El proceso de reforma educativa que comenzó a finales de 2018 y que se materializó en 2019 aún no culmina. Es turno de los ámbitos estatales de reformar sus legislaciones locales para armonizar sus leyes educativas al nuevo artículo tercero constitucional y a sus nuevas leyes reglamentarias (Ley General de Educación, Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros y la Ley Reglamentaria del Artículo Tercero Constitucional en Materia de Mejora Continua de la Educación). En el caso de Oaxaca, el congreso local se ha propuesto armonizar las leyes locales con la reforma educativa de 2019 entre marzo y abril del presente año. Ante este escenario, ha reaparecido en la agenda local, impulsado por la Sección XXII del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el Plan para la Transformación de la Educación de Oaxaca (PTEO) como modelo base que rija los componentes y la lógica de las leyes educativas reglamentarias en el estado. Por lo tanto, este contexto lleva a cuestionar ¿qué es el PTEO? ¿cómo surgió? y ¿cuáles son sus objetivos? Para comprender los retos venideros en el sistema educativo local.
Si bien la Sección XXII ha utilizado la protesta social en las calles para rechazar las políticas y los programas definidos desde la federación, no ha sido la única medida. En el marco de la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE) implementada en 2008, la Sección XXII propuso el PTEO como modelo alternativo, el cual, surgió como una contrapropuesta a las líneas de acción de la ACE ─especialmente aquella que pretendía impulsar la evaluación docente universal para el ingreso y la promoción docente─ y para revertir la Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB).
De acuerdo con la Sección XXII el PTEO busca: “Transformar la educación pública en el estado de Oaxaca mediante la formación crítica de los involucrados, la comprensión y la modificación de su entorno recuperando los conocimientos, los saberes pedagógicos y comunitarios, a través de la construcción colectiva de programas y proyectos para lograr una educación integral de los niños, jóvenes y adultos” (Sección XXII, 2013:17). Para su operación, el PTEO está estructurado en dos sistemas y tres programas: a) Sistema Estatal de Formación Profesional de los Trabajadores de la Educación de Oaxaca (SEFPTEO), b) Sistema de Evaluación Educativa de Oaxaca (SEEO), c) Programa Estatal para Mejorar las Condiciones Escolares y de Vida de los Niños, Jóvenes y Adultos de Oaxaca, d) Programa Popular Comunitario de Infraestructura y Equipamiento Educativo de Oaxaca (PROPCIEEO) y e) Programa para el Reconocimiento Educativo a los Trabajadores de la Educación de Oaxaca (PRETEO). Cada componente cuenta con sus objetivos específicos y sus líneas operativas; aunque carece de indicadores de seguimiento y evaluación de resultados.
Desde su surgimiento en 2008, el PTEO ha sido impulsado por la Sección XXII, al menos dos veces, como una estrategia marco que regule los distintos aspectos del sistema educativo local. La primera vez fue en 2008 cuando surgió dicho Plan; aunque no se logró implementar ─a nivel estatal─ con la venia de las autoridades educativas federales y locales, la Sección XXII afirmó que si se estaban instrumentando los proyectos educativos del PTEO en algunas escuelas como medida de resistencia a la ACE. No obstante, la búsqueda por la implementación homologada del PTEO en todo el sistema educativo local perdió efervescencia ─mas no lo eliminó de su agenda─ en cuanto la disidencia sindical logró parar en su totalidad la instrumentación de la ACE; principalmente la evaluación docente.
El segundo intento por instrumentar a nivel estatal el PTEO fue en 2012. En un contexto caracterizado por una disposición del gobierno estatal de trabajar el tema educativo con el sindicato, el PTEO avanzó parcialmente en la entidad. Muestra de ese avance fue que el 7 de febrero de 2012 el gobernador del estado Gabino Cué y la Sección XXII presentaron el PTEO como un proyecto educativo de gobierno que se materializó en una iniciativa del ejecutivo local ─Ley Sección XXII─ que fue enviada al congreso para su discusión. No obstante, esta iniciativa estuvo congelada en el legislativo local. Para el 2016, año en el que el plazo para armonizar la ley en el estado con la reforma educativa de 2013 llegaba a su fin, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declaró que el PTEO era un vicio de inconstitucionalidad, puesto que el Plan implicaba no instrumentar el Servicio Profesional Docente (SPD) en la entidad. A raíz de ello, el congreso local aprobó en fast track una nueva Ley Estatal de Educación que estaba alineada a la Ley General de educación, la Ley General del Servicio Profesional Docente y a la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación; dejando fuera los planteamientos del PTEO que le interesaban al sindicato para que no se implementaran las evaluaciones docentes derivadas del SPD. Entre 2013 y 2018, el PTEO se vio opacado por una sola demanda: la derogación de la mal llamada reforma educativa.
En el primer intento el contexto, el arreglo político y las características del sistema educativo impidieron que el PTEO se pusiera en marcha. A pesar de las canonjías con las que contaba el sindicato, el PTEO ya no tuvo mayor resonancia después de que la Sección XXII logró cancelar las evaluaciones docentes en la entidad. En el segundo intento, el contexto se tornó aún más complicado para la Sección XXII, pues desde el ámbito federal se dejó fuera al sindicato y su disidencia en la toma de decisiones del sector educativo.
Actualmente, en el marco de la armonización de la legislación local con la reforma educativa de 2019, el sistema educativo local se encuentra en el tercer intento del sindicato por establecer el PTEO como eje rector de la legislación educativa en Oaxaca. Este tercer intento parece ser en el que el PTEO tiene más posibilidades de dejar de ser una aspiración sindical, principalmente por las características políticas del sector en donde, a nivel federal, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ─donde la Sección XXII es un actor fundamental─ tuvo un rol importante en la definición de la reforma educativa de 2019 y de sus leyes secundarias. Mientras que a nivel local, el gobierno de Oaxaca ya le dio el visto bueno al PTEO para ser considerado en la armonización de la Ley Estatal de Educación.
En términos del papel, el PTEO rescata aspectos importantes que responden contrariamente a la lógica vertical de las ya tradicionales políticas homogeneizadoras. El principal aporte del PTEO es la visión que plantea desde lo local; empoderando a la escuela, a través del proyecto educativo, para que funja el rol central del sistema educativo local en aspectos asociados a la formación continua de las figuras educativas, la evaluación, la infraestructura educativa y el reconocimiento docente. Esto cobra relevancia en estados como Oaxaca en el que los aspectos políticos, sindicales, económicos, sociales, culturales, étnicos y lingüísticos limitan la efectividad de las políticas de orden federal ─verticales, homogéneas y prescriptivas─. Sin embargo, el problema del PTEO no se concentra en su identificación del problema y sus líneas de operación ─en las que vale la pena revisar algunas inconsistencias de orden metodológico─, sino en las implicaciones que puede llegar a tener el protagonismo de la dirigencia sindical sobre la gobernabilidad del sistema educativo local que ha sido, históricamente, uno de los principales retos de la educación en Oaxaca. Si bien desde el ámbito federal se empoderó con la reforma educativa de 2019 a la Sección XXII en la toma de decisiones, la puesta en marcha de los sistemas y programas del PTEO podrían institucionalizar la bilateralidad y, eventualmente, el cogobierno educativo ─expresado en una recolonización de las áreas sustantivas del IEEPO─. En el pasado, esta bilateralidad y la ocupación del IEEPO no generó un contexto de gobernanza educativa como se hubiese pensado, al contrario, las atribuciones excedidas que se le confirieron al sindicato generaron la construcción de todo un sistema de incentivos positivos y negativos dentro de la vida sindical que fomentó prácticas de corrupción en el sistema educativo local. Por ello, vale la pena que en el cabildeo que pronto se llevará a cabo en el legislativo local, los diputados oaxaqueños analicen a profundidad la forma en que se incluirán los programas y sistemas que plantea el PTEO, de manera que converjan con la legislación federal, pero que también estipulen con claridad los tramos de responsabilidad de los distintos actores del sector. En ese contexto, una de las principales preocupaciones sería evitar mecanismos ─formales e informales─ que pudieran derivar en la institucionalización de prácticas que puedan entorpecer la mejora educativa en Oaxaca.
*Oscar Hugo Faustino Zacarías es maestro en políticas públicas por la UAM Xochimilco.