Freddy Leo Flores *
En la casi interminable cuarentena y en compañía de mi amigo el desvelo, una buena taza de café y mi vieja computadora, me tomo el atrevimiento de redactar algunas líneas reflexivas producto de la reciente anunciada estrategia regional (Coahuila, Sinaloa y Sonora), denominada “Aprendamos Juntos en Casa”. La estrategia para la continuidad educativa durante la contingencia Covid-19 tiene como objetivo evitar el rezago educativo en alumnos de sexto grado de primaria (31 013 en Sinaloa) y tercero de secundaria (38 879 también en nuestro estado), esperando con ello que dichos alumnos puedan continuar su proceso de aprendizaje desde casa, adquiriendo al menos las bases mínimas de Matemáticas y Lenguaje y Comunicación como requisito básico para empezar el siguiente nivel educativo, y evitar por tanto el abandono escolar.
Empezaré, refiriéndome y tratando de poner sobre la mesa la definición y las características de la palabra inclusión, la cual se basa en la valoración de la diversidad, en donde el sistema educativo se debería de adaptar para poder responder de manera adecuada a las necesidades de todos los alumnos, considerándolos sin importar sus características, necesidades, intereses, capacidades, habilidades y estilos de aprendizaje. Dicho concepto también hace referencia a la búsqueda de la eliminación de prácticas de discriminación y exclusión dentro de las escuelas, en términos curriculares podemos relacionarla con el acceso, la permanencia y la participación.
La inclusión implica la transformación de las escuelas, el fortalecimiento de la diversidad y la promoción del aprendizaje, sobre todo en aquellos con alguna discapacidad, dificultades severas de aprendizaje, conducta o comunicación, además de los alumnos que presentan aptitudes sobresalientes y que históricamente todos ellos han sido atendidos por especialistas adscritos a la Unidad de Servicio de Apoyo a la Educación Regular (USAER). Estas fueron creadas en un principio para favorecer los contextos normalizadores en las escuelas regulares de educación básica logrando con ello que alumnos con Necesidades Educativas Especiales (NEE) convivieran de buena forma con el resto de los compañeros para de esta manera poder aprender del currículo común lo que aseguraba que en algún momento de la jornada escolar, este grupo de alumnos abandonara los enfoques educativos y los salones heterogéneos para ser “segregados” en algún pequeño espacio. Eventualmente, la escuela adoptaba, en la medida de lo posible, estrategias de intervención para tratar de impulsar a este grupo de alumnos.
Si bien es cierto que esta política educativa fue pertinente en un principio, al menos en México perdió vigencia cuando se empezó a identificar que las dificultades para el aprendizaje no deberían de atribuírsele a las personas y que fueran estas las que se adaptaran al sistema, sino en la apreciación de las diferencias de los alumnos y verlas como una oportunidad de enriquecimiento y crecimiento mutuo, por tanto se espera que el modelo inclusivo elimine o reduzca modelos “segregadores” dentro de las escuelas regulares, tanto en la identificación de sus necesidades como en la evaluación de los aprendizajes. Bajo esta lógica y en la medida de las condiciones de infraestructura, de la capacitación docente y de materiales escolares, los agentes educativos deberían de participar para que cada uno de los alumnos, pertenecientes a los grupos señalados en un principio, logren así su pleno desarrollo, adaptándose la escuela a los alumnos y no al revés.
Debemos tener en cuenta que la educación inclusiva es una responsabilidad compartida entre todos los integrantes de la comunidad escolar: supervisores, Asesores Técnicos Pedagógicos (ATP), directivos, docentes, personal de apoyo, y sobre todo madres y padres de familia, además de ello, en términos curriculares los planes y programas, las prácticas docentes, los materiales y los recursos, deben regirse bajo el modelo de inclusión. Se esperaría por ello, que la lógica del planteamiento pedagógico de la estrategia “Aprendamos Juntos en Casa” fuese lo suficientemente flexible, inclusivo y justo. Sin embargo se observa que los contenidos están alejados de los grupos en desventaja pues dicha propuesta deja del lado posibles adecuaciones curriculares para aquellos alumnos que en condiciones “regulares” y aun dentro de un salón de clases, se enfrentan constantemente a diversas barreras para su aprendizaje (actitudinales, pedagógicas y de organización) a pesar de que allí cuentan con equipos de apoyo y formación profesional de los docentes que se hacen cargo de ellos.
La propuesta y una carente flexibilidad curricular no responde a los contextos vulnerables o grupos tradicionalmente excluidos, en este caso, se tendría que garantizar la participación con igualdad y equidad de los grupos de sexto de primaria y tercer grado de secundaria, tomando en cuenta sus conocimientos, capacidades, actitudes y valores, a fin de eliminar, minimizar o prevenir la existencia de las barreras de aprendizaje de los alumnos. Desgraciadamente dicho plan de rescate, no considera estos aspectos, al regirse por indicaciones estandarizadas y recursos para un tipo de alumno promedio, lejos están las actividades presentadas de considerar los ritmos y estilos de aprendizaje tan diversos que se encuentran dentro de un salón de clases y que la gran mayoría de los docentes tiene presente al momento de diseñar secuencias para el aprendizaje de los alumnos.
Conviene aquí plantear la siguiente pregunta respecto a ¿cómo diseñar una propuesta que realmente funcione como un plan emergente para aquellos sectores históricamente olvidados? y que en estos momentos pareciera que se hunden cada vez más en el olvido educativo. Regularmente dentro de las aulas, los profesores al diseñar acciones concretas para el aprendizaje suelen responder a tres preguntas en específico de manera implícita: por qué del aprendizaje, qué del aprendizaje y cómo del aprendizaje, la primera hace referencia a la parte motivacional y de interés de los alumnos, ambos elementos fundamentales para el aprendizaje, y que van de la mano con la forma en la que los estudiantes pueden estar comprometidos o motivados, mientras que algunos pueden llegar a interesarse en lo novedoso, algunos otros pueden llegar a preferir actividades estructuradas de forma más sencilla e, incluso, pueden optar por trabajar solos o en equipo, básicamente en el por qué del aprendizaje no existe una forma fija para lograr que los alumnos se involucren en el trabajo, simplemente se deben de tomar en cuenta y aprovechar los intereses de los mismos, además de buscar su motivación en las distintas actividades. El segundo cuestionamiento, qué del aprendizaje, se refiere a la forma en la que los alumnos comprenden la información que se les presenta. Por ejemplo, pueden necesitar la información de forma visual o auditiva en lugar de un texto gráfico. Finalmente el cómo del aprendizaje se refiere a la manera en la que los alumnos comparten la información que saben, usando distintas formas, es decir si se les dificulta expresarlo oralmente lo pueden hacer de manera escrita, por lo cual es necesario darles oportunidades para expresar lo aprendido libremente.
Sería necesario por tanto retomar estas preguntas como base para el diseño de la propuesta de rescate de un grupo de alumnos próximos a avanzar de nivel, y que no parezca la estrategia Aprendamos Juntos en Casa solo una serie de actividades a manera de compendio que responda únicamente a la vieja frase “peor es no hacer nada” a manera de justificación. Actividades de verdadero interés para los alumnos (por qué del aprendizaje), formas variadas de presentación de la información (qué del aprendizaje) y diversos espacios que den margen a los alumnos para que estos puedan expresar bajo sus propios esquemas cognitivos lo aprendido (cómo del aprendizaje). La reciente crisis mundial ya ha marcado una enorme brecha en los sistemas públicos y privados como para que suceda lo mismo aun dentro del sistema del cual formamos parte, un sistema público que ha tenido suficiente con las grandes carencias económicas de nuestros padres de familia, además de las dificultades geográficas, tecnológicas, de acceso y escolaridad. Dejo al lector la mejor opinión no sin antes recalcar que capacidad en el equipo técnico de cada Secretaría, al menos en el estado de Sinaloa, hay y mucha.
*Asesor Técnico Pedagógico