Tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial, durante la ocupación estadunidense, Japón comenzó la reconstrucción de su economía y sociedad. A partir los 50 era tan próspero que cuando se convirtió en la segunda potencia industrial del mundo, en occidente supimos del “milagro japonés”.
El gobierno japonés, en parte para aliviar rencores de la guerra, en parte para consolidar una red de protección (eran los años de la Guerra Fría y Japón el cófrade número 1 en Asia de Estados Unidos), avanzó en sus proyectos de cooperación internacional, en especial con los países de la Cuenca del Pacífico.
En la Universidad de Nagoya, autoridades y profesores se convencieron de la necesidad de establecer programas de estudio superiores y atraer estudiantes extranjeros para que los proyectos de cooperación funcionaran mejor, al mismo tiempo que se construía conocimiento y perspectivas teóricas.
En 1982, los decanos de las escuelas de Letras, Educación, Derecho, Economía y del Colegio de Educación General presentaron una propuesta para promover la cooperación internacional y el intercambio académico. En abril de 1986, el presidente de la Universidad instituyó el Centro de Investigación de la Cuenca del Pacífico que, en 1987, inició una investigación en cooperación con el Centro de las Naciones Unidas para el Desarrollo Regional. Un impulso fundamental.
En abril de 1991 se fundó la Escuela de Posgrado en Desarrollo Internacional y la maestría en Desarrollo Internacional. En los años subsecuentes se instauraron las maestrías en Estudios de Cooperación Internacional y en Comunicación Internacional. En 1993 el esfuerzo docente se coronó con el Programa de Doctorado en Desarrollo Internacional. Y, en 1994, nació el doctorado en Estudios de Cooperación Internacional.
Hoy, 240 estudiantes de 55 países cursan alguno de esos programas, (sólo hay un mexicano, quien está por concluir su doctorado).
Su profesorado incluye una gama de conocimiento impresionante, en economía, educación, derechos humanos, ciencias sociales y otras disciplinas. Son 22 catedráticos de tiempo completo en diversas categorías y profesores asociados de otras facultades y universidades.
Los proyectos de investigación que conducen contienen al menos un componente internacional y perspectivas comparadas. Aunque los países de la Cuenca del Pacífico y de África continúan siendo el foco de atención de sus profesores, crece el interés en América Latina y México (por eso estoy aquí).
Shoko Yamada, mi amiga y colega, me invitó para ofrecer lecciones sobre la educación en México; también para dar conferencias en otras universidades. En ciertos aspectos nuestros propósitos de investigación se empalman y trabajamos en un proyecto conjunto.
Esperamos tener al menos un producto en colaboración y varios cada uno por su parte. Ambos deseamos mayor cooperación académica entre Japón y México y trabajamos para ampliar nuestros horizontes.