Andrés Oppenheimer
Una revolución educativa que ya está en marcha en Estados Unidos podría extenderse muy pronto a Latinoamérica: se trata de las “clases al revés”, en que los estudiantes estudian en casa, y hacen sus tareas en la escuela con la ayuda de sus maestros.
La Khan Academy, un sitio web sin propósitos de lucro con videos gratuitos y ejercicios interactivos para estudiantes, ya tiene alrededor de 60 millones de visitantes únicos anuales, y acaba de lanzar su sitio web en español (es.khanacademy.org.) Ofrece más de 800 videos en español para ayudar a los niños a estudiar sus clases de Matemáticas, Álgebra y varias otras materias, completamente gratis y sin publicidad.
La semana pasada entrevisté a Salman Khan, de 37 años, fundador de la Khan Academy. A juzgar por lo que ha logrado, no me extraña que la revista Time lo haya nombrado una de las 100 personas más influyentes del mundo.
Su historia es asombrosa. Después de obtener cuatro títulos universitarios del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y Harvard, Khan empezó a trabajar en un fondo de inversiones de Boston. Por las noches, a menudo ayudaba por teléfono a su prima Nadia, quien tenía 11 años y vivía en Nueva Orleans, a hacer sus tareas de Matemáticas.
Muy pronto se corrió la voz en la familia de que Khan le estaba dando clases gratuitas a sus primos, y al poco tiempo se encontró ayudando a más de una docena de primos, hasta que un amigo le sugirió hacer videos y colgarlos en YouTube, para que todos sus primos pudieran verlos. Khan lo hizo, y pronto advirtió que mucha gente, además de sus primos, estaba mirando los videos.
Dos años más tarde, en 2009, más de 100 mil personas estaban siguiendo sus videos educativos. Khan dejó su trabajo de banquero e inició su academia online sin fines de lucro. En el 2010, la Fundación Gates le dio a la Khan Academy 1.5 millones de dólares, y Google 2 millones de dólares.
Actualmente, la academia opera con unos 13 millones de dólares anuales, en su totalidad procedente de donaciones.
La Khan Academy ya se está utilizando en más de 30 mil aulas de Estados Unidos, me dijo Khan. Además de miles de videos, ha desarrollado software para ejercicios interactivos personalizados y herramientas para ayudar a los maestros a seguir el progreso de sus estudiantes.
“La idea de las clases ‘al revés’ no fue mía”, me dijo Khan, agregando que escuchó de ellas por primera vez en 2007 o 2008, cuando varios maestros empezaron a mandarle correos electrónicos contándole que estaban usando sus aulas “al revés”.
“Me contaban que, en vez de enseñar la lección durante el horario de clases, estaban pidiendo a sus alumnos que vieran los videos en su casa, y luego usaban el horario de clases para resolver problemas”, relató.
Agregó que la nueva tecnología permite un “aprendizaje personalizado”, en el que los jóvenes pueden estudiar cada uno a su propio ritmo. De esta manera, nadie se queda atrás, agregó.
Intrigado, le pregunté si no se están exagerando los beneficios de la tecnología en la educación. Después de todo, cuando se popularizó la radio en la década de 1920, la gente decía que revolucionaría la educación, y lo mismo ocurrió con la televisión en la década de 1950, y con las computadoras personales en la década de 1980. Y sin embargo, se sigue dando clases igual que hace 200 años, le comenté.
“Es cierto”, dijo Khan, “pero esta vez hay una diferencia significativa. En lo que hace a la educación, la radio, la televisión y las computadoras personales se centraron mayormente en diseminar información, una experiencia pasiva. Ahora, la nueva tecnología se centra en el aprendizaje interactivo, que es una experiencia activa”.
Agregó que “no se trata tan sólo de poner un video y dejar que los niños lo vean. La parte más importante de esta nueva tecnología es la capacidad de saber en qué punto del aprendizaje se encuentra cada estudiante, para poder darle problemas que estén exactamente a su nivel, y poder darles a los maestros la capacidad de seguir el progreso de cada estudiante”.
Mi opinión: los videos y ejercicios gratuitos de la Academia Khan podrían convertirse en una herramienta sumamente útil para los maestros latinoamericanos y sus estudiantes.
Es cierto que esta tecnología ha sido diseñada para los países ricos, donde la mayoría de los niños tienen computadoras personales en casa. Pero con el rápido ascenso de las clases medias en América Latina, y con cada vez más gobiernos que están dando computadoras gratuitas a los escolares, la Khan Academy podría tener un impacto cada vez mayor.
Las escuelas latinoamericanas, que en su mayoría salen muy mal paradas en los test comparativos internacionales, podrían beneficiarse enormemente de una dosis de clases “al revés” y aprendizaje “personalizado”.