrumento musical.
Los hábitos de estudio más tradicionales en el hogar son cuando los alumnos junto con sus padres de familia, realizan las tareas en un lugar fijo (estudio, comedor, sala, cuarto del niño o joven, etc.), en un horario definido, le invierten cierta cantidad de tiempo (una, dos o más horas), y trabajan con los mismos materiales que traslada en su mochila a la escuela; incluso, en una temperatura ambiental similar todos los días. Éstos son factores ecológicos que fortalecen los hábitos de estudio, y a su vez, favorecen la actividad académica de los alumnos en el hogar y los potencializan para trabajar cuando sea necesario, sin la presencia de los padres de familia (Covey, 2003).
De acuerdo a lo mencionado en apartados anteriores, los hábitos de estudio no nacen de manera espontánea, sino que requieren ejercitarse, ponerse en práctica y, sobre todo, racionalizarse; para que el alumno, tal como lo señala Ausubel (1983) cuente con la suficiente motivación hacia las tareas y el trabajo escolar. Lo más común es manifestar los hábitos de estudio en la propia escuela, donde se construyen algunos o se fortalecen otros; sin embargo, el hogar puede representar para el alumno un ámbito; en el cual pueda complementar la racionalidad, disciplina, orden y sistematicidad que promueve el profesor en la escuela (Monereo, Castello, Clariana y Palma, 1997, Covey, 2003). Por ello la importancia de los padres de familia en la construcción de los hábitos.
Pero ¿qué pasa con los hábitos de estudio ante la presencia de la pandemia COVID 19? Un rasgo característico de nuestros niños y jóvenes en la actualidad es la confusión e incertidumbre ante el panorama desolador que se vive. Por indicaciones de las autoridades gubernamentales, de un día a otro “se quedaron sin escuela”, sin la alegría de convivir con los compañeros de grupo, sin el juego en el recreo, sin disfrutar de una golosina al salir de clases, sin el aprendizaje que brinda la convivencia con los profesores y compañeros de grupo.
De la escuela heredaron libros de texto, guías de estudio y útiles escolares; que ahora usan para continuar con los aprendizajes en casa. Un cambio radical también ha sido sentarse frente a la computadora o usar otros dispositivos tecnológicos para trabajar los temas de los programas académicos. Es un hecho que los alumnos no contaban con los hábitos de estudio para trabajar la educación a distancia o virtual. Por lo general usan la tecnología para navegar en internet, manipular videojuegos, grabar y ver videos, escuchar música, ver películas, “textear” en redes sociales; pero no para el trabajo escolar.
Ante este contexto y situación adversa, los alumnos se sienten estresados, preocupados y hasta tristes, porque “su escuela se limita al hogar” y sus medios de aprendizaje al uso de dispositivos tecnológicos o a responder libros de texto y guías de estudio, sin escuchar los gritos de sus compañeros; sin escuchar los consejos, las anécdotas y a veces los regaños de los profesores, sin poder convivir con alumnos de otros grupos, y especialmente, sin los momentos de alegría y diversión propios del recreo. Para ellos nada se compara con aprender en la propia escuela…
Lo anterior plantea el reto de profesores y padres de familia, por construir hábitos de estudio, con la intención que niños y jóvenes “aprendan en casa”, y puedan recuperar algunos de los “hábitos tradicionales” para ponerse en práctica ante la realidad adversa que se vive por la pandemia. En redes sociales se conocen casos donde los padres de familia han montado escenarios similares a la escuela en sus hogares; por ejemplo, con mesas y sillas, pintarrón, láminas didácticas, proyectores, diversos útiles y materiales didácticos y, a su vez, han llegado a habilitar un espacio con libros para “el rincón de lectura”; no obstante, la recomendación es adecuar el ambiente de aprendizaje con los elementos que se tengan al alcance.
Con base Monereo, Castello, Clariana y Palma (1997) y Covey (2003); se proponen las siguientes recomendaciones para construir hábitos de estudio desde el hogar, con adaptaciones a la educación a distancia o virtual que se vive en la actualidad:
- Agendar diariamente un horario y tiempo determinado para trabajar las actividades escolares.
- Diversificar el uso de dispositivos tecnológicos para la consulta de las actividades y/o materiales: computadora, teléfono inteligente, tableta electrónica, etc.
- Resguardar en la misma mochila escolar los libros, libretas y útiles escolares para tenerlos al alcance cuando sea necesario y evitar que se dispersen por toda la casa.
- Destinar un escritorio o mesa con soporte firme y sólido, así como sillas cómodas para la realización de actividades académicas.
- Trabajar en un espacio de la casa que tenga ventilación y clima ambiental agradables, además con una iluminación adecuada para leer sin dificultades los libros, documentos o textos de apoyo.
- Acercar bebidas y/o alimentos nutritivos como snacks o frutas, para que los niños y jóvenes disfruten más el trabajo escolar en casa. El complemento ideal de esto, así como sucede en el recreo, sería la organización de actividades lúdicas en los intermedios del trabajo escolar, para fomentar la convivencia e interacción entre padres de familia e hijos.
- Y sobre todo, al ser padres de familia, tranquilizar y relajar a los niños y jóvenes al momento de notar su desesperación por trabajar fuera de la escuela y/o por pasar bastante tiempo frente a una computadora o dispositivo tecnológico.
Por otro lado, se afirma que se adquieren los hábitos cuando los alumnos muestran inciativa por realizar ellos mismos las actividades escolares, manipulan sin mayores dificultades los dispositivos tecnológicos, se notan cómodos y relajados al trabajar, tienen siempre al alcance los materiales necesarios para hacerlo y valoran que también desde su casa (así como sucede en la escuela), es posible aprender. Esto se asemeja a lo que propone el “Aprendizaje significativo” de Ausubel (1983), cuando se relacionan los contenidos de la escuela con la vida cotidiana de los alumnos, es decir, existe sintonía entre ambos ámbitos.
El reto no es fácil de superar, la transición de la educación presencial a la educación virtual se dio de manera repentina y sin que nadie estuviera lo suficientemente preparado para vivirla, menos nuestros niños y jóvenes, quienes estaban acostumbrados a acudir a la escuela para aprender, jugar y divertirse. Se cerró su escuela, pero no sus inquietudes, capacidad, creatividad e interés por superarse cada día más. El reto es para los padres de familia, que así como los profesores lo han hecho en su debido momento, el tiempo es hoy para construir hábitos de estudio en sus hijos, con la intención de adquirir aprendizajes y disfrutar en mayor medida de las experiencias cuando por fin se aperturen las escuelas y se regrese a clases.
*Profesor de tiempo completo de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 144 de Ciudad Guzmán, Jalisco. Doctor en Educación, por la Universidad Marista de Guadalajara (UMG) y; Especialista en Metodología Interpretativa de la Investigación Educativa, por el Centro de Investigaciones Pedagógicas y Sociales (CIPS) de la Secretaría de Educación del Estado de Jalisco.
Correo electrónico: edgarcorrea21@hotmail.com
Referencias
Ausubel, D. (1983). Teoría del Aprendizaje Significativo. Psicología educativa y la labor docente. Recuperado de http://delegacion233.bligoo.com.mx/media/users/20/1002571/files/240726/Aprendizaje_significativo.pdf
Covey, S. (2003). Los siete hábitos de la gente altamente efectiva: la revolución ética en la vida cotidiana y en la empresa [versión electrónica]. Argentina: Paidós. Recuperado de https://www.pqs.pe/sites/default/files/archivos/2015/aprende-mas/10/sbello/los-7-habitos-de-la-gente-altamente-efectiva.pdf
Leiva, C. (2006). “Conductismo, cognoscitivismo y aprendizaje” en Tecnología en Marcha. Vol. 18 Núm. 1. pp. 66-73. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4835877.
Monereo, C., Castello, M., Clariana, M., & Palma, M. (1997). Estrategias de enseñanza y aprendizaje. Barcelona: Graó.
Secretaría de Educación Pública (2017). Aprendizajes clave para la educación integral [versión electrónica]. México: SEP.