El pleno de la Cámara de Diputados ha acordado recientemente para dar indicaciones a los sindicatos (incluido el SNTE) de que a partir de enero de 2020 el proceso de elección de sus dirigencias de todos los niveles e instancias deberán hacerse a partir del voto, libre, directo, secreto y universal; de esta manera se rompe el estilo hegemónico que prevalecía en el SNTE de decidir (elegir dirigentes) a partir de formas indirectas por delegados en un espacio de congresos (seccional o nacional) férreamente controlados casi siempre. Con esta medida no estamos diciendo que se acaban las imposiciones y llega por fin la democracia al SNTE. No, pero puede entenderse como un avance o una oportunidad que deberán aprovechar las fuerzas democráticas.
Desde su fundación en el año de 1943 la democracia ha sido la gran ausente en el SNTE, los asuntos importantes se deciden en el pequeño grupo que hegemoniza en ese momento y ello tiene que ver con el manejo de los recursos de cuotas sindicales y patrimonio sindical, manejo y venta de plazas, control de los secretarios en las distintas secciones, etc.
En el SNTE nunca se ha vivido la democracia verdadera y por democracia verdadera entendemos la capacidad de las bases que de manera consciente y organizada puedan decidir no solo el elegir a sus dirigentes sino también el darle rumbo a su destino sindical. Los grupos o las corrientes disidentes identificadas a partir de distintas filiaciones de la izquierda deberán unirse sobre la base de un proyecto estratégico y de contar con un proyecto nacional de sindicalismo.
Sería iluso pensar que con el cambio de personajes e incluso de ideología llegará la democracia en el SNTE no basta este tipo de ajustes, el cambio verdadero deberá ser más profundo y prolongado, se requiere desterrar las prácticas charriles que consisten en el madruguete en tomar acuerdos previos a cuando se está ante la base, y de malversar con el patrimonio del sindicato.
¿Qué se requiere para que en el SNTE se instaure la democracia? El asunto es muy sencillo o muy complejo a partir de la perspectiva desde donde se le vea:
- Se requiere que exista un gran acuerdo o un amplio consenso desde abajo y por la mayoría del tipo de sindicalismo magisterial al que se aspira llegar y que dicho acuerdo deposite la confianza en algunos dirigentes que serán transitorios.
- Se requiere que esta voluntad mayoritaria sea respetada no sólo de manera interno por los agremiados (aun los que no hayan sido favorecidos en el proceso) sino también de instancias o agencias extremas al SNTE.
- Se requiere no solo el contar con un proyecto de sindicalismo sino también con un proyecto amplio de desarrollo educativo para el país que se negocie para su incorporación con la autoridad educativa nacional y por estados.
El gran riesgo al que asistimos es que el charrísimo refuncionalizado (como el que encabeza Elba Esther Gordillo) regrese al SNTE. Hemos sabido desde hace muchos años, que los dirigentes charros del SNTE aprenden más rápido las lecciones para parapetarse en su propia fortaleza y de esta manera el retrasar la democracia en el sindicato magisterial. Todo ello es atribuido a una dialéctica entre la cerrazón de los dirigentes institucionales y las incapacidades de los proyectos alternativos al caer de una propuesta de sindicalismo magisterial para todo el país que trascienda las visiones regionales o por estado (Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Jalisco, etc.77).
En Magisterio en Jalisco ya cuenta con dirigentes maduros y con un capital y una experiencia acumulada de muchos años de muchas batallas algunas perdidas y pocas ganadas; y dentro de ello, es necesario depurar a los dirigentes vitalicios, a los líderes morales que estorban el verdadero sentido y la verdadera democracia de base.
Hoy asistimos ante una oportunidad histórica, que –como decía- Trotsky, “podemos avanzar en estos veinte días lo que no hemos avanzado ni en veinte años”.