El 4 de diciembre se presentará en la Feria del Libro de Guadalajara (FIL) el libro El Futuro de las relaciones entre educación superior y trabajo, que aborda, como su nombre lo sugiere, el cambio por venir entre los egresados de las instituciones de educación superior (IES) y el mundo laboral. El texto fue coordinado por Adrián Acosta Silva (Universidad de Guadalajara) y publicado por la Asociación Nacional de Instituciones de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies). Este libro está conformado por los siguientes capítulos: I. El futuro de la relación entre educación y trabajo: una visión desde la realidad mexicana (Jordi Planas, Wietse de Vries y José Navarro Cendejas), II. La automatización, la digitalización y los desafíos para las ocupaciones y los sistemas de formación: el ejemplo de los Call Center (Alfredo Hualde Alfaro), III. ¿Capital humano en la carretera de cuota? Trayectorias de jóvenes hacia el mercado laboral (Wietse de Vries), IV. El futuro del trabajo y la educación a lo largo de la vida (José Navarro Cendejas), V. Universidad, mercado de trabajo y cambio tecnológico: voces, debates y reflexiones (Claudia Díaz Pérez) y VI. El futuro de la formación docente en México: el caso de las normales (de mi autoría). El libro empieza y termina con una introducción y una sección de conclusiones (Adrián Acosta Silva).
A vuelo de pájaro, los seis capítulos de este libro aportan información, generan hipótesis y reflexionan desde diversos ángulos sobre las transformaciones aceleradas que el mundo moderno está experimentando en todos los ámbitos; en particular, en lo social, lo educativo y lo laboral. Las nuevas tecnologías de la información juegan un papel preponderante en estos cambios, ya que han borrado las fronteras de la comunicación y acercado al mundo en todas sus dimensiones: empezando por la comunicación interpersonal, que se ha intensificado enormemente a través del uso del Internet y de las distintas aplicaciones de los celulares, hasta la economía digital que atraviesa las fronteras físicas entre países. Éstas y otras transformaciones tecnológicas, entre las que destacan la inteligencia artificial y la ciencia de datos, han cambiado profundamente nuestras relaciones sociales, a la vez que han ampliado y diversificado los escenarios laborales en muchos sentidos.
Sin embargo, estos cambios (al menos en el caso de México) no se alcanzan a observar con toda claridad en el ámbito educativo. Pareciera que las instituciones escolares, encargadas de formar a las personas y de capacitarlas profesionalmente, caminan lentamente a una velocidad menor a la que se requiere, si se desea que los cambios que está sufriendo la sociedad no las rebase. Preocupa que el sector productivo, ya sea privado o público, tenga que suplir la falta de formación de sus empleados con programas educativos extra-muros; o, bien, que el sector empresarial monte sus propias instituciones educativas, como ya está sucediendo en distintas partes del mundo. También preocupa la rigidez del sistema educativo mexicano que no se actualiza con la eficiencia deseada y que, en vez de utilizar la tecnología en sus procesos pedagógicos, solo la utilice tímidamente en sus procesos administrativos. Por otro lado, también preocupa que las IES no se hayan transformado para adaptarse a la realidad social del país; siguen siendo rígidas en sus planes y programas de estudio y en las reglas para ingresar y permanecer en ellas. No se vinculan con el sector productivo ni ofrecen alternativas para quienes tienen que trabajar y solo pueden dedicarse parcialmente a sus estudios.
Entre la diversas IES, una que merece la mayor atención en nuestro país es la formadora de profesores de educación básica: las normales. Si bien las instituciones universitarias padecen de alguna atrofia, las normales padecen de todas ellas. Son instituciones que los gobiernos en turno han dejado en el olvido y a su (mala) suerte. En el olvido, porque se les trata como instituciones “menores de edad” que requieren un presupuesto raquítico y una dependencia total de las autoridades educativas; a su mala suerte, porque se les ha dejado en manos del sindicato y de autoridades corruptas que solo velan por sus intereses personales.
Sin embargo, las escuelas normales son las instituciones educativas que mayor atención deberían tener, toda vez que de ellas depende la formación de los niños y jóvenes que algún día llegarán a ser profesionistas y ciudadanos del país. Si los formadores de estos futuros ciudadanos no están bien capacitados, tampoco lo estarán los estudiantes a su cargo, de tal manera que cuando lleguen a estudiar alguna carrera profesional o técnica, lo harán con tantas deficiencias escolares que les será difícil (si no, imposible) adquirir las competencias necesarias para tener éxito en una economía cada vez más globalizada y tecnificada.
El VI capítulo de este libro aborda precisamente el tema de la normales, con el propósito principal de analizar la necesidad de hacer cambios profundos en la formación inicial de los futuros docentes de educación básica. El fortalecimiento de las normales es la única opción para poder aspirar a tener un mejor sistema educativo y, en consecuencia, un mejor país. Por ello, se propone que las normales adopten un modelo educativo similar al utilizado en la enseñanza de Medicina, el cual cuente con todos los apoyos financieros y tecnológicos, posea una planta docente muy bien preparada, tenga un fuerte componente aplicado y sea de alta exigencia académica.